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divendres, 12 de juliol del 2019

Equilibrar ser y hacer


Observar, mejor dicho, contemplar un paisaje natural amplio, con perspectiva, desde cierta altura, nos relaja, eleva nuestra conciencia, nos hace olvidar momentáneamente nuestros pequeños problemas personales, delante de tanta grandiosidad, de esa tranquilidad majestuosa.


Nuestra mente casi siempre está cerrada dando vueltas a las mismas pequeñas cosas cotidianas. Nos cargamos con un montón de tareas por hacer, día a día, hasta que "no tenemos tiempo libre".


Pero una cosa es el ser, y otra cosa es el hacer. Si estamos el 100% de nuestro tiempo haciendo cosas, olvidamos el ser; peor aún, confundimos el ser con el hacer, creemos que si no estamos haciendo algo continuamente, entonces estamos "perdiendo el tiempo". El ser simplemente es, y el ser vivo es simplemente un estar vivo, y un sentirse vivo. El equilibrio perfecto consiste en ser y hacer sin que uno colapse al otro. 


Cuando contemplamos lo majestuoso, nuestra mente deja de pensar, sólo observa, y por unos instantes nos fundimos con lo observado, pero no obstante no dejamos de ser, somos el que observa, somos el que queda absorto en la contemplación de la Naturaleza. En esos instantes sólo somos. 

¿Por qué es importante dedicar atención a sólo ser? Adquirimos conocimiento por observación de la realidad; la ciencia experimenta, observa y anota las regularidades observadas, las cadenas de causa-efecto. Para el físico Bernard d'Espagnat la idea de una realidad que existe independientemente de nosotros y que está altamente estructurada puede llamarse simplemente “Ser”, puede explicar porque siempre que aplicamos una causa se produce el mismo efecto y no otro distinto cada vez.



Conocer es entonces crear conceptos mentales y encontrar correspondencias entre la realidad (el Ser) y nuestros conceptos mentales. El Ser puede ser la explicación última de todo lo que nos rodea, incluidos nosotros mismos. Nosotros también somos una realidad, un ser particular, parte del Ser total.

Además, al dedicarnos en exclusiva al hacer olvidando nuestro ser particular, nos alineamos de nosotros mismos, no somos quien somos, nos reducimos a alquien que hace cosas, cuando en realidad tenemos un valor intrínseco, más allá de lo que hacemos o dejamos de hacer. Es importante para nosotros pues dedicar algún tiempo cada día a sólo ser.