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divendres, 19 de gener del 2018

Biografia del silencio: reconociendo experiencias

Después de leerme el ensayo que me recomendó mi querida amiga Sílvia Sunyer (y desde aquí se lo agradezco y le mando un abrazo), Biografía Del Silencio, de Pablo D'Ors, filósofo, teólogo, discípulo zen y meditador, he sentido el impulso de escribir una reseña, seguramente por que me he sentido identificado con buena parte de las experiencias que Pablo comparte, además de sentir como muy acertadas muchas de sus afirmaciones, aunque no todas, en algunas discrepo, mejor dicho, mi visión particular es diferente. He recogido las afirmaciones que particularmente me han parecido más aclaratorias para entender el proceso de cambio que experimentamos cuando decidimos meditar y lo hacemos, comento brevemente la mayoría de ellas, y algunas no tan brevemente.

La meditación es una actividad humana, y los humanos somos muy diferentes entre nosotros, aunque en el fondo, pero muy en el fondo, las diferencias se desvanecen. Y esas diferencias son las que producen experiencias distintas en todo acto, y la meditación no se escapa a esta regla. Menciona D'Ors que empezó a meditar porque se dio cuenta de que su deseo de triunfar como escritor le quitaba la paz, quiso liberarse de ese deseo, esa fue su motivación inicial, en nuestro caso la motivación fue distinta, y seguramente esa es una causa de que la experiencia vivida presente matices distintos.


"Hacer meditación es tirarse de cabeza a la realidad y darse un baño de ser. "
Cuando dejas de pensar compulsivamente, cuando detienes los pensamientos manteniendo la plena lucidez y la atención, te sientes simplemente ser, y además la realidad que te rodea te parece más viva, más real, y también más hermosa que nunca. Por eso d'Ors habla de la realidad, porque sientes todo más real que antes.
"Fue un gran logro comprender, y empezar a vivir, que yo podía estar sin pensar, sin proyectar, sin imaginar, estar sin aprovechar, sin rendir: un estar en el mundo, un confundirme con él."
El pensamiento compulsivo nos lleva a ver como imposible el parar de pensar; por ello, lograr experimentar el estado de no-pensamiento es revelador.
"Para vivir o para amar, no hay que apretar, sino soltar, no retener, sino desprenderse. La clave de casi todo está en la magnanimidad del desprendimiento. El amor, el arte y la meditación, al menos esas tres cosas, funcionan así. Cuando digo que conviene estar sueltos o desprendidos me refiero a la importancia de confiar."
Esta afirmación puede ser un poco complicada de entender; habla sobre el apego, del que ya se ha escrito en este blog varias veces, un concepto que es fácil de malinterpretar  (ver por ejemplo nuestro artículo el desapego auténtico es el desapego respecto a uno mismo, o también sobre el amor y el apego) aquí sólo diremos que la palabra clave es magnanimidad, la generosidad en su grado más elevado, pedir poco o nada y en cambio dar mucho, y hacerlo no por una idea más o menos forzada, sino porque somos así. Esta actitud de desprendimiento, que no de indiferencia, más bien todo lo contrario, es uno de los frutos de la meditación.

"El amor romántico, suele ser muy falso: nadie vive más engañado que un enamorado, y pocos sufren tanto como él. En el amor auténtico no se espera nada del otro; en el romántico, sí. Todavía más: el amor romántico es, esencialmente, la esperanza de que nuestra pareja nos dé la felicidad."
El romanticismo es en esencia un querer vivir algo más elevado que lo cotidiano, es un dar importancia a los sentimientos y no solo a la razón; también es una manera de sentir y concebir la naturaleza, y de romper con ideas estereotipadas. Aplicado a la pareja, ciertamente se espera que proporcione experiencias sentimentales elevadas, y claro, la realidad suele imponerse; en este sentido es cierto que el amor romántico puede llevar al desengaño si a la persona le falta la visión clara de la realidad y espera inconscientemente la luna, por así decirlo, de la pareja, pero también es cierto que un toque de romanticismo inteligente mejora las relaciones, al tener en cuenta los aspectos más emocionales.

"Algunos días después de aquel retiro volví a esa montaña, pero para mí ya no fue lo mismo. En verdad, era yo quien no era el mismo. No podemos rastrear la felicidad pasada, algo así es absurdo."
Uno de los efectos de meditar es que te das cuenta de lo que no eres y te creías que eras; te das cuenta de que lo que creías ser está cambiando continuamente, no se puede detener ese cambio. Por ello, puede ser que lo que te hacía feliz ya no tenga el mismo efecto. Pero por otro lado, observando atentamente, meditativamente, los recuerdos de momentos felices, llegas a darte cuenta de que a pesar de que ya no eres el mismo, hay algo que sí permanece igual en todos esos momentos: tu identidad profunda, no la personalidad, no la identidad superficial, cambiante, sino la profunda, esa no cambia. Y entonces deja de ser absurdo el rastrear la felicidad antigua, pues te reconoces en cada uno de esos momentos. De hecho, te das cuenta de que es esta identidad fija, central, la que da sentido a todas las vivencias.
"Pararse, callar, escuchar y mirar –eso es meditar– "
Entendiendo por escuchar y mirar estar atentos a lo que sucede, puede ser en el exterior o en nuestro interior.  El callar no sólo se refiere al hablar, sino también al pensar, y también el parar incluye a la mente. No todas las técnicas de meditación exigen todo eso; por ejemplo en la meditación con mantras no guardamos silencio. D'Ors se refiere aquí a la categoría  de meditación estática centrada en la interioridad, y concretamente en su ensayo menciona elementos de la meditación Vipassana (observar los pensamientos)  y de la meditación en el silencio (en este blog hemos escrito El estado de silencio mental: ¿es posible? ¿qué nos aporta? ¿cómo conseguirlo?). Ver por ejemplo tipos y técnicas de meditación en este blog.
"Todos los pensamientos e ideas nos alejan de nosotros mismos. Tú eres lo que queda cuando desaparecen tus pensamientos (...) Ese vacío  es nuestra identidad más radical, pues no es otra cosa que pura capacidad de acogida."
Esta es la identidad central de la que hablábamos. Al no ser nada en particular, no se identifica con nada, y por tanto es capaz de aceptarlo todo, de acogerlo todo en un acto de comprensión.

"En una meditación bien realizada todo se desvanece o esfuma menos precisamente aquel que observa. Eso, el observador, el testigo, es lo permanente."
En este tipo de meditación que ha trabajado D'Ors el objetivo final es el contacto con "el observador" de los pensamientos.
"El estado meditativo supone estar siempre en contacto con uno mismo, algo que solo fatiga cuando se piensa intelectualmente y algo que, por contrapartida, descansa y hasta renueva cuando en efecto se lleva a cabo."
Con los años de práctica, el estado conseguido durante la sesión de meditación tiende a prolongarse durante el resto del día; y se accede a tal estado sin esfuerzo mental, al contrario, es una fuente de descanso y energía, pues se elimina el pensamiento compulsivo, ahorrando energía mental. Esto también se expresa en la siguiente cita.
"Medito para que mi vida sea meditación; vivo para que mi meditación sea vida. No aspiro a contemplar, sino a ser contemplativo, que es tanto como ser sin anhelar."
Como decíamos, la meditación pasa a ser un estilo de vida, y el estado meditativo, el estado común.
"Tanto el arte como la meditación nacen siempre de la entrega; nunca del esfuerzo. Y lo mismo sucede con el amor. El esfuerzo pone en funcionamiento la voluntad y la razón; la entrega, en cambio, la libertad y la intuición. Es el concepto de Wu wei: "hacer sin hacer", ponerse en disposición para que algo pueda hacerse por mediación tuya, pero no hacerlo tú directamente, forzando su arranque, desarrollo o culminación."
Puede parecer imposible, pero es una consecuencia directa de estar en un estado de percepción del ser profundo, que no desea nada, simplemente es. Las cosas suceden a tu alrededor, y tu actúas cuando sientes que debes hacerlo, sientes, no piensas ni decides. Aquí encontramos otra reminiscencia del romanticismo, que también daba más valor a la intuición que a la razón.
"La capacidad de observación, lo que Simone Weil llama atención, es la madre de todas las virtudes."
Esta observación es la atención lúcida sostenida sin razonar, con voluntad de ver, de entender, pero no creando teorías, ideas, razonamientos, sino entender en profundidad, viviéndolo sin filtros mentales. Esa actitud elimina de raíz los prejuicios y proporciona una mente estable, imparcial y ecuánime, que son grandes virtudes. 
"Pensar es como dormir, o comer: no debe hacerse en exceso so pena de embrutecernos."
El pensamiento convulsivo, incesante, automático, nos aleja del estado meditativo, y por tanto de nuestra verdadera identidad.
"Los malos hábitos se derrocan en la meditación por pura observación y mediante una amable sonrisa. Mirar y sonreír, esa es la clave para la transformación."
De nuevo este mirar significa atención lúcida sostenida sin razonar, con voluntad de percibir sin juzgar; la sonrisa y la amabilidad refuerzan la actitud de no querer juzgar, ayudando a mantener la mente callada mientras observamos. Mirar (nuestro interior) amorosamente, sin pretensión, como quien espera una revelación sin ninguna prisa.
Tememos perdernos, pero es que debemos perdernos. Cuando no nos agarramos a nada, volamos.
Esta es una de las citas que más me ha gustado; en este proceso de soltar identificaciones mentales, de reconocer lo que no somos, se puede sentir miedo a lo desconocido, pues soltamos lo que hemos creído ser durante muchos años. También hay que soltar ese miedo para poder crecer.

"Entrar en el propio pozo (buscando apagar la sed de plenitud) supone vivir un largo proceso de decepción, y ello porque todo sin excepción, una vez conseguido, nos decepciona de un modo u otro. Lo que decepciona, en consecuencia, son las ideas. El descubrimiento de la desilusión es nuestro principal maestro."
Decepcionarse puede ser un darse cuenta del error cometido  en nuestras suposiciones erróneas, y el lado positivo  es el conocer la realidad y dejar de creer en imaginaciones irreales.  Esto será posible si estamos suficientemente conscientes de estar sintiendo decepción, sin identificarse con ella. En este blog hemos hablado sobre ello en el breve artículo la decepción y su mensaje positivo.

"O eres consciente de tus enfados, de tus nervios, de tus preocupaciones..., o los nervios, la preocupación o el enfado te dominarán."
El estado meditativo continuado nos des-identifica de lo que sentimos, entonces nos hacemos conscientes de las emociones mientras ocurren, y no nos vemos arrastrados por ellas.
"La conciencia no es otra cosa que el contacto con uno mismo."
D'Ors de refiere a la auto-conciencia, a la conciencia del ser profundo; la conciencia en general incluye más aspectos.
"(Meditar) exige mucha paciencia, constancia y determinación. De ahí la importancia de encontrar un grupo con el que, regularmente, sentarse a meditar."
Esto es muy cierto: la mayoría de las personas abandonan la practica antes de haber experimentado el estado continuado meditativo en su vida; cuando se llega ahí, ya no es necesaria la paciencia y la determinación, sino que se busca el momento diario de la práctica como un tesoro. Pero antes de llegar ahí, entonces sí, pertenecer a un grupo puede ser de gran ayuda.
Lo que he escrito en estas páginas es un pálido reflejo de mi experiencia.
Así es, la mejor forma de entender, de conocer, lo que es el estado meditativo es experimentarlo por uno mismo.



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