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dilluns, 22 de gener del 2018

Entender de verdad, en profundidad

Es evidente que lo que sabemos, nuestro conocimiento de las cosas, no es un conocimiento total, absoluto, completo, al contrario, lo es sólo hasta cierto punto o nivel; por ejemplo, todos sabemos lo que es la gravedad, pero sólo hasta cierto nivel de entendimiento, pues si vamos al conocimiento profundo, nos encontramos con formidables dificultades técnicas, de hecho, sigue siendo un tema de investigación puntera; todos sabemos que es la vida, pero de nuevo hasta cierto punto, pues definirla con precisión absoluta también es una tarea complicada; y sabemos quienes somos también hasta cierto nivel, pues tal como nos dicen diversas tradiciones, somos mucho más de lo que creemos y aparentamos. 

Entre las funciones de la mente está el comprender, el profundizar más y más en el conocimiento de algo. Para profundizar mucho en un conocimiento, hay que concentrar la mente en ello, con el deseo de saber, de penetrar en la verdad de la cosa, son tres elementos necesarios: concentración, deseo de saber y tiempo de dedicación. Hay algunos autores que afirman que una mente entrenada, enfocada totalmente en algo, de forma sostenida, impulsada por el deseo ardiente de saber, es capaz de entender cualquier cosa. Al concentrar la mente queriendo "ver", de hecho se produce un silencio mental, no estamos hablando pues del pensar intelectual, del estudiar conceptos escritos por otros, se trata de una mirada inquisitiva, concentrada, a algo abstracto que queremos aprehender. Lo podemos considerar un tipo de meditación, sobre el que escribimos un artículo en este blog: meditación reflexiva, o la meditación para la sabiduría.


En todo caso, para acceder a un entender profundo es requisito no conformarse con un conocimiento superficial, es necesario querer entender más, querer relacionar unas cosas con otras, en un todo coherente. Cuando tenemos un conocimiento superficial sobre algo, y no nos acaba de encajar, no estamos satisfechos, y lo miramos de nuevo queriendo profundizar en ello, puede suceder que, de repente, nos llegue una comprensión mayor, todo encaja por fin, y esa sensación recuerda a, o se parece a, encender la luz, es como si se encendiera una luz en nuestra mente, y lo que antes estaba en la penumbra, ahora se ve claramente; es por esta sensación que se habla de iluminación cuando accedemos a un conocimiento profundo de la realidad. Una persona iluminada, pues, es la que tiene un conocimiento de la realidad total mucho más profunda, más inclusiva y coherente, de lo común.

En mi caso llevo tiempo, mucho tiempo, años, intentando entender en profundidad algunos temas básicos: qué es la vida, porque tenemos que sufrir, que es el amor ... De vez en cuando, de repente, llegan esos súbitos, pequeños destellos de iluminación, de ver claro algo, algún aspecto de la realidad, sólo un pequeño aspecto, en mi caso, es un avanzar lentamente, pacientemente, paso a paso. Y esta tarde me ha pasado con el amor, más precisamente, no con el amor en sí, sino con la acción de amar, con su expresión, con el verbo amar. Intelectualmente ya tenia mis nociones sobre ello, por supuesto, pero quedaban áreas en mi mente que estaban en la penumbra, probablemente ideas y resistencias inconscientes; deshacer conceptos aceptados y anclados en el inconsciente requiere de un esfuerzo de penetración, de sacar a la luz, de iluminación. 

Específicamente, me he dado cuenta de que, respecto al verbo amar, actuamos al revés de como debería ser: amamos sólo lo que nuestra mente nos permite amar, y del modo en que nuestra mente cree que hay que hacerlo. Cuando lo que debería ser es que la mente estuviera al servicio del amor que somos, para ayudarnos a expresarlo inteligentemente, eficazmente, dependiendo de las circunstancias concretas. Así, la mente actúa como filtro: decide quien es digno de ser amado y quien no, y en que grado. Y para decidirlo se apoya en creencias, atracciones físicas, aspectos personales, comportamientos, y otras características. Por ello, la persona es capaz no sólo de amar sino también de dejar de amar, e incluso de pasar del amor al odio, lo cual sucede cuando la mente decide que ya no es conveniente seguir amando, por las razones que sea. Nuestra identificación con la mente es la que le da esa potestad de decisión. Como ya mencionamos en el artículo "amor, conocimiento y conciencia plena", el amor incondicional que se presenta como auténtico amor, como "el amor que nunca cesa por ninguna causa o razón y que se sustenta a sí mismo sin consideraciones de recompensa o beneficio" de la tradición sufí, es imposible de materializarse mientras estemos supeditados a lo que la mente decida que es conveniente. 

Es que la única forma de vivir ese amor incondicional, auténtico, es primero serlo uno mismo, sin condiciones, sin filtros mentales, y luego, para poder expresarlo, entonces sí, la mente es un instrumento necesario, pues es una de sus funciones, materializar, realizar, hacer. Podemos ser amor, vivirlo en sí mismo, pero sin la mente no podemos materializarlo. Este debería ser el orden natural: ser amor y entonces expresarlo inteligentemente usando la mente. No al revés, ser mente, y clasificar quien debe ser amado y quien no. Y esto no es un concepto más, sino que es una de esas facetas de la realidad que debe buscarse de iluminar, mirándola, explorándola, hasta que realicemos más allá de toda duda su verdad. Y esa verdad nos transforma, a nosotros, a nuestra visión del mundo y a nuestro comportamiento con él y en él. 

Dedicado a Anna, con amor.
En este punto hay que hacer una pequeña advertencia: hay corrientes ideológicas actualmente que defienden el desapego, la libertad, el ser tu mismo independiente, ser feliz sin necesitar a nadie, y desde ese estado ideal, entonces "elegir" tu pareja, pero manteniendo todo lo anterior. Son las mismas que presentan el romanticismo como el peor de los males, el causante de la mayor parte del sufrimiento en las parejas. Diría que, teniendo una parte de verdad, esta visión del asunto es superficial, le falta coherencia y profundidad.  Pues es una visión muy mental, realizada totalmente desde la mente, con el objetivo de asegurar a la persona que no va a sufrir desengaños ni equívocos, es una protección que la mente levanta para evitar daños a la persona, un querer ser libre de apegos para no sufrir, pero al mismo tiempo querer elegir a alguien que te convenga, desde esa libertad; todo esto es otro filtro de la mente, que sigue dictando a la persona cómo y a quien amar. Cuando se sueltan todas las ideas y filtros mentales y te dedicas a ser amor y a realizarlo dentro de tus limitaciones y de las circunstancias, no hay daño posible, ni miedo a ser dañado, no necesitas cerrar tu mente al deseo natural de estar con la gente a la que estas amando para no apegarte. Porque hay un apego egoísta, fruto, otra vez, de la mente, y hay un apego inegoísta, que quiere querer, que quiere expresar y regalar amor, por que sí, por autenticidad, por puro gozo de dar. 


 



divendres, 19 de gener del 2018

Biografia del silencio: reconociendo experiencias

Después de leerme el ensayo que me recomendó mi querida amiga Sílvia Sunyer (y desde aquí se lo agradezco y le mando un abrazo), Biografía Del Silencio, de Pablo D'Ors, filósofo, teólogo, discípulo zen y meditador, he sentido el impulso de escribir una reseña, seguramente por que me he sentido identificado con buena parte de las experiencias que Pablo comparte, además de sentir como muy acertadas muchas de sus afirmaciones, aunque no todas, en algunas discrepo, mejor dicho, mi visión particular es diferente. He recogido las afirmaciones que particularmente me han parecido más aclaratorias para entender el proceso de cambio que experimentamos cuando decidimos meditar y lo hacemos, comento brevemente la mayoría de ellas, y algunas no tan brevemente.

La meditación es una actividad humana, y los humanos somos muy diferentes entre nosotros, aunque en el fondo, pero muy en el fondo, las diferencias se desvanecen. Y esas diferencias son las que producen experiencias distintas en todo acto, y la meditación no se escapa a esta regla. Menciona D'Ors que empezó a meditar porque se dio cuenta de que su deseo de triunfar como escritor le quitaba la paz, quiso liberarse de ese deseo, esa fue su motivación inicial, en nuestro caso la motivación fue distinta, y seguramente esa es una causa de que la experiencia vivida presente matices distintos.


"Hacer meditación es tirarse de cabeza a la realidad y darse un baño de ser. "
Cuando dejas de pensar compulsivamente, cuando detienes los pensamientos manteniendo la plena lucidez y la atención, te sientes simplemente ser, y además la realidad que te rodea te parece más viva, más real, y también más hermosa que nunca. Por eso d'Ors habla de la realidad, porque sientes todo más real que antes.
"Fue un gran logro comprender, y empezar a vivir, que yo podía estar sin pensar, sin proyectar, sin imaginar, estar sin aprovechar, sin rendir: un estar en el mundo, un confundirme con él."
El pensamiento compulsivo nos lleva a ver como imposible el parar de pensar; por ello, lograr experimentar el estado de no-pensamiento es revelador.
"Para vivir o para amar, no hay que apretar, sino soltar, no retener, sino desprenderse. La clave de casi todo está en la magnanimidad del desprendimiento. El amor, el arte y la meditación, al menos esas tres cosas, funcionan así. Cuando digo que conviene estar sueltos o desprendidos me refiero a la importancia de confiar."
Esta afirmación puede ser un poco complicada de entender; habla sobre el apego, del que ya se ha escrito en este blog varias veces, un concepto que es fácil de malinterpretar  (ver por ejemplo nuestro artículo el desapego auténtico es el desapego respecto a uno mismo, o también sobre el amor y el apego) aquí sólo diremos que la palabra clave es magnanimidad, la generosidad en su grado más elevado, pedir poco o nada y en cambio dar mucho, y hacerlo no por una idea más o menos forzada, sino porque somos así. Esta actitud de desprendimiento, que no de indiferencia, más bien todo lo contrario, es uno de los frutos de la meditación.

"El amor romántico, suele ser muy falso: nadie vive más engañado que un enamorado, y pocos sufren tanto como él. En el amor auténtico no se espera nada del otro; en el romántico, sí. Todavía más: el amor romántico es, esencialmente, la esperanza de que nuestra pareja nos dé la felicidad."
El romanticismo es en esencia un querer vivir algo más elevado que lo cotidiano, es un dar importancia a los sentimientos y no solo a la razón; también es una manera de sentir y concebir la naturaleza, y de romper con ideas estereotipadas. Aplicado a la pareja, ciertamente se espera que proporcione experiencias sentimentales elevadas, y claro, la realidad suele imponerse; en este sentido es cierto que el amor romántico puede llevar al desengaño si a la persona le falta la visión clara de la realidad y espera inconscientemente la luna, por así decirlo, de la pareja, pero también es cierto que un toque de romanticismo inteligente mejora las relaciones, al tener en cuenta los aspectos más emocionales.

"Algunos días después de aquel retiro volví a esa montaña, pero para mí ya no fue lo mismo. En verdad, era yo quien no era el mismo. No podemos rastrear la felicidad pasada, algo así es absurdo."
Uno de los efectos de meditar es que te das cuenta de lo que no eres y te creías que eras; te das cuenta de que lo que creías ser está cambiando continuamente, no se puede detener ese cambio. Por ello, puede ser que lo que te hacía feliz ya no tenga el mismo efecto. Pero por otro lado, observando atentamente, meditativamente, los recuerdos de momentos felices, llegas a darte cuenta de que a pesar de que ya no eres el mismo, hay algo que sí permanece igual en todos esos momentos: tu identidad profunda, no la personalidad, no la identidad superficial, cambiante, sino la profunda, esa no cambia. Y entonces deja de ser absurdo el rastrear la felicidad antigua, pues te reconoces en cada uno de esos momentos. De hecho, te das cuenta de que es esta identidad fija, central, la que da sentido a todas las vivencias.
"Pararse, callar, escuchar y mirar –eso es meditar– "
Entendiendo por escuchar y mirar estar atentos a lo que sucede, puede ser en el exterior o en nuestro interior.  El callar no sólo se refiere al hablar, sino también al pensar, y también el parar incluye a la mente. No todas las técnicas de meditación exigen todo eso; por ejemplo en la meditación con mantras no guardamos silencio. D'Ors se refiere aquí a la categoría  de meditación estática centrada en la interioridad, y concretamente en su ensayo menciona elementos de la meditación Vipassana (observar los pensamientos)  y de la meditación en el silencio (en este blog hemos escrito El estado de silencio mental: ¿es posible? ¿qué nos aporta? ¿cómo conseguirlo?). Ver por ejemplo tipos y técnicas de meditación en este blog.
"Todos los pensamientos e ideas nos alejan de nosotros mismos. Tú eres lo que queda cuando desaparecen tus pensamientos (...) Ese vacío  es nuestra identidad más radical, pues no es otra cosa que pura capacidad de acogida."
Esta es la identidad central de la que hablábamos. Al no ser nada en particular, no se identifica con nada, y por tanto es capaz de aceptarlo todo, de acogerlo todo en un acto de comprensión.

"En una meditación bien realizada todo se desvanece o esfuma menos precisamente aquel que observa. Eso, el observador, el testigo, es lo permanente."
En este tipo de meditación que ha trabajado D'Ors el objetivo final es el contacto con "el observador" de los pensamientos.
"El estado meditativo supone estar siempre en contacto con uno mismo, algo que solo fatiga cuando se piensa intelectualmente y algo que, por contrapartida, descansa y hasta renueva cuando en efecto se lleva a cabo."
Con los años de práctica, el estado conseguido durante la sesión de meditación tiende a prolongarse durante el resto del día; y se accede a tal estado sin esfuerzo mental, al contrario, es una fuente de descanso y energía, pues se elimina el pensamiento compulsivo, ahorrando energía mental. Esto también se expresa en la siguiente cita.
"Medito para que mi vida sea meditación; vivo para que mi meditación sea vida. No aspiro a contemplar, sino a ser contemplativo, que es tanto como ser sin anhelar."
Como decíamos, la meditación pasa a ser un estilo de vida, y el estado meditativo, el estado común.
"Tanto el arte como la meditación nacen siempre de la entrega; nunca del esfuerzo. Y lo mismo sucede con el amor. El esfuerzo pone en funcionamiento la voluntad y la razón; la entrega, en cambio, la libertad y la intuición. Es el concepto de Wu wei: "hacer sin hacer", ponerse en disposición para que algo pueda hacerse por mediación tuya, pero no hacerlo tú directamente, forzando su arranque, desarrollo o culminación."
Puede parecer imposible, pero es una consecuencia directa de estar en un estado de percepción del ser profundo, que no desea nada, simplemente es. Las cosas suceden a tu alrededor, y tu actúas cuando sientes que debes hacerlo, sientes, no piensas ni decides. Aquí encontramos otra reminiscencia del romanticismo, que también daba más valor a la intuición que a la razón.
"La capacidad de observación, lo que Simone Weil llama atención, es la madre de todas las virtudes."
Esta observación es la atención lúcida sostenida sin razonar, con voluntad de ver, de entender, pero no creando teorías, ideas, razonamientos, sino entender en profundidad, viviéndolo sin filtros mentales. Esa actitud elimina de raíz los prejuicios y proporciona una mente estable, imparcial y ecuánime, que son grandes virtudes. 
"Pensar es como dormir, o comer: no debe hacerse en exceso so pena de embrutecernos."
El pensamiento convulsivo, incesante, automático, nos aleja del estado meditativo, y por tanto de nuestra verdadera identidad.
"Los malos hábitos se derrocan en la meditación por pura observación y mediante una amable sonrisa. Mirar y sonreír, esa es la clave para la transformación."
De nuevo este mirar significa atención lúcida sostenida sin razonar, con voluntad de percibir sin juzgar; la sonrisa y la amabilidad refuerzan la actitud de no querer juzgar, ayudando a mantener la mente callada mientras observamos. Mirar (nuestro interior) amorosamente, sin pretensión, como quien espera una revelación sin ninguna prisa.
Tememos perdernos, pero es que debemos perdernos. Cuando no nos agarramos a nada, volamos.
Esta es una de las citas que más me ha gustado; en este proceso de soltar identificaciones mentales, de reconocer lo que no somos, se puede sentir miedo a lo desconocido, pues soltamos lo que hemos creído ser durante muchos años. También hay que soltar ese miedo para poder crecer.

"Entrar en el propio pozo (buscando apagar la sed de plenitud) supone vivir un largo proceso de decepción, y ello porque todo sin excepción, una vez conseguido, nos decepciona de un modo u otro. Lo que decepciona, en consecuencia, son las ideas. El descubrimiento de la desilusión es nuestro principal maestro."
Decepcionarse puede ser un darse cuenta del error cometido  en nuestras suposiciones erróneas, y el lado positivo  es el conocer la realidad y dejar de creer en imaginaciones irreales.  Esto será posible si estamos suficientemente conscientes de estar sintiendo decepción, sin identificarse con ella. En este blog hemos hablado sobre ello en el breve artículo la decepción y su mensaje positivo.

"O eres consciente de tus enfados, de tus nervios, de tus preocupaciones..., o los nervios, la preocupación o el enfado te dominarán."
El estado meditativo continuado nos des-identifica de lo que sentimos, entonces nos hacemos conscientes de las emociones mientras ocurren, y no nos vemos arrastrados por ellas.
"La conciencia no es otra cosa que el contacto con uno mismo."
D'Ors de refiere a la auto-conciencia, a la conciencia del ser profundo; la conciencia en general incluye más aspectos.
"(Meditar) exige mucha paciencia, constancia y determinación. De ahí la importancia de encontrar un grupo con el que, regularmente, sentarse a meditar."
Esto es muy cierto: la mayoría de las personas abandonan la practica antes de haber experimentado el estado continuado meditativo en su vida; cuando se llega ahí, ya no es necesaria la paciencia y la determinación, sino que se busca el momento diario de la práctica como un tesoro. Pero antes de llegar ahí, entonces sí, pertenecer a un grupo puede ser de gran ayuda.
Lo que he escrito en estas páginas es un pálido reflejo de mi experiencia.
Así es, la mejor forma de entender, de conocer, lo que es el estado meditativo es experimentarlo por uno mismo.



diumenge, 14 de gener del 2018

Gestión del sentimiento de traición, del rencor y la animadversión

Sentirse traicionado es uno de los sentimientos más negativos que podemos experimentar. Habíamos depositado nuestra confianza en alguien, nos habíamos confiado a ella, no teníamos ninguna duda acerca de su comportamiento con nosotros, pero así y todo nos ha fallado. Cuando sucede, sentimos primero desconcierto, después rabia, ira, no sólo hacia la persona que nos falla, sino incluso contra nosotros mismos por haber sido unos ilusos, por habernos dejado engañar, por tontos. Después, esa rabia va bajando de intensidad conforme empezamos a asimilar que nos habíamos equivocado, y acaba convirtiéndose en rencor, o en una animadversión más o menos intensa, más o menos duradera, estable. 

Pero toda emoción negativa ha de ser gestionada y resuelta; lo que no nos debemos permitir es que la negatividad, cualquier negatividad,  se aloje en nosotros de forma permanente, haciéndonos daño, de hecho cuando antes se disipe mucho mejor. Una idea básica en gestión emocional es que las emociones negativas nos traen información muy valiosa sobre nosotros mismos y nuestras relaciones con el mundo, y esa información emocional debe usarse para crecer como personas, y no para ir acumulando negatividad que nos impide crecer. Y cuanto antes realicemos este proceso de asimilación y crecimiento, tanto mejor para nosotros y para los demás, pues les ahorraremos nuestra negatividad.

Cuando nos sentimos traicionados quizá es más difícil realizar este proceso de asimilación; cuando creemos que la otra persona ha obrado mal, de forma indigna, injusta, etc, esta creencia puede alimentar el rencor durante mucho tiempo, pues creemos que debemos mantener la animadversión pues es lo que se merece. Creemos que hacemos lo correcto manteniendo nuestro rencor, y por eso dejamos que se nutra, que siga vivo, que no se apague. Nos reafirmamos que tenemos razón para sentirnos así respecto a esa persona. Esta creencia mantiene viva la animadversión durante mucho tiempo. ¿Cómo "soltar" esta creencia para poder superar el estado negativo que alimenta? Quizá el lector no conozca esta situación de primera mano, o quizá sí. Puede suceder entre compañeros de trabajo, entre amistades, y por supuesto, entre familiares y entre parejas.

Si miramos con plena conciencia ese sentimiento de animadversión "correcta", "merecida", seremos capaces de discriminar entre lo que es por una parte juzgar una acción como correcta o incorrecta, y lo que por otra parte es traicionar nuestra confianza: son cosas distintas. Veamos.

Que nosotros consideremos, a nuestro juicio, una acción como correcta o incorrecta evidentemente es muy parcial. Hay acciones que evidentemente pueden ser calificadas como de poco éticas, o quizá de mala educación, u otros calificativos. El grado de incorrección también es subjetivo; habrá quien le de mucha importancia, habrá quien le reste importancia. Este juzgar lo hacemos constantemente, tanto si la acción que juzgamos nos afecta o nos importa personalmente como si no. Es una función cognitiva natural relacionada con el instinto de supervivencia, el distinguir lo que es bueno y favorable de lo que es malo y desfavorable. Que por cierto sabemos que es una actividad que puede ser regulada conscientemente, con numerosos beneficios. De hecho, la actitud mindfulness-conciencia plena es una de aceptación de lo que ocurre sin juicio.

Por otro lado, si nuestra confianza es traicionada por alguien, tenemos que ser capaces de ver que, de hecho, esa persona y sus acciones no son la verdadera fuente de nuestro sufrimiento, sino la aparente. Sufrimos por que la idea que teníamos, más aún, que queríamos tener de esa persona resulta ser falsa. Lo que nos hace sufrir no es la acción en sí, sino la negación de nuestra idea, una idea confortable, que nos daba seguridad, el poder confiar en el comportamiento favorable para nosotros de esa persona. Hay que mirar esto con atención, con calma, para irse dando cuenta de que es así. Cuando nos damos cuenta, vemos  que el sufrimiento ha sido causado por nuestro error de percepción, repetimos, nuestro error. Independientemente de si las acciones de esa persona pueden ser juzgadas como correctas o incorrectas. De hecho sucede a menudo que se sienten traiciones y desengaños como resultado de acciones que difícilmente pueden juzgarse como incorrectas. Simplemente ha habido un desengaño, esto es un des-engaño, un salir del engaño. 

Cuando vemos claramente este hecho, seremos capaces de ver también que no tiene sentido prolongar el sufrimiento del desengaño, del topar de bruces con la realidad, juzgando negativamente las acciones de esa persona, creándonos una imagen negativa de ella, para justificar nuestro error de percepción. Lo inteligente es parar de juzgar, tanto si hay motivos para ello como si no, para afrontar nuestro error y asumirlo. Cuando asumimos, entendemos, crecemos, y dejamos de sufrir. Y entonces, si lo creemos conveniente, podemos mantener el juicio sobre lo ocurrido que creamos conveniente, si es que realmente nos aporta algo ese enjuiciar. 


 

dilluns, 1 de gener del 2018

El arte como medio de unir la mente con la belleza

Belleza y arte

Escuchando el concierto de año nuevo a cargo de la filarmónica de Viena; la puesta en escena, la belleza del auditorio, que creo que es una obra de arte arquitectónica, unida a la audición de la orquesta, todo el conjunto, me capturó, me sedujo totalmente.

Sala de conciertos. Viena



Otra vista de la sala, desde los adornos con flores

Observé entonces la sincronía perfecta de los músicos, cómo entre toda la orquesta, de su esfuerzo en equipo, como si fueran un único ser, producían la música, la armonía, la belleza hecha sonido.

Trabajo en equipo, coordinación absoluta, segundo a segundo

Observé también como cada músico estaba totalmente concentrado en lo que estaba haciendo, y al mismo tiempo se coordinaba con todos los demás con la ayuda del director de la orquesta.

Concentración en lo que se está haciendo
Todo ello me pareció un ejemplo extraordinario de los que se puede producir cuando las capacidades de la mente se ponen al servicio de la creación de belleza, en este caso tanto a la música como a la puesta en escena como incluso al arquitecto constructores y decoradores del recinto. Y se me ocurrió que esa podía ser una buena definición de arte, una palabra sobre la que hay acuerdo en como definirla; sin ánimo de polemizar, ni de intentar decidir quien es artista y quien no, tomaré esta definición como útil para lo que sigue:

El arte es la actividad en la cual ponemos las capacidades creativas, organizativas, voluntad, etc de la mente para crear belleza. 

Mente y belleza

La mente puede estar ocupada en muchas cosas: en solucionar problemas, en crear problemas, en preocuparse, en desear algo, y muchas más; pero cuando la dedicamos a la creación de belleza, o bien a la contemplación y disfrute de esa belleza, estamos siendo artistas o amantes del arte. Es una ocupación muy especial, porque, ¿qué es la belleza? ¿cuándo percibimos belleza? Aquí vamos también a evitar entrar en polémicas, pues la percepción de algo bello es subjetiva, depende de la persona. Sea lo que sea lo bello para cada persona, que no discutimos aquí, lo cierto es que su contemplación produce sensaciones agradables, satisfactorias; en el proyecto Universo de emociones se define esa sensación dentro de la categoría de emociones estéticas, que se sitúa entre la emoción del amor y la de la alegría, del gozo.

Corazón y espíritu
Desde un punto de vista de las tradiciones espirituales, se relaciona el amor y el gozo con el "corazón", entendido no como el órgano físico, sino como nuestro ser espiritual, como nuestra alma. Hay numerosas referencias en textos espirituales, por ejemplo en la Biblia, también son frecuentes las imágenes que relacionan bonda-amor-espíritu de Jesús con su corazón (imagen De Carolus - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=22523431)

En la tradición hindú, tenemos por ejemplo a  Sri Ramana Maharshi que sostenía:  

El corazón es la sede de la consciencia o la consciencia misma. La luz reflejada de la mente es necesaria para percibir los objetos, pero para ver al corazón, basta que la mente se vuelva hacia él. Entonces, la mente se pierde y el corazón resplandece.

Si es así, entonces el cultivo de las artes estéticas, de la creación de belleza, y también de su disfrute, será un camino para unir la mente con la consciencia, un camino alternativo o complementario a la meditación que más que esforzarse en controlar la mente, la une a la belleza, y por ello al espíritu, que es en sí belleza, bondad y amor.