Idiomes | Idiomas | Languages

dimecres, 13 de juny del 2018

No dualidad, emociones y trascendencia

Visión dual y visión no dual del mundo

La no dualidad es una forma de ver el mundo en la que no distinguimos separación alguna entre todo lo que contiene, más bien lo vemos como un todo integrado, en el que cualquier parte de él se puede ver como parte sólo porque nuestra mente es capaz de separarla conceptualmente, pero en realidad no existe tal separación, sólo es un concepto nuestro. 

   
Cada ola está separada del mar sólo como concepto en nuestra mente, el mar es un todo.


No es esa nuestra visión habitual, más bien lo vemos al revés, todo lo que nos rodea es etiquetado, categorizado, separado. Esa es una de las funciones principales de la mente: separar el todo en componentes, discriminarlos, diferenciarlos, analizarlos y crear conceptos: el mar, las olas, las olas rompientes y las olas del mar profundo, olas oscilatorias ... la mente va creando conceptos al analizar detenidamente el movimiento del mar. Con la educación que recibimos desde niños se potencia al máximo esta función analizadora de la mente, tanto que acabamos viendo el mundo como una inmensa colección de "cosas" independientes y separadas; es la conocida "ver los árboles y no ver el bosque". Es la visión dual del mundo.

Ver la dualidad es útil para sobrevivir

Nos observa atentamente :-)

Los animales superiores también tienen esa capacidad de discriminación, de tomar conciencia de la dualidad entre ellos y el mundo, y la utilizan para su supervivencia; un lobo, un castor, incluso una hormiga, distingue claramente los límites de su territorio, en todo momento sabe si está dentro o fuera de él, tiene ese concepto primario de dentro/fuera, mío/no mío, y distingue claramente los lobos de su manada de los que no lo son. En el ser humano esta capacidad se ha desarrollado completamente. Al mirar algo, de forma inmediata lo categorizamos, comparamos y analizamos. Tanto es así, que incluso hemos desarrollado la capacidad de hacerlo con nosotros mismos: nos categorizamos, comparamos y analizamos, separándonos conceptualmente del resto de la humanidad. Somos altos o bajos, jóvenes o viejos, listos o menos listos, progresistas o conservadores, hábiles o torpes, y un larguísimo etc, pues hay incontables categorías y subcategorías para clasificarnos a nosotros y a los demás. 
 

Llevar al extremo la dualidad, fuente de sufrimiento

Está claro que analizar y categorizar es tremendamente útil para la supervivencia; no sólo distinguimos cosas básicas como hacen los animales, somos capaces de crear un medio ambiente de máxima comodidad, controlando las fuerzas naturales, transformando el medio ambiente, creando materiales, deteniendo enfermedades ... Pero por otro lado el vernos a nosotros mismos tan tremendamente clasificados y diferenciados respecto al resto del mundo conlleva miedo y sufrimiento, pues somos débiles, expuestos no sólo a enfermedades, accidentes, vejez y muerte como el resto de seres vivos, sino también a otras fuentes de sufrimiento como vernos en categorías que no nos gustan: nos consideramos feos y queremos ser guapos, tontos y queremos ser listos, viejos y queremos ser jóvenes, etc, o bien nos consideran los demás lo que no nos gusta. Esta situación provoca diversos trastornos psicológicos. 

Así, el problema surge cuando utilizamos de forma indiscriminada la capacidad mental de separación dual, útil para la supervivencia en nuestro medio, para categorizarnos a nosotros y/o a los demás en infinidad de categorías "negativas", o no deseadas.  


Cruzadas: destruir otras religiones con otras ideas de Dios
El odio y todas sus formas derivadas, por ejemplo, es una reacción emocional que surge respecto a algo externo que hemos categorizado como indeseable; el instinto de supervivencia animal, activo en nosotros,  interpreta nuestro rechazo como un peligro, y entonces se activa el deseo de destruir aquello, de que desaparezca de la existencia. Si no hubiera tal categorización negativa de ese algo, no se presentaría tal deseo destructivo. Vemos pues que las emociones negativas, que básicamente son todas derivadas de las primarias miedo (huir del peligro) o ira (destruir el peligro), son adaptaciones del instinto de supervivencia animal a la mente humana, la cual al estar categorizando y conceptualizando absolutamente todo, activa el instinto en numerosas ocasiones sin que exista realmente ningún peligro real para la persona. Como consecuencia la persona tiene unas emociones-pensamientos muy sensibles a la negatividad, es fácilmente perturbable, la persona es fácilmente "negatilizable" por decirlo así.

Incluso los sufrimientos "naturales" compartidos con el resto de la vida los sufrimos más, pues somos conscientes de que estamos enfermos, o de que se acerca nuestra muerte; en un animal este conocimiento no se da, se siente dolor, debilidad, pero no hay el sufrimiento de saber que te está ocurriendo a ti y la resistencia inútil a ello. 

Probablemente los autores del libro del Génesis, la primera parte del Antiguo Testamento, iban por ahí: la expulsión de Adán y Eva del paraíso terrenal debe de ser una metáfora que simboliza el despertar de la mente humana, de esa capacidad de separarlo todo, de verse a uno mismo como un ser independiente del todo, y por tanto aislado, sólo, en frente de todos los peligros, sujeto a ellos. Ese antiguo texto presenta a la humanidad como castigada por el Ser supremo por su osadía de querer tener el conocimiento, simbolizado por la manzana del árbol del bien y del mal. En efecto, el precio de obtener el conocimiento que tenemos es esa separación extrema como individuos aislados del resto del mundo, que conlleva el miedo a ser dañados, destruidos. La individualidad del ser humano puede ser una pesada carga. Pero también puede ser la puerta de entrada a un siguiente estado de evolución, a una forma más elevada de vivir y de ser.

Cultivar la mirada no dual 

Podemos ejercitarnos, a voluntad, en cultivar una forma de ver el mundo más integrada, más como un todo, sin estar constantemente analizando sus detalles, rompiendo el todo en infinidad de partes. La realidad es una, y recuperar esa visión de la realidad es sanador, y además es auténtica. Es un relajar la mente y dedicarte a contemplar y no a analizar. Al contemplar un paisaje lo ves como un todo; al contemplar un cuadro no analizas la época, corriente, técnica, etc a la que pertenece, te limitas a disfrutar de su contemplación. Al escuchar música te limitas a eso, no a pensar en quien canta, a que grupo pertenece, etc. Esa práctica de contemplación, de vivenciar experiencias sin analizarlas, relaja la mente y nos prepara para una visión menos dualista, más integral del mundo. 
 
Colonia de pingüinos, ¿se ven como individuos aislados? ¿como un todo vivo? ¿y con la isla?
En esta línea es útil la relajación vivencial y la conciencia plena en el cuerpo: nos centramos en la sensación de corporalidad, o en el cuerpo en sí; el cuerpo no discrimina nada, no piensa, simplemente vive aquí y ahora. Por ello, dirigiendo nuestra atención al cuerpo de forma plena, atenta, la mente deja de analizar temporalmente. Cuando adquirimos práctica, podemos llevar nuestra conciencia a integrar el cuerpo con el ambiente, a verlo todo como una única realidad física, no separada, no dual. Cuando se consigue, se experimenta una paz difícil de describir: uno ya no se siente separado, aislado, uno es uno con todo.

Evolución humana: inteligencia emocional

Desde hace algunas décadas hemos aprendido que se pueden educar y gestionar las emociones. Hemos visto como se producen las emociones negativas, y como muy frecuentemente las sufrimos sin motivo real; ¿qué utilidad y sentido tiene enfurecerse o deprimirse por que nuestro equipo de fútbol haya perdido un partido importante?, o  es realmente útil y deseable que haya gente que "nos caiga mal", que intentamos evitar todo lo posible porque nos afectan negativamente? La inteligencia aplicada a las emociones nos lleva a discriminar en nuestras propias reacciones emocionales, distinguiendo claramente si nos son útiles o por el contrario nos hacen daño. Es un discriminar más aún, aplicando categorías a las emociones, clasificándolas, viendo su origen y evolución, para poderlas gestionar y controlar, como hacemos con todo lo demás en nuestras vidas. De la misma forma que aprendemos a usar el mando de la TV para cambiar de canal cuando el programa no nos gusta, también adquirimos un mando para cambiar nuestras emociones cuando las que se presentas son poco útiles y perjudiciales. 

Evolución humana: trascendencia y espiritualidad

La capacidad de analizarlo todo desde una perspectiva dual, de separación, puede también evolucionar en profundidad, objetivando todo nuestro campo de conciencia: vamos observando nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestros pensamientos, y llega un momento en que todo es objeto de contemplación, y queda apartado el sujeto que lo observa todo; ese sujeto-observador no es nada de lo observado (esa es la esencia de la visión dual, el sujeto y lo observado), no es cuerpo, ni emociones, ni mente ... ¿qué es pues? Ahí llegamos a las puertas de la trascendencia, sobre la que hemos escrito algunos artículos en este blog, y de la espiritualidad, entendida como una vivencia conectada a niveles no materiales, sutiles. Una herramienta fundamental para vivir la trascendencia es la relajación vivencial, la meditación, y la práctica de la conciencia plena o mindfulness. Hasta aquí todo este artículo ha sido bastante teórico, para pasar a la práctica es necesario ejercitarse uno mismo.

Sobre trascendencia tenemos en este blog:
Y sobre inteligencia emocional, gestión de las emociones y potenciación de las emociones positivas encontramos:

Sobre espiritualidad no tenemos aún, en el momento de escribir estas líneas, ningún artículo concreto, pues la finalidad de este blog es la de promover el conocimiento y la práctica de la relajación, la meditación y la conciencia plena.
 
 
 


dilluns, 4 de juny del 2018

La personalidad positiva

En el último artículo hablamos de como desprogramar la reactividad emocional negativa por medio de la atención plena. En este artículo nos enfocamos no en las emociones negativas, sino en el desarrollo estable de las positivas, para lograr tener una personalidad bàsicamente positiva, independientemente de las circunstáncias.

La vida es esencialmente positiva

La vida es expresión, es crecimiento y aprendizaje, es interrelación, y todos estos aspectos son esencialmente positivos, pues positivo es sinónimo de afirmativo, de constructivo, como lo negativo es sinónimo de negación, de destructivo. Pero la humanidad es complicada, la sociedad es compleja, con exigencias y circunstancias que a menudo niegan a la persona, la ponen en entredicho, la cuestionan.  La persona, ya desde su niñez, se encuentra con impresiones negativas que frecuentemente producen un estancamiento de la expresión positiva que es de forma natural toda persona. Esos estancamientos se producen a tres niveles: en nuestros sentimientos, en nuestros pensamientos y en nuestras actitudes. 

Bloqueos en los sentimientos, pensamientos y actitudes

El sentirse negado, minusvalorado, puesto en duda, genera en la persona que no ha trabajado su inteligencia emocional una fuerte emoción negativa, que si sucede más de una vez, si va sucediendo de vez en cuando, termina por estabilizarse, por convertirse en un sentimiento de rechazo, o de miedo a ser rechazado; esto es muy frecuente que suceda cuando en la infancia se nos dice que no somos muy inteligentes pues nuestras notas son justas, o que no valemos para cierto deporte. A veces, un comentario negativo por parte de un adulto hacia un infante queda grabado en la memoria por muchos años. Queda un sentimiento, a veces subconsciente, de negación, de no ser suficientemente bueno, de no ser válido.

Esos sentimientos más o menos conscientes provocan un estado mental de desasosiego, un no estar plenamente convencido de uno mismo y del entorno, y entonces la persona puede querer ser mejor, distinta, puede suceder que se cree una anhelo de cambio de la propia persona o de su entorno. Pero también van sucediendo cosas en el día a día que muestran que no es tan fácil cambiar, cosas que siguen siendo negativas, y así se establece una forma de ver el mundo fundamentalmente negativa, que lo ve como problemático, como distinto a lo que debería ser, incluyéndonos a nosotros mismos, que también desearíamos que fuéramos más ... muchas cosas, más inteligentes, más pacientes, más decididos ...

Y con esos sentimientos e ideas establecidos, viene la actitud preconcebida hacia todo lo que me rodea: el mundo se ve como un campo de batalla donde los problemas se van sucediendo uno detrás de otro, sin descanso; mi valoración de los sucesos y de las demás personas van en función de si me benefician personalmente o me perjudican. Vemos la vida como una sucesión de preocupaciones y tensiones. Nos sentimos sometidos constantemente a prueba. Esta es la auténtica razón de que haya tanta gente estresada, cansada, siempre esperando al fin de semana y a alas vacaciones, pues estar siempre batallando contra todo es realmente muy cansado, muy estresante. 

Actitud positiva, proactiva

Todos tenemos la capacidad, preciosa, de ver, de darnos cuenta de las ideas que tenemos aceptadas en nuestra mente y por las cuales solemos guiarnos. Y una vez las hemos detectado, objetivado (esto es, verlas como objetos, desde nuestra posición como sujetos que las observan), podemos también re-educarnos a nosotros mismos. La creencia de que esto no es posible, de que "nosotros somos como somos", es sólo eso, una creencia basada en no haber desarrollado nuestra habilidad innata de auto-observarnos con atención. 

Para llevar cabo esta reprogramación de nuestra actitud es importante tener claro que no hay que confundir los estados negativos con las dificultades exteriores,  las que tenemos que afrontar y son plenamente normales, naturales.  en cambio Los primeros los estados negativos son interiores, negativizan nuestra forma de ser y de estar en el mundo; con un estado negativo "a cuestas", los problemas exteriores son más pesados de resolver, hacen que nuestro esfuerzo por superar las dificultades de la vida sean más arduos, pues estamos como disminuidos por dentro.

Estuve hablando con un conocido del gimnasio donde voy de vez en cuando; tiene un físico realmente impresionante, no en vano entrena su cuerpo dos horas diarias siete días a la semana; combina el entrenamiento en boxeo tailandés (Muay Thai) con las pesas, y lleva algunos tatuajes grabados, que le dan aún más aspecto de "tipo duro". No obstante en la conversación me confesó que había pasado un par de meses decaído, deprimido, por "acontecimientos exteriores" según sus palabras, recalcándome que no era nada interior suyo, sino exterior. Me llamó la atención ese tipo hercúleo, en un estado interior deprimido, negado, por causas exteriores; no se daba cuenta de que su negatividad era totalmente suya, era elección suya, y que el exterior no tenía por qué provocar esa respuesta. Su personalidad no era ni de lejos tan fuerte como su cuerpo.

Cuando la persona reflexiona profundamente en esto, y además trabaja su visión interior, su conciencia plena de sus estados interiores, de sus condicionamientos, actitudes, sentimientos, se vuelve capaz de dejar a un lado la negatividad, de desconectar su estado interior de los problemas exteriores; entonces ve claramente que la vida, su vida, es siempre positiva, pues cualquiera que sea la dificultad externa, tanto si la resuelve como si no es capaz de hacerlo, eso no altera en nada su propia validez como persona, que siempre se está afirmando de forma positiva en su acción en el exterior. El triunfo deja de medirse por los resultados exteriores y pasa a estar conectado con la acción en sí, con el hacer todo lo posible en cada momento, con esa sinceridad en la acción, en la expresión de la persona, con ser uno mismo, ese es el triunfo. Claro que se sigue buscando y valorando el éxito externo, pero interiormente ya no se depende del resultado. 

Forma de conseguirlo

En este blog nos limitaremos a las técnicas basadas en la relajación y la atención plena. La relajación vivencial nos permite relajar esas tensiones continuadas que hemos desarrollado en lo que vemos como una lucha continuada, y nos ayuda a tomarnos las cosas con otra perspectiva; además, el tomar plena conciencia de los estados relajatorios nos prepara para esa auto-observación de nosotros mismos necesaria para desactivar los condicionamientos negativos. Complementando la relajación con la reflexión calmada de todo lo que hemos dicho, y combinándolo con prácticas de atención plena y de autoobservación, podremos ir desmontando las reacciones y actitudes negativas. Puede ser un proceso largo,  pero muy satisfactorio y provechoso, y además lo iremos notando a medida que progresemos, no es necesario llegar a un nivel avanzado para beneficiarse de ello.