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diumenge, 18 de novembre del 2018

Aceptación positiva, con plena conciencia

La aceptación de lo observado es junto con la observación atenta de los que sucede la base de la práctica de la atención plena - mindfulness, y también suele ser la parte menos comprendida, porque aceptar suele identificarse con rendirse, con dejar de intentar buscar soluciones, con el derrotismo, en definitiva con actitudes pasivas o negativas. Por otra parte no aceptar la realidad puede generar fácilmente frustración. Pero hay un punto de equilibrio entre aceptar las cosas con actitud derrotista y no aceptarlas y frustrarse por ello.

Aceptación positiva

La aceptación a la que se refiere la práctica de la atención plena es un hacerse cargo de la situación, tanto si es en presente como si está en el pasado. Esto es, no negarla, aquello está sucediendo o ha sucedido, y después asumir una actitud pro-activa, positiva, hacia ello. Lo contrario de esta aceptación es negar la realidad, no querer verla, ocultarla o intentar pasarla por alto, o simplemente oponerse a ella de forma reactiva, emocional. La aceptación positiva es, primero de todo, interior: en nuestro pensar aceptamos que eso es así, lo sabemos; en cambio en el exterior podemos intentar hacer muchas cosas para cambiar la situación, pero desde esa aceptación interior a lo que es.  Algunos ejemplos de aceptación positiva:

Un misionero o un colaborador de una ONG, destinado a un país como India o a países africanos, ve la miseria a su alrededor, la acepta interiormente, y gracias a esa aceptación es capaz de no caer en la frustración y otras actitudes negativas, y estar muchos años, día a día, trabajando para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de ese denominado tercer mundo. 
Un enfermo terminal que acepta interiormente su situación tampoco cae en la depresión, que es un estado emocional surgido de la no aceptación, y por ello será capaz de disfrutar de todo aquello que pueda disfrutar en ese último período de su vida, en vez de perderlo lamentándose hasta el final.
Y un ejemplo de aceptación negativa:
Un joven, sensible a la realidad social, la encuentra absolutamente equivocada, no ve en ella casi nada bueno, sólo ve problemas, injusticias, conflictos. Es sensible a ello, pero no es un activista, pues cree que no se puede hacer nada para cambiar de verdad las cosas, hay demasiadas inercias al cambio, y él carece de los recursos necesarios. Exteriormente acepta porque no tiene más remedio, pero interiormente no lo acepta, al contrario, le produce cierta frustración.

Beneficios de la aceptación positiva

Cuando aceptamos plenamente, interiormente, nuestra mente no se desequilibra fácilmente por las situaciones difíciles: adquirimos ecuanimidad. Desde esa ecuanimidad, podemos valorar mejor la situación, y de ello resulta una mejor capacidad de acción encaminada a mejorar las cosas, si es que es posible. No te tomas la situación, que quizás es muy negativa, como algo personal, sino como algo que simplemente sucede. Al hacerlo así, abres la puerta a la comprensión amplia del porqué sucede lo que sucede, a la empatía con el que sufre, a la bondad de la aceptación tanto de lo bueno como de lo malo, y a una sabiduría práctica consistente en entender lo que sucede para poder hacer lo posible para mejorar las cosas en cada momento, y si no se puede hacer nada, se acepta también.

Como conseguirla

La mejor combinación para adquirir una habilidad como la aceptación positiva seguramente es la práctica de la meditación sedente (sentado) más la auto-observación atenta de cómo nos tomamos las cosas conforme suceden. 

Un esquema básico para la meditación de la aceptación positiva puede ser el siguiente:

  • Preparación: 2-3 minutos de respiración profunda y lenta, y/o estiramientos y/o auto-masajes para relajar el cuerpo.
  • Conciencia plena corporal: Fijar la atención plenamente al cuerpo: mínimo 5 minutos, y hasta 10-15, anclando la atención a las sensaciones de la respiración, del calor corporal, de su estado general, y sobre todo a la sensación de bienestar que suele estar ahí pero a la que no solemos prestar atención. 
  • Aceptar: recordar situaciones personales, vivirlas de nuevo, de forma desapegada, aceptándolas desde la ecuanimidad, desde la comprensión bondadosa ("no supe hacerlo mejor en ese momento", o "los demás no supieron", o "las circunstancias fueron las que fueron",  etc.). De 5 a 10 minutos.
  • Salida: como la preparación

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