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dilluns, 24 de desembre del 2018

Volviendo a la inocencia con sabiduría

La mente de cualquier adulto generalmente está llena de pensamientos, yendo y viniendo y volviendo ... en un carrusel sin fin.

¿Recuerdas cuál era tu estado mental en tu infancia? ¿Qué pensamientos llenaban tu mente?

 

Probablemente bien pocos, era impulsos simples, deseos inmediatos, percepciones directas ... más que un pensar era un simplemente estar allí, viviendo el momento en el momento.

A medida que más retrocedes en tu infancia, menos pensamientos encuentras; Tal estado mental se llama inocencia. Y es un estado agradable, feliz, en paz, pero muy despierto, muy vivo.

Hoy en día, la meditación es un tema de tendencia en Occidente, y uno de sus objetivos es reducir el número de pensamientos involuntarios.


Meditar es como regresar a aquel estado mental tan pacífico, el de nuestra infancia: simplemente esté aquí y ahora, despierto, observando, percibiendo.

Pero no es el mismo estado infantil: un niño reacciona a las percepciones, actúa impulsado por los deseos, es movido por sus emociones como un barco a la deriva es movido por el viento y las olas; en cambio, un meditador adulto experimentado no reacciona automáticamente, y no es impulsado por deseos ni emociones, su mente es estable, tiene un temperamento ecuánime, y en el centro profundo de esa mente hay un observador que contempla toda la escena, contempla delante suyo el mundo corriendo y girando.



Desde ese centro profundo de la mente, el observador no se ve afectado por nada. Cuando debe actuar lo hace, pero actúa, nunca reacciona. Tal estado mental se denomina sabiduría, es un estado de visión amplia, libre de prejuicios, pero que posee el conocimiento, la experiencia de una vida, que puede usar y usa cuando es necesario.

Entonces a través de la meditación podemos volver a la agradable inocencia, pero esta vez con conocimiento, con sabiduría. Tener conocimiento no significa estar pensando continuamente, por el contrario, los pensamientos se reducen al mínimo, los pensamientos involuntarios ya no están allí.


 Nos convertimos progresivamente en un inocente sabio.

diumenge, 18 de novembre del 2018

Aceptación positiva, con plena conciencia

La aceptación de lo observado es junto con la observación atenta de los que sucede la base de la práctica de la atención plena - mindfulness, y también suele ser la parte menos comprendida, porque aceptar suele identificarse con rendirse, con dejar de intentar buscar soluciones, con el derrotismo, en definitiva con actitudes pasivas o negativas. Por otra parte no aceptar la realidad puede generar fácilmente frustración. Pero hay un punto de equilibrio entre aceptar las cosas con actitud derrotista y no aceptarlas y frustrarse por ello.

Aceptación positiva

La aceptación a la que se refiere la práctica de la atención plena es un hacerse cargo de la situación, tanto si es en presente como si está en el pasado. Esto es, no negarla, aquello está sucediendo o ha sucedido, y después asumir una actitud pro-activa, positiva, hacia ello. Lo contrario de esta aceptación es negar la realidad, no querer verla, ocultarla o intentar pasarla por alto, o simplemente oponerse a ella de forma reactiva, emocional. La aceptación positiva es, primero de todo, interior: en nuestro pensar aceptamos que eso es así, lo sabemos; en cambio en el exterior podemos intentar hacer muchas cosas para cambiar la situación, pero desde esa aceptación interior a lo que es.  Algunos ejemplos de aceptación positiva:

Un misionero o un colaborador de una ONG, destinado a un país como India o a países africanos, ve la miseria a su alrededor, la acepta interiormente, y gracias a esa aceptación es capaz de no caer en la frustración y otras actitudes negativas, y estar muchos años, día a día, trabajando para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de ese denominado tercer mundo. 
Un enfermo terminal que acepta interiormente su situación tampoco cae en la depresión, que es un estado emocional surgido de la no aceptación, y por ello será capaz de disfrutar de todo aquello que pueda disfrutar en ese último período de su vida, en vez de perderlo lamentándose hasta el final.
Y un ejemplo de aceptación negativa:
Un joven, sensible a la realidad social, la encuentra absolutamente equivocada, no ve en ella casi nada bueno, sólo ve problemas, injusticias, conflictos. Es sensible a ello, pero no es un activista, pues cree que no se puede hacer nada para cambiar de verdad las cosas, hay demasiadas inercias al cambio, y él carece de los recursos necesarios. Exteriormente acepta porque no tiene más remedio, pero interiormente no lo acepta, al contrario, le produce cierta frustración.

Beneficios de la aceptación positiva

Cuando aceptamos plenamente, interiormente, nuestra mente no se desequilibra fácilmente por las situaciones difíciles: adquirimos ecuanimidad. Desde esa ecuanimidad, podemos valorar mejor la situación, y de ello resulta una mejor capacidad de acción encaminada a mejorar las cosas, si es que es posible. No te tomas la situación, que quizás es muy negativa, como algo personal, sino como algo que simplemente sucede. Al hacerlo así, abres la puerta a la comprensión amplia del porqué sucede lo que sucede, a la empatía con el que sufre, a la bondad de la aceptación tanto de lo bueno como de lo malo, y a una sabiduría práctica consistente en entender lo que sucede para poder hacer lo posible para mejorar las cosas en cada momento, y si no se puede hacer nada, se acepta también.

Como conseguirla

La mejor combinación para adquirir una habilidad como la aceptación positiva seguramente es la práctica de la meditación sedente (sentado) más la auto-observación atenta de cómo nos tomamos las cosas conforme suceden. 

Un esquema básico para la meditación de la aceptación positiva puede ser el siguiente:

  • Preparación: 2-3 minutos de respiración profunda y lenta, y/o estiramientos y/o auto-masajes para relajar el cuerpo.
  • Conciencia plena corporal: Fijar la atención plenamente al cuerpo: mínimo 5 minutos, y hasta 10-15, anclando la atención a las sensaciones de la respiración, del calor corporal, de su estado general, y sobre todo a la sensación de bienestar que suele estar ahí pero a la que no solemos prestar atención. 
  • Aceptar: recordar situaciones personales, vivirlas de nuevo, de forma desapegada, aceptándolas desde la ecuanimidad, desde la comprensión bondadosa ("no supe hacerlo mejor en ese momento", o "los demás no supieron", o "las circunstancias fueron las que fueron",  etc.). De 5 a 10 minutos.
  • Salida: como la preparación

diumenge, 4 de novembre del 2018

Tener "buen juicio" es una habilidad que deberíamos trabajar

Juzgar

Juzgar es formar una idea, una opinión, sobre una persona, una cosa o unos hechos, pero no una opinión cualquiera así en general, sino más bien en el sentido de decidir en favor o en contra, de afirmar o de negar, de ver como  correctos o incorrectos unos hechos y por extensión a las personas que los realizan, a sus actitudes y comportamientos.

Juzgamos continuamente

Se juzga en base a unas creencias personales, o a unas costumbres o unas normas escritas. Juzgar es innato en nosotros: lo hacemos continuamente, de forma automática, tanto a nivel personal como a nivel social, y por eso las sociedades modernas tienen una enorme cantidad de normativas, desde la de las comunidades de vecinos o de cualquier club social hasta el gobierno de la nación, y todas esas normas sirven para juzgar comportamientos, para afirmar que son correctos o no. 

Juzgar bien es complicado

Pero no obstante no existe ningún conjunto de creencias, costumbres o normas que sea completo, entendiendo por completo el contemplar todas las posibilidades y sus variantes que se presentan en toda acción humana; por tanto todo juicio será siempre hasta cierto punto parcial, incompleto e incluso puede llegar a ser claramente injusto, pues juzgar lo puede hacer cualquiera, pero ser justo no es tan fácil ni frecuente: ser justo tiene relación con ser equilibrado, exacto, preciso, estar en su justa medida.  

Este asunto de la incompletitud de toda normativa o conjunto de creencias como base para enjuiciar lo correcto o lo cierto y distinguirlo de lo incorrecto o lo falso ya fue establecido hace 100 años, a principios del siglo XX, por diversos pensadores e investigadores que dedicaron sus esfuerzos a buscar ese sistema infalible que permitiría establecer la verdad sin error alguno, pero seguimos actuando como si todavía existiera la posibilidad de la certeza absoluta. La historia de esa búsqueda de la certeza está muy bien explicada en un libro en formato de cómic, ameno y muy recomendable: Logicomix, una busqueda épica de la verdad

Juzgar para represaliar

Juzgar como negativo o incorrecto el comportamiento de una persona de por si cierra la puerta de la comprensión sobre su comportamiento, pues ¿para qué entenderlo si lo vemos como incorrecto? En cambio el juzgar negativamente abre otra terrible puerta: la que nos lleva a la represalia, la hostilidad, la ira, el querer castigar, querer venganza y la emotividad negativa. No en vano para muchas personas obtener justicia es sinónimo de obtener venganza. Este es también un comportamiento típico humano, el represaliar al que obra mal, es un instinto heredado, un acto de defensa que en principio es correcto, pero que hay que vigilar de cerca para no caer en la negatividad irracional. Pues lo "malo" tampoco es un concepto claramente definido, universal, sino relativo.
Justicia clásica: aplicar ciegamente
las normas y castigar (con la espada)
su incumplimiento. Podemos hacerlo mejor.


Juzgar para mejorar como personas

Viéndolo desde otro punto de vista: ¿cuál debería ser la utilidad del juzgar como correcto o incorrecto? Podríamos decir que es detectar comportamientos erróneos para en la medida de lo posible corregirlos, pero ya hemos dicho que el concepto erróneo no es absoluto sino relativo. Las acciones que son dañinas, para uno mismo o para otros, podrían parecer buenos candidatos para ser etiquetadas como erróneas; pero  a menudo ese daño proviene de mantener una cierta posición mental cerrada que al sentirse cuestionada reacciona con negatividad y dolor, a veces simplemente actuar de forma diferente a lo que se espera de nosotros ya está dañando, ¿es correcto entonces juzgar como malas tales acciones?

¿El desmontar unas creencias, dañando entonces a la personalidad que se apoya en ellas, es "malo"?  Depende de cómo se haga, y de las circunstancias en las que se haga. Es complicado, hay muchos matices y condicionantes a tener en cuenta en el momento de juzgar. Y no obstante necesitamos tener una opinión en la que apoyarnos, necesitamos tener un juicio formado.  

El buen juicio es no personal

Una manera infalible de mejorar nuestro juicio es, y no es fácil de hacer,  olvidarnos de nosotros mismos cuando vayamos a juzgar. ¿Por qué? Porque entonces será un juzgar imparcial, no somos parte interesada en el juicio, y podemos ver las cosas con perspectiva. Podremos juzgar para ayudar al otro, para poder opinar sobre cómo mejorar la actuación, y no para protegernos a nosotros. Por esto se pide imparcialidad en los jueces, aunque es casi como pedir la Luna, ya que cuando lo que juzgan les concierne personalmente, difícilmente serán capaces de mantener la imparcialidad, como ocurre en casi todas las personas.
 
El renunciar a protegernos a nosotros mismos, el enjuiciar sin motivos personales, desactiva el instinto de supervivencia-defensa, que es el que conduce al deseo de represalia y otras emociones negativas, y es lo que nos hace imparciales, ja que no somos parte interesada en el juicio. Esto ya es un gran avance en el juzgar, es necesario, pero no es suficiente, incluso así aun podemos equivocarnos mucho en nuestro juzgar, pues todavía sigue estando presente el otro gran problema, la incompletitud de nuestro conocimiento, de nuestro discernimiento racional. 

Necesitamos también la humildad de reconocer que no lo sabemos todo, que no lo comprendemos todo, añadiendo entonces prudencia, reconocer las circunstancias, el ser comprensivos y benevolentes con aquello que vamos a juzgar, que en definitiva son personas como nosotros, imperfectas. En suma, para juzgar como más sabios seamos mejor, más justos seremos.

Buen juicio en situaciones muy personales

Entonces las situaciones en las que será más complicado mantener un buen juicio serán aquellas altamente personales, en las que nos atacan verbalmente o se nos muestra hostilidad manifiesta, o bien cuando nos sentimos traicionados o desengañados por alguien en el que confiábamos.

En efecto, es difícil mantener el buen juicio cuando alguien te juzga injustamente, o al menos eso crees, y por ello te agrede con su actitud hostil. Puedes sentir la emoción negativa de ser tratado injustamente,  la indignación,  que fácilmente puede hacer que reacciones con más hostilidad, creando un círculo vicioso entre tu y tu atacante. En esta situación es preciso aplicar los mismos principios: olvidarte de ti mismo, relajarte, procurar no sentirte dañado, no lo serás si tu no te dejas, y  no quedarte con la negatividad sino al contrario intentar ser proactivo: mirar de entender la motivación profunda del otro que suele ser miedo a ser dañado de alguna manera.  A menudo la otra persona es inconsciente de su miedo, su reacción de ira contra ti es también en buena parte inconsciente, y reaccionar  contraatacando reforzará todavía más la ira.
 
¿Cómo mantener en esas situaciones la imparcialidad? La emotividad de esas situaciones tan personales fácilmente nos arrastrará, y nos lo tomaremos todo como muy personal, seremos muy parciales en nuestro juicio.  

Ira: nos han juzgado negativamente
Aquí es en donde entra en escena la inteligencia emocional, que nos permite gestionar la emotividad sin dejarnos llevar por ella. Una excelente herramienta de gestión emocional es la práctica de la atención plena. Combinándola con los otros factores que hemos mencionado, prudencia, benevolencia, ser comprensivos, querer ayudar en vez de querer defendernos, nos permite conservar nuestro buen juicio incluso en medio de las circunstancias más adversas. Y si tenemos que defendernos, lo haremos en su justa medida, sin caer en batallas sin sentido y en la sinrazón. 

Entrenar la habilidad de mantener el buen juicio en situaciones personales

Se realiza dos tipos de trabajo: meditación diaria en soledad, y trabajo práctico durante situaciones complicadas con otras personas.
Damos a continuación un esquema  de sesión de meditación de unos 25 minutos para entrenar la capacidad de mantener el buen juicio en situaciones complicadas; suponemos que la persona ya ha practicado meditación básica durante un tiempo y por ellos está preparada para aplicarla a este caso práctico, si no es así recomendamos empezar por una práctica meditativa básica diaria y mantenerla por al menos 2 meses antes de empezar esta práctica específica.

Fase 0: preparación. Como en cualquier sesión de meditación, hay que preparar el cuerpo para tenerlo inmóvil pero bien despierto durante toda la práctica.
Fase 1: Práctica de la conciencia plena corporal. Durante 10 minutos atendemos plenamente al cuerpo (estiramientos y auto-masajes con plena atención, observar la respiración, escáner corporal, ...). Ojos abiertos o cerrados, como convenga.
Fase 2: Atender plenamente a las emociones negativas: preferentemente con los ojos cerrados, rememoremos alguna situación en la que hemos sido agredidos verbalmente o tratados con hostilidad o injustamente, o engañados, etc, una de esas situaciones que comportan emotividad negativa, y durante 5 minutos aproximadamente contemplemos esa escena y nuestra emotividad sin emitir juicio alguno, solo observando, manteniendo la distancia, como si estuviéramos viendo una obra de teatro, sin tomar partido. Estemos muy atentos a ello, y si notamos que emerge cualquier pensamiento sobre lo observado, no le prestemos atención, y volvamos a simplemente atender a la escena.
Fase 3: Reprogramar nuestra respuesta. Imaginemos ahora que volvemos a vivir esa situación pero esta vez ya tenemos plenamente desarrollada nuestra capacidad de mantener el buen juicio, estamos provistos de ecuanimidad, benevolencia, comprensión del otro, y deseo de ayudar a mejorar el clima que se ha enrarecido con emociones negativas, no nos defendemos, si no que intentamos comprender y ser proactivos, positivos. Procuremos visualizar no solo las imágenes sino la sensación sentida de paz interior y deseo de ayudar a mejorar la situación. Nos quedamos ahí unos 5 minutos.
Fase 4: Salida. Volvemos poco a poco a la conciencia habitual, abrimos los ojos, y saboreamos el estado emocional y mental en el que nos encontramos ahora. Un minuto. 

El trabajo práctico durante situaciones complicadas con otras personas consiste en, cuando nos suceda, acordarse de respirar profundamente unos instantes, sentir esa respiración, sentir como las emociones alteran el cuerpo, permitirlo y experimentarlo plenamente sin reaccionar, esto es muy importante, observar sin reaccionar por unos instante antes de actuar. Y mientras actuamos, intentar seguir conscientes de nuestro estado momento a momento. Este es el primer paso: gestionar la emotividad. Más adelante, cuando lo tengamos más o menos asumido, podremos ir incorporando los otros elementos en nuestra respuesta: ecuanimidad, benevolencia, comprensión del otro, deseo de ayudar, y si nos defendemos hacerlo en su justa medida.





dissabte, 27 d’octubre del 2018

Convicciones

Convicciones y creencias

Convicción, del latín convictio (creencia firme), compuesta de con (junto con), vincere (vencer) y el sufijo -ción (efecto, acción de), se refiere a una idea o esquema mental que se cree absolutamente cierto y que por ello la persona lo aplica a su comportamiento, opiniones y demás elaboraciones mentales. Como en cualquier creencia, se puede estar convencido de algo sin poder demostrar a los demás la verdad de la creencia, incluso sin poderlo demostrarlo a uno mismo. 

Como usamos las convicciones para juzgar con parcialidad

Las convicciones son parte de esa base sólida de ideas propias que la mente utiliza para poder juzgar situaciones y personas en base a esas creencias; siendo el juzgar una de las funciones básicas de la mente, está claro que se crea una necesidad innata de mantener algunas convicciones personales. Si no tengo ninguna convicción, ¿puedo opinar, juzgar, hechos y comportamientos, como correctos, incorrectos, acertados, desacertados, etc? En la siguiente figura vemos en un esquema cómo la mente genera juicios a partir tanto de conocimientos sólidos, fundados, como de creencias más o menos fundadas.

Elaboración habitual de juicios de valor y opiniones
En este modo de funcionar se ven varios problemas:
  • creamos juicios no sólo a partir de conocimientos firmes, si no también a partir de creencias mantenidas como verdades pero que pueden serlo de forma parcial, o incluso no serlo en absoluto;
  • la persona, o más precisamente, la personalidad común, se confunde con sus ideas, creencias y juicios de valor, en un entramado conocido como ego, o identidad psicológica, por ello, ciertos hechos o contradicciones a las creencias  de la persona son vistos, a menudo inconscientemente, como amenazas a la propia persona, a su sistema de creencias, y por consiguiente la persona reacciona a la defensiva rechazando aquello que la niega;
  • los juicios en los que participa ese ego a menudo son automáticos, reactivos, no se decide juzgar algo, simplemente sucede, juzgamos sin decidirlo, es un comportamiento típico del ego el reaccionar automáticamente ante supuestas amenazas.
Veamos algunos ejemplos de como sucede esto continuamente. En el siguiente caso una convicción firme, semejante a "la escuela privada concertada es mala para la igualdad de oportunidades, por tanto debería ser erradicada", ha sido creída e interiorizada hasta tal punto que no hay tonalidades de opinión para la persona, sino solo blanco o negro, y cualquier opinión no coincidente es atacada inmediatamente, convirtiendo una conversación sobre intereses profesionales mutuos en un combate dialéctico sin salida.

Un grupo de docentes de la escuela pública está conversando sobre innovación educativa en un descanso, surge el tema de la diferencia de recursos disponibles entre la pública y la concertada, uno de ellos en seguida que nombraremos como A adopta una postura muy crítica del estilo de "deberían retirar todas las subvenciones a la escuela privada, no quiero que mis impuestos se destinen a escuelas elitistas", otra docente que llamaremos B replica "esas escuelas también realizan un servicio público, y además la mayor parte de su financiación procede de fondos privados", entonces A reacciona diciendo "esto si que no me lo esperaba de ti, defender la escuela privada, con razón la derecha tiene más votos que nunca ..." con lo que la conversación inicial degeneró en una discusión sobre política mezclada con reproches mutuos.
La situación política actual es otro claro ejemplo de cerrazón en las convicciones personales, no sólo entre políticos profesionales, sino en general. Cuando las convicciones personales sobre la sociedad son cuestionadas, a menudo se recurre a argumentaciones falaces, al negacionismo de realidades, o incluso a la descalificación del presunto "adversario" que sólo pretende ofrecer un punto de vista alternativo a una realidad compleja. Además de mantener opiniones como si fueran verdades absolutas debido mezclar el ego personal con el asunto, además aquí suele haber presente una gran falta de humildad, creyendo poseer la verdad absoluta sobre realidades muy complejas que muy pocos, o quizá nadie, son capaces de entender completamente. Sólo hay que ver un debate televisivo para verlo.

La aportación que la práctica de la conciencia plena puede hacer

La práctica de la atención plena (o mindfulness) así como de otros tipos de meditación relaja la identificación con nuestras opiniones, debilitando el ego psicológico, y por ello dejamos de tomarnos nuestras propias ideas como algo personal, pasan a ser simplemente conocimientos más o menos consolidados, siempre revisables, siempre abiertos a mejorar nuestra comprensión de la realidad. Por ello nuestra actitud deja de ser reactiva, a la defensiva, y pasa a parecerse a la de un investigador de la vida, siempre dispuesto a compartir lo que sabe y a aprender cosas nuevas, Nos volvemos imparciales, libres de cambiar de opinión si es necesario. Además esta actitud nos abre a la empatía con otras formas de ver el mundo. El siguiente esquema intenta ilustrar este cambio de modo de funcionar.
Con conciencia plena nos sentimos libres para revisar nuestras creencias





En este blog ya habíamos hablado de este tema tan importante, el ser capaz de formarnos una imagen de la realidad que sea imparcial, integradora, empática con otras visiones, en diversas ocasiones:





dimarts, 16 d’octubre del 2018

Meditar para el bienestar emocional y mental

El autor de este ensayo es un estudiante de 18 años que vive en Leicester, Reino Unido. Traducido y resumido del original en inglés.

El año pasado casi abandono la escuela.

Estaba dividido entre dos mundos: mi padre en Gales, un individuo inteligente y carismático, y mi madre en Leicester, que siempre había sido amable y paciente. Después de años de no entender el conflicto entre los dos, tuve que averiguar más sobre el mundo de mi padre. Me fui a Gales en enero de 2017 con la intención de no volver.

Sin embargo, volví a Leicester la semana siguiente, después de haber experimentado de primera mano las burlas coercitivas y el comportamiento destructivo de mi padre. Esto fue suficiente para darme cuenta de lo que realmente es vivir con problemas de malestar mental, y de que necesitaba un método confiable para poder controlar mi propia mente.

Muchas personas de mi edad tienen que lidiar con relaciones perturbadoras, problemas de identidad y género, abuso de drogas y alcohol, y las luchas con problemas emocionales y mentales a largo plazo como la depresión y la ansiedad. Algunos acuden a facultativos para manejar estos problemas. Si bien estas son vías válidas, para mí la solución ha sido la meditación.

¿Cómo medito?

Al meditar, me siento con las piernas cruzadas, excluyo al mundo exterior y me concentro en desarrollar sentimientos positivos específicos, como el amor o la compasión. A veces, lo único en lo que puedo concentrarme es en el dolor en mis rodillas, pero cuando cesan todas mis distracciones, puedo sentir una profunda sensación de calma y paz.

"¿Y qué?", Podría decir: "Me siento bastante relajado después de un par de cervezas. Esto suena como una tontería para mí ".

Probablemente hubiera estado de acuerdo con eso hace uno o dos años. De hecho, es cierto que para las primeras sesiones es posible que no experimentes resultados instantáneos. Hay mucha confusión acerca de la meditación. Algunas personas piensan que se trata de perderse a uno mismo, mientras que otras piensan que se trata de encontrarte a ti mismo; algunos piensan que la meditación tiene que ver con parar la mente y ser como una piedra. Para mí, después de soportar tanto dolor y confusión durante mi infancia, estaba decidido a encontrar un método que, basado en el razonamiento lógico, estuviera dirigido a producir resultados positivos duraderos.

Después de investigar varias tradiciones y escuelas de meditación, descubrí que una parte clave del proceso meditativo es poder identificar los estados mentales que producen sentimientos negativos y luego trabajar para reducirlos e identificarlos. Y también con los estados de ánimo positivos trabajando para aumentarlos. Por lo tanto, la meditación es una metodología para familiarizar la mente con la positividad.

¿Cómo mejora la meditación nuestro bienestar emocional y mental?

La principal fuerza motriz de la meditación es la concentración y la atención plena. Al aprender a concentrarnos únicamente en estados mentales positivos sin distracciones, nos entrenamos para desarrollar patrones de pensamiento positivos. Esto es similar a un músico practicando escalas y acordes, o entrenar nuestros músculos en el gimnasio a través de repetición de ejercicios. Finalmente, a través del entrenamiento en meditación, las secuencias mentales positivas se arraigan, se estabilizan, y es posible acceder a ellas sin esfuerzo. Como el bienestar emocional y mental provienen de estados mentales positivos, podemos entender cómo la meditación, cuando se practica correctamente, tiene un gran poder para mejorar nuestro bienestar.

La evidencia

Para saber más sobre cómo la meditación ha ayudado a otros, hice un estudio de caso de cinco personas que usan la meditación: un médico, un practicante budista, un investigador y dos de mis amigos en la universidad.

1) La doctora Judith Casson, médico de cabecera en Hinckley, ha estado practicando meditación de atención plena durante quince años. Ella ha descubierto que es una herramienta inestimable para su propia salud mental y ha sido testigo de la implementación positiva de las prácticas de atención plena en colegas médicos y en sus pacientes. Ella piensa que la meditación es como "sembrar una semilla de la cual crece la compasión y la paciencia a largo plazo".
2) Existe abundante evidencia científica de que la meditación mejora la salud mental. La neurobióloga Sara Lazar, PhD, afirma en una entrevista con el Washington Post que, después de realizar estudios, se descubrió que la meditación aumenta la materia gris en diferentes partes del cerebro, incluido el hipocampo izquierdo que se asocia con la regulación de las emociones. Esto podría probar un vínculo neurobiológico directo entre la estabilidad emocional y la meditación.
3) Derek es un practicante budista que comenzó a meditar hace casi cincuenta años. De niño, luchó con serios problemas de salud y casi muere. "Tuve que aprender a lidiar con una gran cantidad de sufrimiento y tormentos mentales, que actuaron como un gran incentivo para tratar de trabajar con mi mente". 45 años más tarde, ahora es capaz de mantener la estabilidad mental a pesar de los continuos problemas de salud.
4) Después de solo un mes de practicar una meditación básica de atención a la respiración, mi amiga Ellie, quien sufre de trastorno de estrés postraumático y ansiedad, dice: "La meditación me ha permitido encontrar la paz en los momentos más difíciles, ha sido un auténtico cambio de vida". De manera similar, mi amigo Alex, que sufre de parálisis cerebral y depresión, también ha recurrido a la meditación. En sus palabras, "Me ha dado claridad cuando la racionalidad sale por la ventana".
5) En mi caso, después de un año y medio de practicar la meditación, yo mismo soy mucho máscapaz de lidiar con los desafíos diarios, mi estrés se ha reducido, no me frustro tan fácilmente y rara vez me deprimo. La mayoría de las veces no estoy desconcertado cuando las cosas no salen como esperaba. Mi empatía y compasión han aumentado dramáticamente y también puedo pensar con claridad y organizar mi tiempo. No soy perfecto, pero puedo ver claramente una trayectoria ascendente de paz y estabilidad mental.

¿Dónde estoy ahora?

Ha pasado un año y medio desde que tuve que cortar lazos con mi padre, y aunque todavía estoy lidiando con el dolor y la pérdida, la meditación me ha ayudado a seguir adelante y puedo enfrentar mis adversidades con una mente feliz. Al meditar en la compasión, también aprendí a ver las cosas desde la perspectiva de mi padre, que me abrió los ojos al comprender su sufrimiento.

Al igual que convertirse en piloto lleva muchos años de entrenamiento y conocimiento, desde mi propia experiencia, creo que a través de la práctica constante podemos volar nuestra mente hacia una salud mental profundamente mejor a través de la meditación.





dilluns, 24 de setembre del 2018

Conciencia plena mientras dormimos

Nuestra mente es un fluir continuo de conciencia momento a momento, un poco como un suministro interno de noticias de última hora de Twitter. Si nos quedamos dormidos con una mente no en calma, entonces nuestro suministro de noticias durante el sueño reflejará eso. Por ejemplo, podemos tener un sueño intermitente, o un sueño inquieto o despertar a las 3 a.m. incapaces de conciliar el sueño debido a pensamientos ansiosos.

En cambio si nos tomamos una pequeña cantidad de tiempo cada noche antes de quedarnos dormidos para pacificar y relajar nuestra mente, entonces nuestro suministro de "noticias mentales" reflejará ese estado. Nuestro sueño será más profundo y más reparador, e incluso podemos tener sueños reveladores que nos pueden ser de ayuda al despertar. Practicando más, podemos llegar a meditar mientras dormimos.

Atención plena sutil, durante el sueño


El entrenamiento en atención plena durante el sueño es un método especial conocido de hace mucho dentro por ejemplo del Budismo (Yoga del sueño: Dream Yoga). Todas las noches hay muchas imágenes y sensaciones en nuestra mente, como nuestros sueños y otras apariencias sutiles. Al comienzo de nuestro entrenamiento, carecemos de una  atención suficientemente sutil, por lo que no recordamos ninguna de estas cosas. Sin embargo, al afinar nuestra atención eventualmente podremos recordar nuestros sueños todas las noches.

Al aprender a identificar cuándo estamos soñando podremos soñar lúcidamente, lo que significa estar más o menos conscientes de que estamos soñando, con un cierto control sobre lo que sucede, y así transformar la experiencia del sueño en experiencias de auto-conocimiento.

Encontrar veinte minutos al día para meditar puede ser para muchos un desafío, ¡qué increíble sería si pudiéramos utilizar las horas de sueño para la meditación profunda e ininterrumpida todas las noches! Esta práctica hace que el tiempo que dormimos sea increíblemente productivo.

Para desarrollar esta habilidad, debemos tratar de entrenar todas las noches, comenzando cuanto antes mejor. Al fomentar la costumbre, crearemos nuevas conexiones cerebrales, como es sabido que ocurre siempre que nos esforzamos en adquirir nuevas habilidades, que algún día nos permitirán meditar durante toda la noche sin esfuerzo.

Entrenamiento de la atención sutil 

Establecer la determinación de permanecer atento durante toda la noche es fundamental para el éxito de esta práctica. Necesitamos tener un deseo sincero de poder llevar nuestra conciencia a través de la noche sin olvidar. Antes de intentarlo, podemos meditar brevemente sobre nuestra decisión de mantener la conciencia de que estamos soñando hasta que nos despertemos.

Necesitaremos paciencia en esta práctica porque estamos contrarrestando el hábito profundo mantenido toda la vida de volvernos inconscientes cuando nos dormimos. Es fácil frustrarse por la mañana cuando nos despertamos y sentimos que no recordamos nada, no debemos caer en el desánimo, recordemos que cada intento sincero, decidido, lentamente irá creando las conexiones cerebrales necesarias, quizá lentamente pero firmemente, si nuestra decisión también se mantiene firme

Podemos distinguir varios niveles de desarrollo de la habilidad, y cada uno de nosotros decidirá hasta cual pretende llegar.

  • Nivel 1: seguimos inconscientes mientras dormimos, pero al relajar profundamente nuestra mente antes de caer dormidos, nuestro sueño mejora en calidad, descansamos mejor. Para entrenar la habilidad necesaria, antes de caer dormidos meditamos sobre algún tema relajante, o éticamente elevado, sobre la bondad, etc, intentando sentir como el objeto escogido se va difuminando conforme nos dormimos, acompañando el proceso. La tradición hindú aconseja la repetición de mantras antes de caer dormido. Al día siguiente al instante de despertar, y antes de moverse, dedicar unos pocos minutos  a recordar nuestro estado antes de caer dormidos, y a sentir nuestro estado actual,  de semi-vigilia.
  • Nivel 2: somos capaces de darnos cuenta de que estamos soñando, y podemos retener un recuerdo parcial del sueño cuando despertamos;  por ello, somos capaces de mantener un diario de sueños, donde registramos parte de lo que soñamos cada noche. Este diario sirve como refuerzo para la habilidad: nuestro cerebro se da cuenta de que nos interesa recordar el sueño, para al día siguiente registrarlo en el diario, y por ello refuerza la habilidad necesaria. 
  • Nivel 3: despertamos parcialmente en el escenario del sueño, y podemos hasta cierto punto controlarlo. Seremos capaces de bloquear los malos sueños y disfrutar de los agradables. Es la continuación del nivel anterior, al que llegaremos si nuestra decisión de seguir mejorando nuestra conciencia sutil es firme.
  • Niveles superiores: nos damos cuenta de que nosotros no somos ese cuerpo que nos representa en el sueño, si no que somos la conciencia, que puede identificarse con el soñador o bien elevarse y contemplar de forma no identificada todo el escenario y sus protagonistas. Es muy parecido a lo que puede suceder  en una meditación de conciencia plena durante la vigilia, en la que el meditador es un observador sin juicio pero con conciencia plena de todo el escenario, que incluye su propio cuerpo, emociones y pensamientos. Dependiendo de la persona concreta, diversas tradiciones (como el Sufismo o el Budismo) consideran que este estado puede conducir a experiencias de tipo místico.

"Cuando despertamos de un sueño a la conciencia despierta, no pasamos de la irrealidad a la realidad, pasamos de un nivel inferior de realidad a un nivel superior. Y, dicen los místicos de todas las religiones, hay un nivel aún más alto, comparado con el cual esta vida despierta nuestra es tan insustancial como un sueño.
Sin embargo, hasta que nos despertemos, nada suena más absurdo que la afirmación de que estamos soñando, y nada parece más sólido que este mundo de los sentidos. ¿Por qué debería ser así? Si la bondad original es nuestra naturaleza real, ¿por qué no podemos verlo así? La respuesta es simple: porque vemos la vida no como es, sino como lo que nosotros somos. Vemos 'a través de un cristal oscuro', a través de las lentes distorsionantes de la mente: todas las capas de sentimiento, hábito, instinto y memoria que cubre el núcleo puro de la bondad en lo profundo ".  Eknath Easwaran.

Referencias

 

divendres, 7 de setembre del 2018

Sin palabras

Las palabras representan conceptos, acciones, y relaciones entre ellos, nos sirven para hacernos una idea de la realidad, y para transmitirla a otros.

Pero la realidad es demasiado grande, demasiado compleja, para ser encerrada, representada por ideas, conceptos y palabras. La simple vivencia directa de lo que está ocurriendo, momento a momento, está más allá de cualquier descripción conceptual. La misma vida es en sí indefinible. Las cosas más importantes de nuestra vida, son casi imposibles de describir, y si lo hacemos, las reducimos, no somos capaces de explicarlas como son realmente. 
Explicar a alguien un paisaje no le transmite la vivencia personal
 
Pensemos en alguna situación importante de nuestra vida; si tenemos que reproducirla en palabras, sólo podremos mencionar aspectos parciales de la experiencia vital que tuvimos, incluso siendo muy buenos relatando acontecimientos, nuestra vivencia interior se resistirá a ser conceptualizada, reducida a palabras. 

Vivimos todo aquello de los que somos conscientes, y sólo de lo que somos conscientes, pero la propia consciencia en sí está más allá de cualquier descripción exacta, sólo podemos describir aspectos parciales de ella. Por ello, nuestros contenidos de conciencia, también se resisten a ser totalmente explicados, reducidos a palabras. Frecuentemente vivimos estados que no somos capaces de describir con exactitud.

Se nos ha educado para conceptualizarlo todo, nos pasamos la vida pensando casi compulsivamente, pero la vida en sí no es ningún concepto. ni ningún conjunto de conceptos, es mucho más que eso. No hay palabras para describir la vida, como no hay palabras para describir lo que somos, la totalidad que somos. Y no obstante, podemos descubrir lo que es la vida y quienes somos nosotros, pero para ello debemos abrir la mente a la vivencia no conceptual, es necesario experimentar directamente la vida con curiosidad, con atención, sin juzgar, sin querer reducirlo todo a conceptos, simplemente percibir y comprender. Y lo que entendamos, saber que no podremos representarlo con palabras, pues nos quedaremos sin palabras. Como mucho sólo podremos dar aproximaciones, señalar una dirección, pero no ir más allá, hay que vivirlo en primera persona, no puede explicarse.


dilluns, 13 d’agost del 2018

¿Estamos en Matrix?

¿Alguna vez has tenido esa sensación de que no estás seguro si estás despierto o todavía estás soñando? Matrix, la película.

La película "Matrix" fue innovadora,  se atrevió a representar algo que hasta entonces era un concepto vago o impensado, excepto para aquellos que tenían un interés activo en las filosofías orientales. "Matrix está a nuestro alrededor", decía el iniciado Morfeo al neófito Neo: una referencia simbólica al mundo ilusorio (maya en la filosofía hindú), nada más que una simulación digital proyectada en el cerebro. Quizá durante milenios esta visión estaba restringida a los seguidores de filosofías orientales, pero la Física empezó a sospechar lo mismo en los inicios del siglo XX; por ejemplo, Sir Artur Eddington, reputado astrofísico experto en Teoría de la Relatividad, ya hablaba en esa época en los siguientes términos:

El hombre de la calle siempre está haciendo una demanda de una explicación concreta de las cosas mencionadas en la ciencia; pero necesariamente debe quedar decepcionado. Hay cosas de la realidad que no tienen ninguna semejanza con nada de lo conocido en la vida cotidiana. El mundo externo de la física se ha convertido así en un mundo de sombras. Al eliminar nuestras ilusiones, hemos eliminado la sustancia, porque de hecho hemos visto que la sustancia es una de las más grandes de nuestras ilusiones. Los núcleos de fuerza eléctrica dispersos en el vacío se convierten en un sólido tangible; su inquieta agitación se convierte en el calor del verano; su aún más tenue vibración etérea se convierte en un hermoso arco iris. Surgen nuevas significaciones que difícilmente pueden explicarse con palabras. En verdad que la comprensión sincera de que la ciencia física se refiere a un mundo de sombras es uno de los avances recientes más significativos. A. Eddington.
Es realmente impresionante que la ciencia, investigando el mundo material, haya llegado a esas conclusiones, pero quizá aún es más impresionante que coincidan en buen grado con las afirmaciones de los antiguos y modernos místicos. Parece pues que el ser humano tiene la capacidad latente de ver más allá de la sólida apariencia, sin usar los sofisticados medios de la Física. ¿Cómo puede ser?

En 101 cuentos clásicos de la India, de Ramiro Calle, se cuenta la historia de un joven pez que pregunta a otro más sabio, "oye, ¿tu sabes lo que es el mar?, ¿realmente existe o es una leyenda?" a lo que el pez sabio responde "amigo, naces, vives y mueres en el mar, te alimentas y reproduces en él, tu cuerpo está hecho del material del mar, estás rodeado de él, e incluso siendo así, ¿tu me preguntas por su existencia?.  Esta puede ser la situación: como en Matrix, estamos inmersos en una realidad aparente, y nos confundimos con ella, siendo difícil despertar de este sueño. De nuevo A. Eddington nos da su parecer en este aspecto:

El universo es de la naturaleza de un pensamiento o sensación en una Mente universal ... Para poner la idea crudamente: las cosas del mundo son material mental. Por supuesto, la sustancia mental del mundo es algo más general que nuestras mentes conscientes individuales; pero podemos pensar que su naturaleza no es del todo ajena a los sentimientos en nuestra conciencia ... Habiéndolo concedido así, la actividad mental de la parte del mundo que nos constituye no causa gran sorpresa; lo conocemos por auto-conocimiento directo, y no lo explicamos como algo distinto de lo que sabemos que es, o más bien, se conoce a él mismo como lo que es. A. Eddington
Para Eddington no es tan sorprendente que seamos capaces de "ver" la naturaleza real de todo pues nosotros mismos somos parte de ese "Matrix", y a través del auto-conocimiento, de la meditación, de la reflexión profunda, al mismo tiempo que nos conocemos a nosotros mismos también estamos conociendo la realidad.

El despertar a esta conciencia de ser "una sombra dentro de un mundo de sombras" necesariamente ha de ser gradual; si no se ha trabajado metódicamente, pacientemente, el auto-conocimiento y la auto-conciencia, el imaginar un mundo así, en el que todo lo que parece sólido son formaciones mentales en último término ilusorias  se hace desagradable a la persona, más bien poco o nada deseable. Pero la vivencia que se experimenta, si se hace bien, es otra muy distinta: a medida que "despertamos" nuestra mente parece que se llena de luz y vitalidad, de visión clara, se vuelve estable, ecuánime, centrada. Y eso es solo el principio, aunque ya es mucho tener una mente así en nuestro acelerado y convulso mundo. Si se sigue trabajando, la conciencia que sobreviene está realmente más allá de la mente, y por tanto más allá de palabras, conceptos y explicaciones, hay que vivirla en directo para saber que es, hay que experimentarla. Y es una conciencia de plenitud, de estabilidad absoluta, de ser. Seguimos siendo capaces de pensar todo lo que queramos, solo que sabemos que somos mucho más que nuestro pensar. Tenemos este potencial, de desarrollar nuestra conciencia hasta trascender la mente, todos nosotros somos como Neo, con un potencial que no imaginamos, esperando pacientemente a ser utilizado.


divendres, 27 de juliol del 2018

No es lo mismo pensar que ser consciente. Aplicaciones prácticas.

Pensamiento compulsivo

Es sabido que la educación que hemos tenido las personas que hoy en día somos adultas ha sido preferentemente intelectual, racional, al menos desde que acabamos la educación infantil; teníamos que superar exámenes de asignaturas como matemáticas, historia, literatura, geografía, y otras que intentaban resumir todo el conocimiento de la humanidad parcelándola en temas separados, formando temarios a menudo bastante densos. La sociedad también funciona así, parcelada en profesiones, en especialidades, y además somete al ciudadano a presión continua parecida a los exámenes: hay que "ganarse la vida", hay que afrontar hipotecas, resolver problemas de todo tipo, familiares, personales, de la vivienda, de la comunidad de vecinos, del trabajo ... Todo este modo de vivir potencia al máximo el pensamiento racional, que está continuamente evaluando situaciones, analizando y buscando problemas y soluciones, hasta tal punto que llega un momento que ya no se sabe parar: incluso cuando no hay nada que hacer, cuando se puede descansar, la inercia del pensamiento sigue buscando problemas ... o recordando problemas pasados, nos hacemos adictos al pensar.

Consciencia y campo de conciencia

La conciencia no está bien definida como concepto, no se ha conseguido todavía, aunque todos tenemos una noción de lo que es.  Aquí nos referiremos a la capacidad de ser conscientes por un lado, y por otro a los contenidos de conciencia, o campo de conciencia. 

La capacidad de ser consciente equivale a la capacidad de darse cuenta, de percibir mentalmente; los sentidos, por ejemplo, proporcionan información sensorial, pero si no hay una capacidad de consciencia sensorial que se conecte con los sentidos, la información suministrada no sirve de nada, o de bien poco. Es importante notar el uso de la palabra ser en  la frase capacidad de ser consciente: lo somos o no lo somos.

El campo de conciencia está formado por todos los contenidos de la conciencia en un momento dado, incluidos los recuperados de la memoria cuando recordamos algo y lo traemos a la conciencia actual. ¿Cuáles son los contenidos habituales de nuestra conciencia? Para una persona con pensamiento compulsivo, la práctica totalidad de su campo de conciencia está condicionado por lo que piensa: si está solucionando un problema, su conciencia se llenará de los datos relativos a ese problema, si está preocupada, su campo de conciencia estará ocupado por su preocupación. Si alguna cosa de forma fortuita le llama la atención y entra en su campo de conciencia, no durará mucho ahí, pues su pensamiento compulsivo se encargará de volver a dirigir su atención de nuevo a sus cuitas, problemas y asuntos.

Es importante también señalar que para nosotros, en cada momento, sólo existe aquello de lo que somos conscientes, y todo lo demás no existe. Así, si nos están hablando pero nuestra conciencia está secuestrada por preocupaciones y otros pensamientos compulsivos, no le prestaremos suficiente atención, y lo que diga estará para nosotros como oculto por una niebla más o menos espesa, existirá, pero no con fuerza, claramente, sino débilmente, y como menos atención le prestemos, menos existirá, hasta el punto de poder llegar a no enterarnos de nada si estamos muy atrapados en nuestros pensamientos.

Ser consciente no es lo mismo que pensar

Nuestra conciencia y nuestro pensamiento son cosas distintas, aunque muy a menudo se puedan confundir. Se hace evidente cuando un día nos damos cuenta claramente de que estamos pensando, lo observamos, y nos hacemos conscientes de nuestro propio proceso de pensar.  También puede ocurrir lo contrario, que estemos pensando sin darnos cuenta de que lo hacemos, que es precisamente lo que ocurre cuando pensamos de forma compulsiva, automática. Así, el darse cuenta es hacer claramente consciente alguna cosa. Cuando nos damos cuenta de que pensamos, nuestro campo de  conciencia incluye al proceso de estar pensando, que deja de ser automático: el pensamiento compulsivo se detiene al ser observado atentamente, de forma consciente y despierta. Y al contrario: cuando nos dejamos llevar por el pensamiento automático, caemos en un estado de semi-inconsciencia: el pensamiento compulsivo es inconsciente.

Ser consciente con plena presencia

También nos puede suceder quedar absortos contemplando un paisaje, o una obra de arte, o escuchando música ... esos instantes en los ques estamos plenamente conscientes de aquello, pero no pensamos nada, sólo percibimos, observamos, escuchamos atentamente: estamos presentes. Habitualmente nuestro campo de conciencia está supeditado a nuestro pensamiento, pero la capacidad de ser consciente no está limitada a lo que pensamos. Por ello, es posible mover el foco de la conciencia fuera del pensamiento. Hay un punto importante pero sutil: la presencia implica un alguien consciente que está presente; fijémonos que ese alguien no puede ser el pensamiento, pues cuando observamos el pensamiento, ese alguien, que por supuesto somos nosotros, es el observador de los pensamientos; incluso puede suceder que al observarlo, se detengan, y así y todo el observador sigue estando presente, despierto y alerta, sin pensar: es el estado de silencio mental. Así pues, descubrimos que nosotros no somos nuestros pensamientos.

Aplicaciones prácticas

Resumamos los puntos importantes que hemos ido desplegando, y veamos de que nos pueden servir para la vida cotidiana, pues si no buscamos esta aplicación práctica, todo lo anterior por muy interesante que pueda ser se quedaría en el terreno teórico; nos quedan siete puntos:

  1. Las personas de las actuales sociedades avanzadas a menudo se han hecho adictas al pensar compulsivo.
  2. Una persona con pensamiento compulsivo, tiene sus contenidos de conciencia  condicionados por lo que piensa.  
  3. En cada momento, sólo existe aquello de lo que somos conscientes, y todo lo demás no existe para nosotros, o está difuminado, desdibujado. 
  4. Para la persona fuertemente condicionada por sus pensamientos, sólo existe algo en la medida que piensa en ese algo, y si no piensa en ello, no existe, o tiene para ella una existencia difusa, poco clara, y poco o nada importante. Todo lo que existe para esa persona es su pensamiento y nada más.
  5. Nuestra conciencia y nuestro pensamiento son cosas distintas: el pensamiento compulsivo se detiene al ser observado atentamente, y entonces queda el estado de presencia sin pensamiento, o de silencio mental.
  6. El darse cuenta es hacer claramente consciente alguna cosa, y no tiene porque ser pensando en ello, puede ser por contacto directo con la cosa, por ejemplo, por contacto sensorial, o por intuición.
  7. La presencia implica un alguien plenamente consciente que está presente, libre de pensamiento automático, compulsivo, pues éste lleva a la persona a un estado de semi-inconsciencia, y por tanto de falta de presencia.

¿Para qué nos puede servir todo esto? Veamos algunas situaciones muy habituales de nuestra sociedad a la luz de los puntos anteriores.

  • Problemas psicológicos de inseguridad, angustia: estas personas tienen en su interior todo un mundo de deseos y de temores que inevitablemente afecta a su capacidad de ver la realidad de forma objetiva, y les produce un estado de insatisfacción más o menos permanente. Para solucionar la insatisfacción, esas personas buscan la satisfacción en cosas exteriores, a las que les imponen unas exigencias que muy a menudo no se cumplen. No se dan cuenta de que la insatisfacción les viene de dentro, de que no se están viviendo a sí mismas con plena conciencia. Tienen unas ideas aceptadas de forma inconsciente que son negativas, de miedos, y hasta que no las miren directamente, con presencia, no se disolverán. En el momento que se reconozcan a sí mismas como aparte de sus miedos, de sus esquemas mentales que les producen insatisfacción, todas las angustias se disolverán, dejaran de existir al no prestarles atención, saldrán del campo de la conciencia de la persona.
  • Falta de autoestima, relaciones afectivas insatisfactorias: son debidas a no vivir con plena consciencia la propia afectividad; de nuevo, hay unas ideas establecidas y aceptadas en la mente que te dicen que el afecto te tiene que venir del exterior, y te tiene que venir de una cierta forma, con un "formato" y unas exigencias precisas, sino, ya no te valen, o no te llenan lo que crees que necesitas. Se trata de creencias sobre la afectividad, o sea, estamos en el punto 4: pensamos nuestra afectividad en el sentido de creer que ha de venir de cierta forma concreta, nos hacemos dependientes de esa forma de ver la afectividad. La afectividad hay que vivirla, no pensarla, no desearla y condicionarla, y esa vivencia directa sólo puede darse si estamos despiertos, si nuestra conciencia es capaz de dejar atrás nuestros pensamientos y enfocarse directamente en nuestra afectividad interior, sin condicionamientos mentales. Cuando la persona consigue eso, todos los problemas afectivos personales quedan solucionados de raíz, aunque pueden todavía seguir habiendo problemas de pareja si la otra persona está aún inconsciente y sigue pensando compulsivamente. 
  • Comportamientos violentos, antisociales: La violencia es una defensa de la persona que a menudo se toma como una afirmación de uno mismo contra un medio ambiente hostil que no se quiere aceptar. La persona cree que se está defendiendo de un ataque personal. También puede haber violencia como medio de obtener algo que se desea, y en este caso es más primitiva e irracional, aunque pueda no parecerlo así, pero de hecho en el comportamiento violento se involucran unas estructuras del sistema  nervioso central muy primitivas, las mismas que compartimos con el reino animal y que sirven básicamente para comer y evitar ser comido. En las personas, de nuevo los pensamientos no observados, aceptados de forma inconsciente, pueden originar violencia cuando son contradecidos, pues la persona se identifica con ellos, y al negarse sus ideas la persona se siente negada y por ello necesita defenderse. Esto se ve claramente en las discusiones acaloradas entre seguidores de clubs deportivos, o de política, y muy especialmente en los nacionalismos extremistas, que no aceptan nada que se salga del guión que tienen asumido. También la exclusión social puede producir ese sentimiento de negación personal que produce brotes de violencia. De nuevo, cuando la persona se hace más consciente de sus propias ideas, cuando las mira con plena presencia, deja de depender de ellas, todo el tinglado que tenia montado en la cabeza se cae, su identidad se fortalece y deja de tener la necesidad de defenderse: se vuelve menos vulnerable, y por tanto no necesita reaccionar violentamente.

Hemos visto los conceptos clave del trabajo personal en uno mismo, en la interioridad personal, y algunas aplicaciones prácticas importantes. El cómo hacerlo es un asunto de modos de entrenamiento de la conciencia y del auto-conocimiento, y hay muchos modos. Pero el entender el por qué esos entrenamientos funcionan y cómo aplicarlos a la vida práctica es básico para no ir a ciegas, practicando ejercicios de Yoga, de Mindfulness, de meditación ... si saber exactamente dónde estamos yendo y por qué.




dijous, 19 de juliol del 2018

El despertar de la conciencia


Hace unos cien millones de años antes de la aparición del ser humano en la Tierra, en la era Mesozoica, un pequeño mamífero se desplazaba por el denso y enorme bosque de coníferas, olisqueando con la cabeza baja a ras del suelo, en busca de alimento. En un cierto instante, salió del bosque llegando a una extensión despoblada, levantó la vista y el panorama inmenso se desplegó ante sus primitivos ojos, sólo capaces de ver en blanco y negro, y con cierta borrosidad: vegetación, a lo lejos una cadena de montañas, el cielo, todo en un escenario tórrido, húmedo; en ese instante, y sólo por un segundo, experimentó un destello de conciencia, de "saber" que estaba allí, de "alguien" que observaba todo aquello; sólo duró un segundo, y luego el animal volvió a su estado habitual de inconsciencia. Pero el extraordinario suceso quedó registrado en su cerebro, y a través de la mente inconsciente, a través de una desconocida forma de conexión, quedó también registrado en la mente inconsciente universal, como todo los que sucede.  

Año 2050 de nuestra era. Un joven estudiante coincide en su camino al instituto superior de estudios profesionales con una compañera de clase con la que nunca había hablado; conectan inmediatamente, se abren el uno al otro con suma facilidad, y después de sólo 15 minutos les parece que se conocen de hace tiempo, sienten misma noche el joven tiene un extraño sueño: se ve como un pequeño animal que repta por el bosque, y de repente se abre un extenso panorama ante él: ve en blanco y negro un escenario natural que es diferente de los actuales, y sólo lo ve por un instante antes de volver a la inconsciencia del sueño profundo. Al despertar sin embargo recuerda exactamente la imagen, que de hecho nunca olvidará, y la sensación que la acompañó: se sintió como si realmente fuera un animal que de repente tiene un destello de consciencia. Además, tenia la intuición de que el sueño de alguna manera estaba relacionado con aquella chica que había conocido, y eso era lo más extraño de todo: ¿qué relación podía haber?

Han pasado diez años, y hace cinco que la joven pareja viven juntos, están pensando de tener descendencia. La vida les sonríe, son jóvenes, inteligentes, con buenos trabajos que les satisfacen, y se quieren.  Llega entonces de forma inesperada, como suele ocurrir, la desgracia: la mujer muere en un accidente. En unos instantes todo cambia, la vida para el joven se vuelve vacía, sin sentido, incluso cruel; es capaz de atemperar sus emociones gracias a la formación en inteligencia emocional y en meditación que se le ha proporcionado en la escuela publica, pero no puede evitar que la gran pregunta se le instale en la mente: ¿por qué? A pesar de que está entrenado para aceptar las situaciones y vivir plenamente el presente, la necesidad de comprender le acucia, es una inquietud profunda: ¿por que tanto sufrimiento gratuito? Intentando encontrar respuestas empieza a buscar información sobre cualquier cosa que le pueda dar un sentido a lo ocurrido, a nuestra mortalidad, al aparente caos de la existencia: lee sobre reencarnación, viajes astrales, esoterismo, magia blanca, sueños lúcidos ... y al mismo tiempo intensifica su práctica diaria de meditación: ya no dedica esos diez minutos cada mañana que había estado siguiendo desde niño, lo amplia a veinte minutos tres veces diarias, incluso treinta minutos de meditación reflexiva, intentando entender lo que somos realmente.

Al cabo de unos tres meses los efectos de todo ese trabajo de estudio interior empiezan a llegar. El joven tiene a menudo sueños que vive de forma consciente. Se está dando cuenta, no a nivel intelectual, de comprensión, sino experiencial, vivencial, de que él no es en absoluto sus pensamientos ni sus emociones, sino algo más profundo. Las experiencias "fuera de lo común" empiezan a ser comunes para él. Un día en un sueño en el que conscientemente estaba volando de repente desaparece todo el escenario y se encuentra inmerso en un océano de luz brillante, viva, benéfica, que lo penetra y lo vivifica, y por unos instantes experimenta un éxtasis que nunca olvidará. Otro día, paseando por el campo, de repente se queda pasmado ante la belleza del paisaje, a pesar de que había pasado por allí en muchas ocasiones, pero no sólo del paisaje en global: allá donde dirigía la mirada, ya sea unas pequeñas flores en medio del camino, o un rayo de Sol que se filtraba entre las hojas de los árboles, o un campo de trigo bajo el Sol ... cualquier escena le parecía de una extraordinaria belleza, aquello sí era arte en todo su esplendor, pensó para sí. Empezó a vivir en sí mismo una paz interior imposible de describir para el que está inmerso, identificado, con sus pensamientos. Y en esa paz, si la miraba atentamente, había una presencia, había un alguien que no podía definirse ni describirse, pues no tenia más atributos que la mera presencia, pero al mismo tiempo se presentía como algo muy real, como un puro sujeto sin más atributos.

Y con los meses primero, y los años después, esa presencia se fue haciendo más y más evidente, de forma que lentamente, gradualmente, la conciencia de sí mismo del ya no tan joven buscador de la verdad fue como si dijéramos trasladándose de las antiguas ideas y conceptos de sí mismo hacia la pura presencia del sujeto, del "yo soy". Las antiguas preguntas, "¿por qué?", ya no eran necesarias, el Ser es en sí mismo la respuesta. Nuestro buscador supo, instintivamente, el significado de su antiguo sueño: aquel pequeño animal con el que soñó era él, más exactamente, el era el destello de conciencia que experimentó el animal; más tarde, cuando conoció a la que seria su amada compañera, empezó una nueva etapa de evolución de su consciencia, pues su muerte le había llevado a buscar, trabajar y conseguir una nueva conciencia, y esa era la conexión entre el sueño prehistórico y su compañera: el despertar de la conciencia en él. Y también supo, instintivamente, que su nuevo estado de conciencia no era el último, al contrario, era el principio de una evolución que le llevaría a estados de una paz y magnificencia que era incapaz ni de imaginar.