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dimecres, 28 d’octubre del 2015

¿Qué es la conciencia?

Este artículo evidentemente es una opinión personal, pues su tema es objeto de investigación actualmente, sin que se haya llegado todavía a ninguna conclusión. Esta opinión, no obstante, se basa en las lecturas de textos espirituales de la tradición Hindú (especialmente en el Raja Yoga o Yoga de Patanjali), textos humanistas (como últimamente el libro Conciencia-Energía, de la Dra. Thérese Brosse, pero también en textos de Antonio Blay, de Paul Brunton, y muchos otros), en mis experiencias personales, en mi formación académica en Física, y en mis meditaciones al respecto, en las cuales busco intuiciones sobre un tema.

Conciencia como facultad de conexión con una fuente de información

Mi tesis aquí es que la conciencia en sí es una facultad que consiste en conectar un ente con una fuente de información, que es el campo de conciencia. Hay un elemento más a considerar, que es el mecanismo de conexión:

ente consciente <---> mecanismo de conexión <---> campo de conciencia

Siempre ha de haber un ente, algo o alguien consciente del campo, a través de una conexión. La información fluye desde el campo hasta el ente, el cual puede reaccionar o no a la información recibida. El conjunto de estos tres elementos forman lo que llamaré un nivel de conciencia


Evolución de la conciencia

La evolución ha desarrollado entes y mecanismos de conexión más y más sofisticados; si consideramos que el punto de partida puede ser el reino vegetal (hay autores que incluso consideran a la materia inerte fuente de conciencia), la evolución ha generado los siguientes niveles de conciencia, que no han de tomarse de forma estricta, pues de hecho no existen tales categorías cerradas, sino que en realidad es un continuo de estados de conciencia, pero es útil para nuestro intelecto clarificarlos para entenderlos mejor:

Ente
Mecanismo de conexión
Campo de conciencia
Reino vegetal
Bioquímica + sistema sensorial primitivo
Entorno físico próximo
Reino animal
Bioquímica + sistema sensorial complejo + sistema nervioso
Entorno físico
Humano «no evolucionado»
Bioquímica + sistema sensorial complejo + sistema nervioso complejo, incluyendo el cerebro
Entorno físico + propio cuerpo + «mundo» propio mental abstracto
Humano «evolucionado»
Bioquímica + sistema sensorial complejo + sistema nervioso complejo, incluyendo el cerebro + «conexión mental superior»
Entorno físico + propio cuerpo + «mundo» propio mental abstracto + «el todo»


Son necesarias aquí algunas aclaraciones. 
  • Cada nivel suma a los mecanismos de conexión de los niveles anteriores su propia aportación, ampliando el campo de conciencia del ente.
  • Por humano «no evolucionado» quiero significar el ser humano identificado con su cuerpo y su mente individual, sin ningún mecanismo de conexión que no sea físico.
  • Observe el lector que todos los mecanismos de conexión son físicos, tangibles, excepto en el último nivel, el de humano «evolucionado», en el que hago uso de una «conexión mental superior» que, en nuestro estado actual de conocimientos, no sabemos relacionar con nada que sea físico; siendo el único mecanismo con esa naturaleza, parece ser una buena hipótesis suponer que en un futuro se llegará a determinar con qué estructura física está emparejado, aunque también pudiera ser que fuera no físico. 
  • El campo de conciencia del nivel más evolucionado incluye «el todo», queriendo significar las experiencias relatadas por muchos meditadores de diferentes orígenes, tradiciones y épocas que describen un esto de conexión con todo lo que existe, sin dualidad entre observador y campo; en ese estado, el propio observador es parte del campo, que es el  «todo».


Mente y conciencia

Recordará el lector que mi tesis sostiene que ser consciente implica que hay un flujo de información desde el campo de conciencia, a través del mecanismo de conexión, hasta el ente consciente; ¿qué hace el ente con esa información? Ahí es donde entra la mente a jugar su papel como receptor-procesador-transmisor de información. En efecto, un ente consciente sin una mente sería como hablarle a alguien en un idioma que no entiende: es consciente de que le están hablando, pero no del significado de las palabras.

Así, paralelamente a la evolución de la conciencia, tenemos una evolución de la mente que procesa la información procedente del campo:

Ente
Mecanismo de proceso (mente)
Campo de conciencia
Reino vegetal
Leyes de la bioquímica
Entorno físico próximo
Reino animal
Leyes de la bioquímica + mente inconsciente animal
Entorno físico
Humano «no evolucionado»
Leyes de la bioquímica + mente inconsciente + mente consciente
Entorno físico + propio cuerpo + «mundo» propio mental abstracto
Humano «evolucionado»
Leyes de la bioquímica + mente inconsciente + mente consciente + mente «supraconsciente»
Entorno físico + propio cuerpo + «mundo» propio mental abstracto + «el todo»


Todo es conciencia vs todo es mente

Creo que actualmente en Occidente se está extendiendo la idea, tomada principalmente, según creo, de la tradición Vedanta Advaita,  pero también de la Mecánica Cuántica y su visión no-dual de la realidad, de que existe una única realidad-conciencia universal, de la cual los entes individuales toman una parte. Esto podría explicar el sentimiento de unidad con el todo experimentada por meditadores avanzados: simplemente su conciencia individual se funde con la total, de la que forma parte.  

Otras tradiciones en cambio sostienen que la realidad es mental: en vez de una conciencia universal hablan de una mente universal, que lo sostiene todo, instante a instante:

"EL TODO es Mente; el Universo es mental" - El Kybalion: principio del mentalismo

Hay también teorías en la Física, con físicos de primera magnitud apoyándolas, que sostienen que la información que hemos mencionado, pero la global, la del Universo como un todo, es realmente la realidad: es el principio holográfico del Universo.  Según mi parecer, esta moderna teoría es una reformulación del "principio del mentalismo"; más exactamente: la información, por sí sola, es inútil si no hay algo que la procese, y ese algo es la mente. En este marco, la conciencia universal es el resultado de unir el todo con el ente a través de la mente universal:

ente consciente <---> mente universal <---> el todo 

Individualidad y conciencia

Paralelamente a la evolución de la conciencia y sus mecanismos vemos un desarrollo del ente individual, desde el reino vegetal, donde la individualidad es puramente física y no percibida por el ente (debido a no tener mente individual), pasando por el reino animal, hasta llegar al ser humano, en el cual la presencia de una mente individual le permite tener conciencia de sí mismo. En el ser humano común hay una identificación con el cuerpo y con la personalidad, que es un conjunto complejo de memorias y conceptos entrelazados. 

En las líneas de pensamiento cercanas a la no-dualidad frecuentemente encontramos la tesis de que esa individualidad, que se ha ido desarrollando con la evolución, desaparece al alcanzar la conciencia universal, como así lo manifiestan numerosos testimonios que lo han vivido. Aquí expondré una tesis diferente, relacionada con un concepto más místico: el yo-testigo del Yoga, o el alma de la tradición cristiana, que no sostengo realmente que sean exactamente el mismo concepto, simplemente son útiles para mi exposición.

El "yo" evoluciona desde el nivel puramente físico en el reino animal  hasta un nivel casi puramente mental en el reino humano; es cierto que el yo psíquico está fuertemente influenciado por la corporalidad, pues cuerpo y mente se inter-penetran, pero aquí ahora estamos hablando de otro nivel de evolución. En las tablas anteriores hemos visto una evolución podríamos decir "horizontal", en la cual el campo de conciencia se expande en el espacio físico, pasando del entorno físico próximo al todo, que incluye nuestro psiquismo, soportado físicamente por el cerebro. 

Pero hay otra evolución paralela no-física de la que hay que hablar si realmente queremos integrar ciencia y tradiciones, una evolución, parafraseando a Antonio Blay, "vertical", en la que el sentido del "yo" se va haciendo más y más sutil, desde el cuerpo físico, pasando por el intelecto creador del "ego" hasta el "yo-testigo interior" de las tradiciones. Este último estadio ha sido alcanzado por muy pocas personas: el sentir la presencia del yo-testigo interior está siendo cada vez más frecuente en nuestros días, debido al incremento de personas que meditan habitualmente, pero una cosa es sentirlo, y otra es identificarse con él, la cual cosa implica un cambio radical, drástico, de centro de gravedad de la persona, que deja de estar centrada en su intelecto para pasar a sentirse ser alguien a la vez sutil e invariable, más allá del pensamiento. Quizá es el "yo experiencia" al que se refiere Blay, en contraposición al "yo idea" intelectual.

Entonces, en esta línea de evolución, el ego "inferior" efectivamente desaparece al alcanzar la conciencia universal, pero la individualidad permanece en la forma de "yo testigo" siempre que la persona haya evolucionado también en el sentido vertical que hemos mencionado.








dissabte, 17 d’octubre del 2015

Trascendiendo al animal humano

Este artículo se basa en algunas de las ideas de la Dra. Thérese Brosse, concretamente en su libro "Conciencia-Energía", a las que aporto mi visión personal.  Se desarrolla brevemente la siguiente argumentación: buena parte de la humanidad actual se comporta como “animales humanos”, más irracionales que racionales, muy sujetos a reacciones automáticas, instintivas, siendo por ello un peligro para ellos mismos, para la sociedad y para el planeta entero. No obstante, debajo de ese comportamiento defectuoso se esconden potencialidades insospechadas. ¿Cuál es el motivo del comportamiento destructivo? Tenemos dos motivos: la dualidad psíquica no resuelta y el ego psicológico. Primero veremos que la dualidad, como enfrentamiento entre extremos, tiene su origen en el cuerpo, y luego veremos que se extiende a la mente y a nuestro comportamiento social.

Dualidad fisiólogica y homeostasis
Fisiológicamente, los sistemas internos del cuerpo tienen la capacidad de ajustar rápidamente los desequilibrios producidos por variaciones del medio ambiente y mantener el equilibrio interno que el cuerpo necesita para asegurar su salud: cada célula, cada órgano y cada sistema del cuerpo necesita un ambiente estable para funcionar correctamente; este equilibrio fue nombrado como homeostasis en 1932 por el psicólogo estadounidense Walter Cannon. De este modo, la dualidad entre medio interno y medio externo es equilibrada eficazmente.

A nivel del sistema nervioso tenemos otra fuente de dualidad: aquí la homeostasis consiste en integrar la enorme cantidad de señales recibidas, generadas tanto internamente como por el exterior a través de los sentidos; todos estos datos, que pueden incluso ser contradictorios entre sí, recorren una jerarquía de planos de integración, desde la más ínfima de las terminaciones nerviosas, pasando por la espina dorsal, hasta las formaciones reticulares del pedúnculo cerebral, desde donde se conecta con el cerebro. Esta jerarquía de niveles integra todas las señales, eliminando dualidades y datos contradictorios, de forma que podríamos decir que la suma total de datos queda integrada en una unidad superior, algo así como: 1 + 1 + 1 + … + 1 = 1.

Dualidad psíquica no integrada
Por otro lado el estado psíquico, debido a que se genera en el cerebro, el cual tiene conexiones con todo el sistema nervioso, del cual dependen las señales de control para conseguir la homeostasis, es capaz generar alteraciones biológicas importantes, esto es, de alterar la homeostasis fisiológica, tal como estudia la medicina psicosomática. Ansiedades, frustraciones, represiones mantenidas en el tiempo pueden generar enfermedades como úlceras gástricas, hipertensión o diabetes. Esto no seria demasiado problemático si el estado psíquico gozara de un mecanismo homeostático tal como tiene el sistema fisiológico; pero el hecho es que no existe tal mecanismo.

Debido a esta falta de homeostasis psíquica, la tendencia es a oscilar permanentemente entre estados mentales contradictorios, y nuestra vida mental es en general más o menos inestable. Para conseguir el necesario equilibrio, recurrimos a condicionamientos sociales y familiares, ideologías, opiniones, etc. que no resuelven la dualidad, simplemente intentan ocultarla. Falta un mecanismo integrador de todos los estados psíquicos, a menudo contradictorios y por ello duales, de forma que recuperemos la unidad funcional de la que disfrutamos a nivel fisiológico y nervioso. 

Este mecanismo homeostático de la vida mental puede venir de, creemos, el desarrollo de la conciencia superior; un tipo más elevado de conciencia que la ordinaria que no es nueva, al contrario tenemos numerosos testimonios de su existencia en muchas culturas distintas desde hace miles de años. Cuando entramos en ese estado de conciencia, recuperamos la unidad perdida: según los que la han experimentado, todos los estados psíquicos quedan subordinados e integrados en esa unidad, la mente se aquieta y la conciencia se profundiza, resolviendo los conflictos a nivel mental, tal como sucede en el plano del sistema nervioso, y así se restablece el necesario equilibrio homeostático.

El ego psicológico
Además de la falta de homeostasis psíquica, hay un segundo factor que dificulta que funcionemos integrados: es el ego, esa construcción psíquica formada por un conjunto de ideas sobre nosotros mismos y el resto del mundo. Nace de nuestra propia imagen corporal, denominada “esquema corporal”: la representación que tenemos de nuestro propio cuerpo, construida en nuestra infancia, y alojada en nuestro cerebro (concretamente en las áreas del tálamo, diencéfalo y lóbulo parietal). Luego, se fortalece con la integración del individuo en la familia, en la sociedad, en grupos ideológicos, políticos, religiosos, que refuerzan la idea de “yo soy esto y esto y esto otro, y no soy eso ni aquello ni ...”. 

La identificación o no identificación con ideas conlleva su valoración como deseables o no deseables, la cual cosa puede fácilmente degenerar en discusiones sin fin, rencores, enfrentamientos e incluso asesinatos y guerras: lo no deseable, opuesto al ego, debe de ser sometido o exterminado. En muchas de estas ocasiones, un ego individual integrado en una sociedad no tiene margen de acción: debe escoger bando y ser un héroe o un traidor. Juzgar estas afirmaciones como exageradas puede ser peligroso: el ego ha producido desde rupturas familiares hasta grandes guerras, e incluso podría llevar a la extinción de la humanidad.

Cultivo de la Interioridad
Por tanto vemos que actualmente los problemas de la humanidad, tanto a nivel individual como colectivo, no tienen un origen externo al hombre, como puede parecerle a una mirada superficial, sino que se originan dentro de él, en su psiquismo. Por ello, la solución no puede ser externa; por muchas Naciones Unidas y ONGs que fundemos, sólo serán parches. La solución a nuestro mal funcionamiento ha de estar en el mismo lugar donde se origina el problema: en nuestra vida interior. 

Entonces el estudio de nuestra interioridad se revela como la más pragmática de las ciencias, realmente la necesitamos en nuestro presente estado de evolución. Ha quedado claro lo que puede aportar el progreso científico y tecnológico al bienestar de la humanidad a nivel externo, y también queda claro que ese progreso no ha resuelto nuestros problemas internos, incluso a veces parece que los aumenta: crisis financieras, armamento atómico, calentamiento global, etc.

Llegados a este punto, ya es hora de que el hombre explore su interioridad en profundidad con todos los mecanismos que ha perfeccionado: mente, ciencia e incluso tecnología. La ciencia descubre las leyes de la Naturaleza, pero ¿cuáles son las leyes de nuestra interioridad? Necesitamos una ciencia de la interioridad para recuperar el equilibrio perdido. En definitiva, volvemos al antiguo aforismo:


γνῶθι σεαυτόν
Conócete a ti mismo, inscripción del templo de Apolo en Delfos





dijous, 15 d’octubre del 2015

Técnicas de relajación, concentración y meditación

El tema de este artículo realmente es tan amplio que da de sí para escribir libros enteros, así que lo que me propongo es realizar una breve síntesis de métodos, enfatizando los que conozco por experiencia propia. Mi intención es que pueda servir de miniguía práctica al no iniciado que se acerca a estos temas por primera vez, y también para aquellos que ya han empezado a practicar y sienten la necesidad de tener una visión general, algo así como ¿dónde estoy y que más hay?. Esto es, no pretendo escribir un tratado teórico, ni una clasificación exhaustiva, sino más bien una especie de guía breve de campo, de trabajo. Vamos a intentarlo, dentro de mis limitaciones de tiempo, conocimiento y facilidad de expresión.

Relajación

En la búsqueda del bienestar, del funcionar bien, éste es el primer peldaño; si la humanidad dedicara un poco de esfuerzo y tiempo a relajarse, veríamos como disminuyen o desparecen muchas enfermedades psicosomáticas, y también desarreglos psíquicos como stress, ansiedad, etc. 

Primero de todo, ¿qué entendemos por relajación? Hablé de ésto en otro artículo de este blog, Relación entre relajación, meditación y mindfulness, dónde muestro que no hay una definición única, hay opiniones; aquí me refiero al concepto más básico: Conseguir un estado de reposo físico, dejando los músculos en completo abandono y la mente libre de toda preocupación.

Actualmente hay muchas técnicas de relajación, tanto de origen oriental como occidental. Es lógico que sea así, ya que el ser humano es tan diverso que no puede existir una única técnica que sea la mejor para todos los casos. Hay que probar algunas, buscando la que mejor se adapte a nuestra personalidad e incluso a nuestras características físicas (hay una conexión clara entre características físicas y personalidad); en todo caso, si ya hemos probado algunas sin éxito, podemos consultar algún profesional que nos aconseje al respecto.  Voy a mencionar sólo las que he probado por mi cuenta.

Hatha Yoga

Es importante el prefijo "Hatha" ya que en occidente simplemente decimos Yoga, cuando realmente hay muchas escuelas y variantes; la que se practica de forma masiva es el Yoga de las posturas, o asanas: el Hatha Yoga. Diría que es indicado para las personas emocionales, inquietas, que tienen grandes dificultades para conseguir la relajación total de forma puramente mental. En este sentido, conozco una persona que cree que "el Yoga me ha salvado la vida, sin él, ya estaría muerto". Personalmente practiqué este Yoga en mi juventud.

En la sesión de Hatha Yoga se realizan las asanas, que son posturas estáticas; se realizan sin prisas, sin competitividad, con un estado de ánimo que no tiene nada que ver con la gimnasia o el deporte en general (aunque el lector puede encontrar alguna web donde se equipara el Yoga a un deporte, una concepción equivocada de raíz). El ejercitante debe de concentrarse en la realización correcta de cada postura. La combinación de concentración de la mente en cada postura estática, el mantenimiento de la misma durante cierto tiempo (típicamente un minuto) y el efecto de estiramiento muscular y articular de la asana sobre el cuerpo, producen una relajación tanto mental como física. 

El concepto importante que ha surgido es: concentración de la mente. Así pues, un poco paradójicamente, concentrar la mente en una tarea puede producir relajación; claro, no es una tarea cualquiera, concentrar la mente en cómo pagar las facturas, o en conflictos familiares o laborales, seguramente no será relajante. En este caso nos concentramos en el cuerpo, y esta acción de hecho define una categoría de técnicas de relajación psicocorporales, que a su vez caen dentro del ámbito de la psicocorporalidad. Como hemos mencionado en la introducción, sólo de este tema pueden escribirse, y se han escrito,  muchos libros. 

Pasear por espacios abiertos


Método fácil y clásico para iniciarse: pasear por un bosque frondoso, subir montañas para ver paisajes abiertos, caminar por la playa en invierno, cunado reina el silencio. Para conseguir el efecto relajante hay que prestar atención al paisaje y al andar, y andar sin prisas. De hecho, el estado de ánimo ha de ser parecido al que empleamos en el Hatha Yoga: sin prisas, atendiendo a lo que estamos haciendo en el momento presente, nuestro andar. Aquí además tenemos la posibilidad de atender al paisaje, mientras que en el Yoga atendemos sólo al cuerpo. Podemos ir alternando la atención entre nuestro andar y el paisaje. El concepto clave es atender que es una función de la mente parecida, pero no igual, a concentrarse. La atención es una selección de foco para la mente, la concentración implica atención sostenida en un único foco. Cuando paseamos para relajarnos, nuestra atención puede vagar entre diversos focos: el horizonte, nuestros pasos, las hojas de los árboles, el canto de los pájaros, etc. No estamos concentrados, nuestra atención va cambiando de foco, y cada foco en sí es relajante. 

Hacer deporte (preferentemente al aire libre) es una versión más dinámica de este método, introduce otros factores ajenos a la relajación, pero sigue siendo relajante; cuando el deporte se lleva al extremo de buscar los propios límites (escalada de alto nivel, participación en maratones, etc) se hace necesario usar la concentración de la mente en el objetivo fijado para no fallar en el intento, y  de nuevo paradójicamente obtenemos también una relajación en el esfuerzo. 

 Relajación guiada

Considero que esta familia de métodos tiene una dificultad superior a los anteriores, he conocido personas muy emocionales, con un historial afectivo problemático, que no podían usarlo. Pero si conviene a nuestra personalidad, entonces podemos conseguir una relajación más profunda y más rápidamente que con los otros métodos. En todos estos métodos seguimos mentalmente una guía, una serie de pasos, que relajan progresivamente primero el cuerpo, después la propia mente. Estos pasos son dirigidos por nuestra mente, y pueden incluir visualizaciones, música relajante (u otros sonidos, como campanas, gongs, etc). Podemos ser guiados por otra persona que va dirigiendo el proceso de relajación, o hacerlo enteramente por nuestra cuenta;  el primer caso se presta a practicar la relajación en grupo, guiada por un experto. Utilizan pues la conciencia del propio cuerpo para localizar grupos musculares y relajarlos uno por uno; una vez hecho este "escaneo" muscular se pasa a una segunda fase en la que se relajan los sentidos y la propia mente. Es posible también dirigir la conciencia hacia dentro del cuerpo, hacia los órganos internos, la musculatura involuntaria y otras estructuras corporales, aunque esta técnica necesita una sensibilidad que no todo el mundo posee. Hablamos pues de relajación profunda cuando la aplicamos a todo nuestro ser: cuerpo, mente, emociones.

Concentración

Ya nos hemos referido a la concentración en el apartado de relajación; la concentración es un estado de la mente en el cual ésta atiende a un único objeto (físico o mental). Una mente concentrada ("one-point mind") es más eficiente, y puede aplicarse en diversos ámbitos: deportes, negocios, estudios, etc. 

El estado de concentración se alcanza de forma natural siempre que exista una motivación adecuada; por ejemplo, ante un peligro físico inminente, como defensa natural tanto el cuerpo como la mente se ponen en estado de alerta, y el único objeto al que atendemos es la situación de peligro. También, cuando leemos un libro muy interesante, entramos de forma natural en ese estado, hasta el punto de que frecuentemente nos absorbemos en la lectura y olvidamos nuestro entorno. En cambio cuando no estamos concentrados los estímulos se suceden, y vamos prestando nuestra atención a cada uno de ellos consecutivamente a medida que se presenta. 

El desarrollo de la concentración implica poder entrar en ese estado a voluntad, incluso si no hay una motivación clara, simplemente por un esfuerzo de la voluntad. Por ejemplo, un ejercicio simple de concentración consiste en mirar la aguja segundera de un reloj, siguiendo su movimiento, excluyendo de la atención cualquier otro objeto (incluso el propio reloj) y pensamiento. A las mentes orientadas a la acción y a los resultados  este desarrollo les puede resultar muy arduo, incluso penoso: la mente se rebela ante tal comportamiento, se la intenta obligar a permanecer centrada en un objeto que no tiene en sí ningún interés. La dificultad es aún mayor debido al hecho de que la mayoría de personas están más o menos identificadas con su mente; cuando la mente se niega a obedecer, realmente son ellos mismos quienes se niegan. En sujetos con carácter más contemplativo, que encontramos típicamente en Oriente, se consigue con mayor facilidad. 

En mi opinión para las mentes occidentales es recomendable entrenar la concentración usando objetos de interés: lectura atenta, escucha atenta (éste es todo un valioso arte: saber escuchar al otro atentamente), estudio, etc. 


Concentración y atención

Atención: un objeto externo se convierte en el foco (http://www.madalynne.com/)
La atención no necesita una mente entrenada, de hecho es un estado que se da de forma natural en los animales. En los humanos, al menos en las sociedades avanzadas, es tal el flujo incesante de estímulos e información que reclaman nuestra atención que podemos estar "saltando" de un objeto a otro muchas veces en un día; algunos de estos objetos de atención pueden exigir algún esfuerzo mental por nuestra parte, otros sólo desfilan fugazmente por nuestra conciencia, pensemos por ejemplo en las publicidad televisiva y nuestra actitud mental con ella.

Si los múltiples objetos de atención implican actividad mental, entonces nuestro estado mental es agitado, saltando de in objeto a otro sin cesar. La concentración implica pues tanto atender a un único objeto como pensar sólo en él. 

Mindfulness

Aunque suele incluirse en la categoría de meditación aquí la trataremos como una técnica de atención en el momento presente; la mente ha de estar atenta a lo que sucede, tanto en el mundo exterior como en el interior, sin juzgar, sólo observando y aceptando. La mente no está concentrada en ningún objeto en concreto, està totalmente ocupada en observar los objetos que la atención va mostrando en el aquí y ahora. No hay pasado ni futuro, sólo presente.

Meditación

La palabra meditación se usa para englobar estados muy distintos, lo cual puede producir cierta confusión. En primer lugar, está el meditar en algo: "aplicar con profunda atención el pensamiento a la consideración de algo, o discurrir sobre los medios de conocerlo o conseguirlo" (definición del RAE).  Vemos que hay una relación directa con la concentración: es pre-requisito para meditar en algo el concentrar la mente en ese algo. 

Meditación sobre un objeto

De forma similar a la concentración, el objeto en el que meditamos puede ser un problema del que buscamos una solución, o bien queremos aumentar nuestro conocimiento, entender el objeto. O bien la meditación puede ser más contemplativa: no hay nada que resolver o entender, simplemente observamos sin más, sin buscar nada. El objeto puede ser físico (observar el mar) o mental (considerar atentamente una frase, una idea). 

Una posible secuencia de actividades de meditación, de menos a más dificultad, puede ser:

  1. Concentrarse en la lectura de un libro, leerlo atentamente
  2. Concentrarse en una frase, pasaje o idea del libro, leerla una y otra vez con atención
  3. Apartar el libro, cerrar los ojos, considerar la idea anterior, fijándola en la mente, intentando penetrarla, entenderla: meditar en ella con un propósito
  4. Simplemente observar mentalmente la idea, contemplarla, sin otro objetivo: meditar en ella sin un propósito

Meditación con mantras

Esta técnica pertenece también a la categoría "meditación sobre un objeto", sólo que este objeto es una simple frase o incluso una palabra, el mantra, que se repite incesamente, con lentitud, deliberadamente, con el objeto de conseguir concentración mental. No hay que pretender pensar sobre el mantra, simplemente se trata de mantenerlo en la mente con exclusión de cualquier otra cosa. Hay diversas variantes: el mantra puede ser vocalizado e incluso cantado (como por ejemplo los kirtan hindúes), puede tener un componente devocional o no; mencionaremos en la categoría de mantras devocionales los cantos Sikh y la passage meditation de Eknath Easwaran.  La repetición incesante del mantra puede conseguir concentrar la mente sin un objetivo concreto, actitud que hemos visto que condude al estado meditativo.   


Meditación sin objeto

En el segundo nivel de meditación se trabaja con la atención enfocada en la propia mente, y en la fase más avanzada, la atención se enfoca en sí misma. Cuando tenemos suficiente práctica en la meditación con objeto, podemos empezar a fijarnos en el "vacío" mental, o silencio, que rodea al objeto. Por ejemplo, en la meditación con mantra, nos fijamos en el silencio que se produce entre cada repetición de la palabra. Para facilitarlo, repetimos el mantra muy lentamente, dejando suficiente tiempo muerto entre repeticiones. Al fijarnos en el silencio, empezamos a notar, quizás por primera vez, una presencia que no es mente, al contrario, se manifiesta cuando la mente está en absoluto silencio. Es el denominado yo testigo, conciencia testigo, yo superior, el observador, etc. Esta presencia es advertida al principio de forma fugaz y débil, con práctica paciente y perseverante puede fortalecerse, produciendo un cambio en nuestra personalidad y nuestra forma de ser y vivir en el mundo. De hecho, estamos en el auténtico Yoga, entendido como unión con lo superior. El texto básico del Yoga, los Yoga sutra de Patanjali, establece en la primera página que: "Yoga es la restricción de las modificaciones del material mental". Esta restricción nos lleva al silencio mental, que descubre el testigo interior, con el cual nos uniremos. 

Una secuencia de trabajo para llegar a este elevado estado puede partir de la, aparentemente, modesta relajación:

  1. Relajación corporal profunda, mediante cualquiera de las técnicas: vivir el cuerpo, relajación guiada, escuchar música relajante, etc. La mente debe de estar concentrada en el proceso de relajación.
  2. Relajación mental: calmamos la mente, pero importante: sin perder la conciencia de vigilia ni adormecerse, al contrario mantenemos la atención centrada en el proceso de relajación física y mental. La mente, que ha dirigido la relajación física, queda ahora "vigilada" por la atención, de forma que cualquier pensamiento debe de ser "relajado". 
  3. Una vez conseguida la relajación mental sin perder la atención, tendremos silencio mental; atenderemos a este silencio, disfrutándolo, ya que si se hace correctamente, estaremos en un estado de paz intenso. A partir de aquí es cuestión de tiempo que empezaremos a detectar el testigo interior (¿quién está experimentando esta paz? ¿quién está atento al silencio mental?)