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dimarts, 3 de desembre del 2019

Fe en la conciencia

Fe

Tradicionalmente la fe se relaciona con creer, con tener confianza en algo que parece estar más allá de aquello que dicta la razón, quizá por que no se ve, quizá por que parece imposible, la fe se posee ante algo de lo que no se tiene seguridad. En el sentido religioso frecuentemente se ha reducido a un simple creer, a mantener una creencia a pesar de que las evidencias indiquen lo contrario. Y prácticamente la religión ha acaparado el concepto de fe, de forma que se relaciona fe con creencia religiosa.

Conciencia

Tenemos por otro lado el concepto conciencia, que también tiene su faceta religiosa, el "tener buena conciencia" relativa a una voz en nuestro interior que nos dice lo que está bien y lo que está mal, pero actualmente está teniendo en Occidente una revisión profunda de la mano de la práctica de mindfulness - conciencia plena, con un significado bien distinto. El meditador avanzado puede  experimentar a veces una expansión y a veces una profundización de conciencia, pero no suele ser estable: durante una meditación puede suceder que experimente estados que van mucho más allá de la conciencia ordinaria, y en esos momentos se experimenta una unión con el todo imposible de describir con palabras, o una felicidad absoluta, o un profundo sentido de la propia identidad que trasciende la personalidad; son momentos que no duran, se desvanecen y sólo queda el recuerdo, la persona vuelve a su conciencia habitual.

Fe en la conciencia

Esos estados que se han vivido momentáneamente parecen casi irreales vistos desde la conciencia ordinaria, y al ser casi imposibles de describir parecen aún más fuera del dictado de la razón, que no los entiende. Pues bien, ahí es cuando podemos tomar el sentido original de la fe, como ese tener confianza en que esos estados realmente existen, aunque parezcan irreales ahora. Por algo se han vivido, aunque haya sido sólo un momento. Es tener fe en lo que  nuestra conciencia nos ha mostrado: eso existe, aunque sólo hayamos tenido un acceso momentáneo a ello.

Ese acto de fe constante en la realidad de los estados de conciencia trascendentes, ¿para que puede servir? Sabemos que nuestra propia mente racional no entiende esos estados, y no es capaz de aceptarlos plenamente; mantener nuestra fe en ellos puede tener el efecto de ir abriendo nuestra mente a la aceptación. De otro modo, estamos en un estado ambiguo: hemos vivido estados trascendentes pero los tenemos como arrinconados pues nuestra mente racional ni los entiende ni los acepta. Mente y conciencia son complementarios: el ir abriendo nuestra mente a estados excepcionales de conciencia posiblemente facilitará el volver a experimentarlos de nuevo.

¿No será a esta  fe que abre la mente a la que se refiere el Nuevo Testamento? Quizás Jesús obrara milagros para mostrar que la conciencia habitual no comprende todo lo que puede ser, además insistía constantemente, cuando sanaba, que había sido posible por la fe del enfermo, o sea por que mantenía su mente abierta a tal posibilidad. Parece que indicaba ese tipo de fe, el que una vez visto el milagro, no se encoge de hombros diciendo "bien, ha sido un suceso inexplicable, lo olvido y a otra cosa", sino más bien "ese milagro significa muchas cosas, y voy a poner mi fe en que existen esas otras muchas cosas".

En realidad ni siquiera es necesario ser un meditador avanzado para aplicar este método; seguramente a todos nos han sucedido episodios difícilmente explicables de forma racional; ¿no has notado nunca que te estaban mirando? ¿Has "sentido" que alguien fijaba tus ojos en ti, te giraste, y efectivamente así era? ¿Cómo es posible? O quizás has pensado en alguien a quien hacía tiempo que no veías, y casi en seguida te los has encontrado, es como si hubieras intuido que ibas a encontrar a esa persona. Muchísimas personas han experimentado estos y otros estados no racionales de conciencia de forma esporádica, sin tener control sobre ellos. El aplicar fe y conciencia sobre esas experiencias significa no dejarlas olvidadas como sucesos raros, inexplicables, sino pasar a tenerlos muy presentes, considerar que tienen un significado y un mensaje para nosotros, y es que nuestra conciencia tiene una capacidad de captar la realidad que va más allá de lo que nuestra mente entiende y acepta.


dilluns, 7 d’octubre del 2019

La duda razonable nos ayuda a aprender, el negacionismo nos lo impide

Fragmento del artículo
El otro día en un grupo de WhatsApp que agrupa personas con interés en la meditación alguien simplemente compartió, sin comentario alguno, un interesante artículo, la vida duele y no es cuestión de anestesiarla, que hablaba sobre la unidad entre espíritu y materia; escrito por una licenciada en medicina que se ha dedicado a la medicina naturista, habla de la posibilidad de "recetar un pensamiento", de la constitución energética del ser humano, de cómo nos condicionan las creencias, de cómo la física cuántica nos dice que todo está inmerso en un mar de energía, del "segundo cerebro situado en el corazón", de la posibilidad de establecer una comunicación coherente entre el primer y el segundo cerebro, y de la nueva rama de conocimiento denominada psiconeuroinmunologia. Realmente es mucha información, e impactante, en poco espacio, pues se lee en cinco minutos. 

En ese grupo, formado por sólo 25 personas, encontramos un poco de todo, como fiel reflejo de la sociedad, y entre esas personas se encuentran algunas de escépticas para con todo lo que se aleje de lo estrictamente aceptado oficialmente. El escepticismo consiste en dudar de lo que no está firmemente argumentado, probado y contrastado, y es una gran herramienta para evitar caer en el error y ser engañado, y es una actitud intelectualmente recomendable, es un escepticismo abierto a descubrir, sano y útil. Pero una cosa es dudar, y otra es negar sistemáticamente, no es lo mismo; el negar lo desconocido, lo no probado más allá de toda duda, restringe seriamente nuestra capacidad de descubrir y aprender cosas nuevas, y además nos convierte en censores de las opiniones de los demás, pues quien está tan convencido de la falsedad de algo para ser capaz de directamente negarla, suele también acusar de farsantes o ilusos a quienes les llevan la contraria, poniéndose a sí mismos en una posición superior. Ellos saben, los demás están engañados, es un escepticismo cerrado, negacionista de lo desconocido. El artículo anterior fue puesta en duda por tales escépticos con frases típicas tales como "cuando hablan de 'segundo cerebro' y al mismo tiempo mencionan la física cuántica, en fin ....". En un grupo que se dedica a la meditación y sus aplicaciones prácticas, simplemente compartir textos como éste, u otros que hablan de la conciencia, un tema central en la práctica de la meditación, provoca la reacción de desautorización por parte de los escépticos, y siendo representantes de la ciencia oficial, silencian a otras voces.

Es conveniente pues distinguir claramente entre estas dos actitudes; no se trata de ser un crédulo, pero tampoco de negar sistemáticamente todo conocimiento no oficial. Son dos extremos, lo mejor es el camino medio. Este medio es el que se asombra ante lo desconocido, no lo cree ni lo niega, y se queda en una duda razonable. Y esta duda lleva a querer saber más sobre ello, no menos, a querer despejar esa duda investigando más, y si no es posible por falta de medios y/o conocimientos, a quedarse en esa duda abierta que dice "quizá sea cierto, no lo se con seguridad". Pues el conocimiento tiene grados, rara vez o nunca es absoluto.

Volviendo al artículo, ¿qué hay de cierto, comprobable, en sus afirmaciones? en nuestra era de Internet tenemos enormes facilidades para informarnos sin movernos del sofá, no tenemos excusa. Unas cuantas búsquedas y encontramos cosas interesantes.

El "segundo cerebro situado en el corazón. Existe una red neuronal en la zona del corazón, encargada de controlar los latidos; además la red del sistema nervioso vegetativo (simpático y parasimpático) también participan en ese control: son dos redes que interactúan. Esto es un hecho. Aunque las características de esa red son muy distintas de las de la red neuronal del cerebro, y es bastante inexacto llamar a tal red "segundo cerebro", hay no obstante investigaciones que muestran la posibilidad de sincronizar ambas redes neuronales; por ejemplo, el artículo de la prestigiosa revista científica Nature titulado Effects of gratitude meditation on neural network functional connectivity and brain-heart coupling (efectos de la meditación de la gratitud en la conectividad funcional y el acoplamiento cerebro-corazón) muestra los efectos de la gratitud (y del resentimiento) en el sistema nervioso central y periférico y su repercusión en los ritmos del corazón. En otro estudio, publicado en Frontiers of Human Neuroscience, Dynamic correlations between heart and brain rhythm during Autogenic meditation (correlaciones dinámicas entre el corazón y el ritmo cerebral durante la meditación autógena) explora la asociación del cerebro con las actividades del corazón en la línea de explicar mejor las conexiones mente-cuerpo. Hay pues investigación científica y resultados probados respecto a las conexiones mente-cerebro-corazón suficientes para no ser demasiado escépticos con el tema. Aunque los escépticos extremistas seguirán negando la posibilidad, aduciendo que "hay investigaciones equivocadas", sin reparar en que también hay escépticos equivocados.

La constitución energética del ser humano. Es una antigua teoría muy arraigada en la cultura oriental y base de la medicina china, así como en diversas tradiciones espirituales y artes marciales, como el Yoga, el Tai-Chi, el Qi-Gong, o la acupuntura. Nos dice que en el cuerpo circulan unas "energías" por unos canales concretos que son sutiles, casi o totalmente inmateriales, pero conectados con la parte física del cuerpo. La investigación científica en este tema es casi inexistente; por ello el escéptico razonable no creerá ciegamente en la teoría, pero al mismo tiempo al ver que es una tradición milenaria, y que está arraigada en zonas muy distantes y con culturas radicalmente diferentes, como China o India, no la negará. 


La física cuántica y el mar de energía que lo envuelve todo. Esta es una afirmación rigurosamente cierta, aunque parezca fantástica. Incuso el vacío del espacio interestelar es también parte de ese océano de energía universal, el premio Nobel Paul Dirac enunció su teoría del Mar de Dirac. ¡La ciencia del siglo XXI a menudo es tan o más fantástica que las tradiciones espirituales! Basándose en este hecho científico, algunos pensadores avanzan la idea de que si todo absolutamente todo está inmerso en ese océano de energía, nuestro cuerpo también, incluso a nivel celular, incluso a nivel de los núcleos celulares, del ADN, y entonces quizá existe alguna conexión entre esa energía universal y la constitución energética del ser humano. Esta hipótesis, sin ser descabellada, no tiene todavía rigor científico, y por ello es rechazada de plano por el escepticismo radical, y puesta en duda razonable por el escepticismo neutral.

Esperamos que esta lectura haya contribuido a aclarar la diferencia entre la actitud de no querer ser engañado y dudar, que es correcta, y la actitud de negar todo aquello que no esté al 100% científicamente demostrado, que es cerrada y negativa. Y también a mostrar aspectos fantásticos de nuestra existencia aún por descubrir.


diumenge, 22 de setembre del 2019

De la conciencia intelectual a la contemplativa, inocente, gozosa

Corcheras, delimitan los carriles
Rutina de entreno
Los sábados por la tarde suelo ir a nadar; una actividad placentera, pero también monótona que practico desde muy joven, cuando lo hacía a nivel de competición. Hasta hace años mi mente estaba muy atenta al cronómetro, comprobando los tiempos que empleaba en cada largo, y los acumulados, teniendo en cuenta los diferentes estilos que iba empleando; si los tiempos eran "buenos" me decía a mi mismo "vas bien, vas bien" como si fuera mi propio entrenador, y cuando estaban por debajo de lo esperado, me molestaba ligeramente, y tenía que decirme a mí mismo "todo el mundo tiene un mal día, no te preocupes, el próximo día lo harás mejor". Y todo este control, y esta evaluación continua no tenía ningún motivo, pues ya no competía, iba a nadar simplemente para estar en buena forma, pero mi mente estaba acostumbrada a ser así, competitiva, exigente, controladora. Todo el entorno de la piscina, las corcheras, los sonidos, los colores, todo eso estaba ahí pero mi atención estaba absorbida por los tiempos, los ritmos y cadencias de brazos y piernas, por mi rutina de entreno.

En los últimos años la práctica diaria de la meditación ha relajado ese estado de control exigente, actualmente me dan igual los tiempos invertidos, en realidad ni los miro, sólo miro el tiempo total, 30 minutos, pero sin importarme los metros totales cubiertos; soy coherente con mi motivación para nadar: cuidar el cuerpo y relajar la mente, en cada largo voy poniendo mi atención en las sensaciones que me proporciona el cuerpo al avanzar en el agua, en las imágenes que voy viendo conforme mi cabeza entra y sale del agua, girando a un lado y al otro, en los sonidos que oigo del entorno, con todo ese abanico sensorial la mente está ocupada observando y no piensa nada, y así el ejercicio de nadar se convierte en una especie de Yoga. 

Reflejos de luz en la piscina
El sábado pasado me encontraba en un estado mental particularmente tranquilo antes de empezar a nadar. Como consecuencia, nadé más lento que de costumbre, y más atento a lo que me llegaba de los sentidos, disfruté aún más de las sensaciones. En el último largo nadé muy despacio, y de repente vi esas luces centelleantes en el fondo de la piscina, que son reflejo de la luz de los focos en el techo, y centellean debido al movimiento del agua producido por los nadadores; lo he visto miles de veces, pero esa vez lo observé con plena atención, o quizá deberíamos decirlo al revés, gracias a que estaba en un estado de calma mental pero con atención plena, me di cuenta de la belleza de esos reflejos. Este es el punto: ya los conocía de hace muchos años, pero era incapaz de volver a captar su belleza como hice de niño, la primera vez que los vi. En la medida que nuestra atención está plenamente absorbida por nuestra actividad intelectual, mental, somos más incapaces de captar la belleza que nos rodea, la damos por ya vista, por conocida. Pero la belleza no es para conocerla, es para observarla y gozarla

Bloque salida
Cuerda
A partir de ahí actué como un niño; dejé de nadar y me quedé flotando, aguantando la respiración para poder observar los reflejos; incluso me sumergí, buceando, para verlo más de cerca. Pronto mi atención se dio cuenta de la belleza de los azulejos del fondo, de ahí pasé a mirar la superficie del agua desde debajo de ella, vi las corcheras flotando sobre mí, y los nadadores pasando en un sentido y en el otro por los carriles, ahí arriba. Salí a la superficie y seguí nadando lentamente hasta llegar al bloque de salida del carril, me quedé observándolo como si fuera la primera vez que  lo veía, recordé que de niño me gustaba sujetarme a la parte más alta y subir a fuerza de brazos para a continuación, dejarme caer en el agua, así que lo repetí por primera vez en muchos años. Desde debajo dela agua me fijé entonces en las cuerdas de nailon blanco que sujetan las corcheras al borde de la piscina, me parecieron sorprendentemente bellas, como todo lo que me rodeaba.

Este estado contemplativo, muy atento a lo que te rodea, en actitud de goce, parece ser que no es compatible con nuestro estado habitual de conciencia plenamente capturada por el pensamiento racional, ese pensamiento que no se fija en lo que "ya tiene muy visto", en lo que ya conoce, y que siempre está muy ocupado controlando, construyendo, planificando, evaluando, y otras actividades intelectuales. Pero tan humano es este estado intelectual como el otro estado contemplativo y gozoso, los dos conforman el regalo que es ser humano. Lo que suele pasar es que nos pasamos la vida en un estado, el intelectual, y muy rara vez en el otro, el gozoso. Deberíamos aprender a estar en cualquiera de ellos a voluntad, aprovechando al máximo nuestro potencial de vivir plenamente, de ser. En realidad, el estado de conciencia muy cerrado en la actividad intelectual, visto desde el otro estado abierto al mundo en todos sus detalles, se ve más como un estado de inconsciencia que de consciencia, pues el individuo no "ve" casi nada de su alrededor, 


 

divendres, 9 d’agost del 2019

Conciencia plena espiritual

Por conciencia plena entendemos un estado de la persona en el que hay una atención total, no analítica y no reactiva. Separamos el acto de atender del de pensar: sólo atendemos, no pensamos. Si vienen pensamientos, los dejamos pasar sin atenderlos. Y abrimos el campo de atención a todo lo que acontece en general, instante a instante, sin reaccionar a lo percibido. Incluyendo a lo que nos pasa a nosotros: estado físico, emocional y mental. De ahí llamarle "plena", pues lo atiende absolutamente todo tal como viene, sin prejuicios ni filtros ni resistencias. 

Pero la conciencia va de la mano del conocimiento y de la capacidad de percibir, esto es, de la sensibilidad.  No podemos ser conscientes de lo que no percibimos. Ni plenamente conscientes de lo que desconocemos. El desarrollo de una auténtica conciencia plena pues necesita de una sensibilidad perceptiva aumentada y de un conocer amplio. Pero no es necesariamente un conocer intelectual, teórico, se necesita un simple conocer de la existencia de algo para ser capaz de dirigir la atención a ese algo e incluirlo en la conciencia. 

Así, si por ejemplo si no sé lo que es la emoción llamada abulia, si un día la experimento, me será más difícil darme cuenta de que estoy en ese estado emocional y de lo que significa, seré quizás consciente de que estoy triste, pues la abulia es un tipo de tristeza, pero sin darme cuenta de los matices de esa tristeza, y seguramente no seré capaz de identificar las causas del estado negativo. En la educación para la inteligencia emocional se anima a conocer todo el espectro de emociones, a saberlas identificar, como ayuda importante para reconocerlas cuando aparecen y poder gestionarlas mejor. El conocimiento de lo que es aquello que percibimos nos hace más conscientes de lo percibido. 

La atención plena a nosotros mismos, a nuestro cuerpo, a nuestras emociones y pensamientos, con la práctica aumentará nuestra sensibilidad, nos daremos cuenta realmente de lo que nos sucede instante a instante. Pero quizá no lo entendamos bien, y en ese caso seremos parcialmente conscientes, no plenamente. Hay una dimensión de la persona, aparte de la social, corporal, emocional, etc, que está muy relacionada con la atención plena: la espiritualidad; acceder a esa dimensión nos proporciona inteligencia espiritual.

Espiritualidad

La dimensión personal más alta a la que tenemos acceso es la denominada dimensión espiritual; abrirnos a esa dimensión nuestra es lo que conocemos por despertar espiritual, o incluso iluminación.  Conceptos que hasta hace poco en la historia de la humanidad se consideraban restringidos a unas pocas personas muy especiales, casi siempre gente retirada de la vida normal, recluida en monasterios, con dedicación exclusiva a la vida contemplativa. En la actualidad la práctica de la conciencia plena, cada día más común y en expansión, nos acerca bastante a ese despertar espiritual pero sin tener que renunciar a la vida activa, social. No son equivalentes la conciencia plena y la espiritualidad, sino que la primera desarrolla habilidades en nosotros que nos ponen a las puertas de la espiritualidad, nos lo ponen fácil.

Una de las definiciones de "despertar espiritual" es:

El despertar ocurre cuando ya no vives en un mundo de sueños donde filtras todo a través de tu ego y te enfocas en el futuro y el pasado. En cambio, tienes una conciencia casi simultánea de tu yo individual y la conexión entre eso y todo lo demás.
Y una de las practicas de la conciencia plena, la práctica del monitoreo abierto, cumple esa definición, pues en ella nos enfocamos en el presente, momento a momento, y además abrimos nuestra percepción a todo lo que aparece, tanto en el exterior como en nuestro interior, simultáneamente. 

El despertar espiritual también se define por sus efectos, y muchos de ellos aparecen también en la práctica de la atención plena:

  • Inocencia con sabiduria: Las personas espiritualmente despiertas ven el mundo de una manera muy inocente, impactados por la maravilla, la belleza y la complejidad de los fenómenos que otras personas dan por sentado y no prestan mucha atención. Pero a la vez sabia, pues conocen lo que observan y quieren conocerlo aún más. La actitud de "mente de principiante" de la práctica de la atención plena refuerza esta actitud.
  • Todo es consciencia: Para la persona despierta, incluso los fenómenos naturales que no están biológicamente vivos (como las nubes, el mar o las piedras) y los objetos hechos por el hombre (como muebles o edificios) parecen brillar al atenderlos, parecen cobrar vida. Al prestar plena atención a un objeto inanimado, parece más real.
  • Paz interior: se establece una paz imperturbable, incluso si las cosas "no salen bien" en tu vida, no caes en una montaña rusa emocional de ira, frustración o desesperación. Las emociones negativas surgen pero duran poco. La paz interior es como una lupa para las emociones positivas y una manta empapada en agua sobre el fuego de las negativas. La disminución de pensamientos erráticos no deseados que conseguimos con
    la práctica de la atención plena ayuda a conseguir paz interior.
  • Intuición aumentada: ¿Alguna vez has pensado en un viejo amigo que hace tiempo no ves y después encontrarte con él? ¿O escuchaste sonar tu teléfono y sabías quien era antes de mirar? Muchas personas han experimentado el conocimiento intuitivo. La espiritualidad acrecienta la intuición.
  • Bondad y compasión: Las personas que están en el proceso de un despertar espiritual comienzan a notar una empatía más completa y una compasión más orientada a la acción que se siente normal, natural y gratificante. E incluye la auto-compasión, un sentido de humanidad común, una amabilidad. La compasión es, o debería ser, un elemento básico en la
    práctica de la atención plena.
  • Trascender el miedo a la vejez y a la muerte: cuando se ve que la conciencia trasciende al cuerpo físico, el deterioramiento y la pérdida de este cuerpo se siente menos trágica. Ver la muerte como un proceso natural permite la paz y elimina el miedo.
  • Autenticidad: se diluye la necesidad de ajustarse a las normas culturales o seguir siendo políticamente correcto. En cambio, surge una necesidad de expresar en palabra y acción lo que sientes como correcto. Nos damos cuenta de que no se trata de complacer a los demás evitando expresar opiniones impopulares. 
  • Bienestar aumentado: las personas espiritualmente despiertas tienen un nivel de bienestar que parece ser más consistente, más estable. Saben que hay una conexión mente-cuerpo, que se traduce en una conexión felicidad-salud.

En palabras de
Eckhart Tolle, "encuentras la paz no reorganizando las circunstancias de tu vida, sino dándote cuenta de quién eres en el nivel más profundo". Ese dándote cuenta es tomar conciencia de, es prestar atención plena a nosotros mismos.

diumenge, 4 d’agost del 2019

Amor liberado de la mente: Ser-Amor

En una conversación entre amigos en la que participaba, en un momento dado uno de ellos, que estaba pasando por una época de cierta confusión, se preguntaba "¿qué es el amor?". Al instante esa pregunta me recordó vivamente un cuento corto que había leído tiempo atrás en el libro 101 cuentos clásicos de la India, del autor Ramiro Calle, que resumo de memoria brevemente: 

Eran dos peces en el inmenso océano, uno joven e inquieto, el otro ya entrado en años. El joven se preguntó en voz alta: "qué es el mar?". El viejo le miró con asombro, y le contestó "pobre pez ignorante: estas en el mar, vives en él y morirás en él, sostiene tu existencia en todo momento, incluso tu cuerpo está hecho de agua de mar ... tu eres parte del mar, eres el mar, siempre lo has sido y lo seras ¡y tu me preguntas qué es el mar!
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Cambiemos mar por amor y tendremos un símil para responder a la pregunta sobre el amor; aunque claro, es un poco más complicado, no sólo somos amor, no sólo "vivimos en un océano de amor sin darnos cuenta" (aunque esto es rigurosamente cierto), también somos algo más, también somos mente

La mente forma ideas, conceptos, proyectos, sueños, imaginaciones ... que pueden materializarse o no. Actúa en nosotros captando la realidad objetiva (suponiendo que exista tal cosa) e interpretándola, creando nuestra realidad subjetiva, nuestra visión particular del mundo y de nosotros mismos. Esta realidad personal puede llegar a ser muy cerrada, la persona cierra su mente a otras formas de ver el mundo, cree firmemente que la realidad es como ella la ve y no de otra forma, y como consecuencia es incapaz de percibir nada que sea demasiado distinto a su concepción cerrada. 

Respecto al amor, es usual creer que no lo tenemos, sino que nos lo han de dar (y recíprocamente, lo hemos de dar) como si fuera un objeto, un regalo, que hay que buscarlo, que hay que encontrarlo. Y a menudo buscamos a ciegas, pues ni siquiera sabemos exactamente qué es lo que estamos buscando. Nos hacemos una idea sobre lo que es, o sobre lo que creemos que debería ser, y después la realidad contradice nuestra idea, y nos sentimos confusos, incluso nos cerramos temporalmente al amor, dañados como nos sentimos al frustrarse nuestra búsqueda de algo que no ha sido como lo imaginábamos. 

En realidad el Amor es totalmente independiente de la mente: todas nuestras concepciones mentales sobre él son simples representaciones, tal como un cuadro del mar lo es del mar real. Podemos tener diversos cuadros del mar en casa, cada uno con un aspecto distinto, o quizá no tengamos ninguno, pero el mar sigue siendo el mar, y sigue estando ahí independientemente de si pensamos en él o no, de si tenemos imágenes de él o no. Y es inmenso, como el Amor con mayúsculas. Para ver claramente la verdad de esta afirmación es necesario relajar la mente, soltar nuestras pre-concepciones y pre-juicios, y enfocar la mente en ver y percibir nuestra capacidad de amar, y nuestra capacidad de sentir el amor. Este vivenciar nuestra capacidad de amar sin condicionamientos mentales poco a poco va abriendo nuestra visión, se sueltan las limitaciones y condicionamientos mentales, y nos damos cuenta de que el Amor tiene mas que ver con el Ser que con el hacer: nuestro Ser es, independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer, y el Amor es intrínseco al Ser. Después con la mente hacemos, manifestamos, imaginamos, "hacemos el Amor" expresión que suele usarse exclusivamente para referirse al acto sexual pero aquí lo usamos en sentido amplio (de ahí el Amor en mayúsculas), de manifestar amor por cualquier canal, como por ejemplo compartir una tarde con amistades, jugar con tu hijo, escuchar atentamente a quien quiere ser escuchado, o escribir unas líneas con el ánimo de que sean útiles para alguien, todo eso son actos de amor, se relacionan no con el ser sino con el hacer. 

Así pues los "problemas con el amor" vienen de la confusión básica de identificarse con el hacer, con las acciones, con lo que nos sucede, con nuestras ideas personales, con no saber vivir directamente el amor que ya tenemos y somos, y eso viene de no haber trabajado nuestro aspecto "simplemente Ser" y en cambio habernos volcado en el aspecto "hacer: soy lo que hago, lo que me hacen y lo que me sucede". El Amor no tiene problemas, eso es cosa de la mente, de hecho los problemas son creaciones de la mente. Desde el punto de vista de la mente racional no se entienden las palabras del Nuevo Testamento (Corintios, 13), se le ponen mil problemas, se cree que es imposible un amor así, e incluso se cree que no es recomendable:
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor ...
Pero si distinguimos el Ser-Amor del amor como realización mental entonces cobran significado, pues la envidia, jactancia, rencor, etc son productos de la mente, no tienen nada que ver con el Amor. Esas emociones negativas se solucionan en la mente, y se solucionan superando las pre-concepciones y abriéndose a lo que somos realmente.
El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido

A través de la meditación paciente y constante, podemos ir abriendo nuestra mente al Ser-Amor que somos momento a momento. El efecto en la persona es realmente extraordinario: dejamos de buscar y de pedir lo que ya somos y tenemos, ahora y siempre. Nuestra mente, ahora abierta, se llena de Amor incondicional, de Ser, constantemente, independientemente de las circunstancias, pues ninguna circunstancia puede afectar al Ser, en todo caso lo hará sobre nuestro hacer; la mente pasa a ser utilizada para modular nuestra expresión de afecto, que fluye de nosotros de forma natural como el agua de un manantial inagotable, adaptándola a las circunstancias y a las personas de la forma que veamos más adecuada para ellas. Pero incluso si las circunstancias o las personas que nos rodean son adversas a esa expresión, a la realización del Amor, no afectará en absoluto a nuestra vivencia interna de serlo, eso es tan inamovible como el océano.

divendres, 12 de juliol del 2019

Equilibrar ser y hacer


Observar, mejor dicho, contemplar un paisaje natural amplio, con perspectiva, desde cierta altura, nos relaja, eleva nuestra conciencia, nos hace olvidar momentáneamente nuestros pequeños problemas personales, delante de tanta grandiosidad, de esa tranquilidad majestuosa.


Nuestra mente casi siempre está cerrada dando vueltas a las mismas pequeñas cosas cotidianas. Nos cargamos con un montón de tareas por hacer, día a día, hasta que "no tenemos tiempo libre".


Pero una cosa es el ser, y otra cosa es el hacer. Si estamos el 100% de nuestro tiempo haciendo cosas, olvidamos el ser; peor aún, confundimos el ser con el hacer, creemos que si no estamos haciendo algo continuamente, entonces estamos "perdiendo el tiempo". El ser simplemente es, y el ser vivo es simplemente un estar vivo, y un sentirse vivo. El equilibrio perfecto consiste en ser y hacer sin que uno colapse al otro. 


Cuando contemplamos lo majestuoso, nuestra mente deja de pensar, sólo observa, y por unos instantes nos fundimos con lo observado, pero no obstante no dejamos de ser, somos el que observa, somos el que queda absorto en la contemplación de la Naturaleza. En esos instantes sólo somos. 

¿Por qué es importante dedicar atención a sólo ser? Adquirimos conocimiento por observación de la realidad; la ciencia experimenta, observa y anota las regularidades observadas, las cadenas de causa-efecto. Para el físico Bernard d'Espagnat la idea de una realidad que existe independientemente de nosotros y que está altamente estructurada puede llamarse simplemente “Ser”, puede explicar porque siempre que aplicamos una causa se produce el mismo efecto y no otro distinto cada vez.



Conocer es entonces crear conceptos mentales y encontrar correspondencias entre la realidad (el Ser) y nuestros conceptos mentales. El Ser puede ser la explicación última de todo lo que nos rodea, incluidos nosotros mismos. Nosotros también somos una realidad, un ser particular, parte del Ser total.

Además, al dedicarnos en exclusiva al hacer olvidando nuestro ser particular, nos alineamos de nosotros mismos, no somos quien somos, nos reducimos a alquien que hace cosas, cuando en realidad tenemos un valor intrínseco, más allá de lo que hacemos o dejamos de hacer. Es importante para nosotros pues dedicar algún tiempo cada día a sólo ser.



dimarts, 11 de juny del 2019

Consciencia emergente


¿Qué es la consciencia?

La consciencia puede verse como la facultad de un ser para estar inteligentemente conectado con su entorno. Sin entrar en detalles filosóficos de qué significa exactamente la palabra "ser", a eso se dedica una rama de la Filosofía: la Ontología, aquí simplemente nos referimos a algo que existe (no es producto de la imaginación, realmente existe); existir viene del latín existere que significa ‘salir’, ‘nacer’, ‘aparecer’, y a su vez deriva de sistere ‘colocar’, ‘estar'.

La consciencia está en todas partes 

Claro, si ser es existir entonces una piedra es un ser, incluso un grano de arena lo es; ¿está una piedra conectada a su entorno? Pues sí, en realidad todo lo que existe está conectado a todo lo demás. Esa piedra está influenciada por su entorno, y modifica su estado en respuesta a ese entorno. Afectan a la piedra los cambios de temperatura y humedad (su estructura interna, sus moléculas, modifican sus vibraciones), de luz ambiente (la luz del Sol es absorbida en parte por la piedra, y en parte reflejada), está sujeta a la gravedad, y por supuesto es afectada por cualquier ser vivo que la golpee o la recoja, incluso se puede convertir en un adorno de un jardín, o en objeto de estudio de un geólogo. Desde este punto de vista, todo lo que existe, o sea todo ser, está conectado con todos los demás seres, tiene pues consciencia.

Consciencia y evolución

Atendiendo a la complejidad de la conexión es cuando aparecen los grados de conciencia. En un ser vivo, además de la conexión con el entorno que encontramos en un mineral, aparecen nuevas posibilidades, más sutiles, que hacen que el ser pueda reaccionar al entorno para adaptarse y mejorar su bienestar. La reacción al estímulo del entorno es básica para la supervivencia, pues el ser vivo es mucho más delicado que el ser mineral, necesita protegerse. Así, la consciencia se hace más y más sensible, compleja, a medida que la evolución crea organismos más avanzados.


¡Qué mirada! Despierta, atenta, amable, expectante ... ¡consciente!
En la especie humana la consciencia alcanza su máximo desarrollo, pues además de conectarla de forma muy sensible a su entorno a través de la conciencia sensorial, el ser humano es capaz incluso de percibirse a sí mismo, de relacionarse consigo mismo, ya no es sólo una relación del ser con su entorno exterior, es además una relación consigo mismo. Por eso empieza a preguntarse ¿quién soy yo en realidad?, esa pregunta nace de la auto-consciencia de sí mismo. 

Consciencia plena, no reactividad

En todo caso la consciencia no es un atributo especial del ser humano, es una propiedad emergente de la materia, está en todo, en grados distintos de evolución. Y sigue evolucionando, probablemente la denominada conciencia plena (mindfulness) que tanta difusión está teniendo en estos principios del siglo XXI sea la siguiente fase de esa evolución: es una emergencia de una consciencia que nos conecta con todo de forma no dual, pues tiene una visión del todo que incluso nos incluye a nosotros mismo en ese todo. 

Además ya no hay una reactividad actuando detrás como sucede en la consciencia menos evolucionada, pues esa reactividad era para proteger al ser vivo, protección que en una sociedad amable, evolucionada, humana, no debería ser necesaria en absoluto. La reactividad en realidad no forma parte de la consciencia, pues ésta como ya hemos dicho es una conexión inteligente, mientras que la acción en respuesta a la información que le llega, de la que es consciente, pertenece a otro ámbito del ser vivo. Es por eso que en los programas de mindfulness se trabaja la no reactividad, pues es fácil confundir la reacción con la consciencia, y se hace necesario un trabajo personal para distinguir una de la otra. El ser humano está capacitado para tener ese grado de consciencia capaz de discernir la diferencia entre reaccionar de forma automática y actuar de forma reflexionada, o incluso de no actuar si es lo mñas conveniente. 

dilluns, 6 de maig del 2019

La práctica de la conciencia plena es transformante

La práctica de conciencia plena es transformante, pero hay resistencias al cambio

Es de lo más frecuente, para los que nos dedicamos a impartir talleres y cursos prácticos de relajación y de mindfulness, a encontrarnos con muchas personas, de hecho la mayoría de los asistentes, que a pesar de encontrar placenteras e incluso reveladoras las prácticas que se realizan, confiesan no ser capaces de decidir dedicar un tiempo a la práctica diaria, más allá del que dedican durante el taller; dicen que no tienen  tiempo, cuando en realidad todos podemos reservar 10 minutos al día por muy ocupados que estemos; o también dicen que simplemente no piensan en ello, etc.  A pesar de que se les insista que la práctica diaria, mantenida de forma constante durante algunas semanas, es fundamental para que los beneficios asociados a la práctica se consoliden, se hagan suyos, y teniendo constancia directa de esos beneficios pues durante el taller experimentan relajación, bienestar e incluso silencio mental, así y todo se ven incapaces de decidir incorporar unos minutos a la práctica personal en su día a día.
En consecuencia para la mayoría de personas que asisten a cursos, el resultado final es haber tenido un contacto agradable con la práctica de mindfulness, pero que no modifica en nada, o en muy poco, la vida de la persona. La verdadera práctica de mindfulness es transformante, transforma a la persona; si no es así, es que sólo estamos tocando la superficie, como si nos apuntáramos a clases de piano para sólo tocar con dos dedos las piezas más simples, o como si nos matriculáramos en la Universidad sólo para saber qué es la Universidad, sin estudiar de verdad ninguna asignatura.

A profound transformation
En palabras de Jon Kabat-Zinn (transcrito del vídeo original en ingles):

"Our attempts to identify and solve our problems will usually be thwarted by our own prejudices and preconceptions. Our doubts about our own abilities then become self-fulfilling prophecies. They can come to dominate our lives and in this way we effectively make our own limitations through our own thought processes.

You can get a closer look at this process on a day-to-day level by being mindful of your own inner dialogue and beliefs and how they affect what you wind up doing in certain situations.

Unless we are practicing mindfulness we rarely observe our inner dialogue with any detachment and ponder its validity especially when it concerns our thoughts and beliefs about ourselves. (...)
What we mean above all is that they are undergoing a profound transformation of you; this transformation is brought about by the encounter with one's own wholeness catalyzed by the meditation practice itself."
"Nuestros intentos de identificar y resolver nuestros problemas generalmente se verán frustrados por nuestros propios prejuicios y preconcepciones. Nuestras dudas sobre nuestras propias habilidades se convierten en profecías auto-cumplidas. Pueden llegar a dominar nuestras vidas y, de esta manera, creamos nuestras propias limitaciones a través de nuestros propios procesos de pensamiento.
Podemos observar de cerca este proceso en un nivel cotidiano haciéndonos conscientes de nuestro propio diálogo y creencias interiores, y de cómo afectan a lo que terminamos haciendo en determinadas situaciones."
A menos que estemos practicando la atención plena, raramente observaremos nuestro diálogo interno con cierto desapego ni ponderaremos su validez, especialmente cuando se trata de nuestros pensamientos y creencias sobre nosotros mismos.
Lo que queremos decir sobre todo es que están sufriendo una profunda transformación de ustedes; esta transformación es provocada por el encuentro con la propia totalidad catalizada por la práctica de la meditación misma.
A menos que la persona esté determinada a cambiarse a sí misma, en general las resistencias psicológicas impedirán que la transformación personal tenga lugar. Es como el pez que se muerde la cola: las propias creencias sobre lo que somos y de lo que somos capaces nos limitan, la práctica de mindfulness puede aflojar esa limitación, pero nuestras creencias, manifestadas como resistencia al cambio, en el fondo como miedo a lo desconocido, nos impiden cambiar.

También pueden aparecer resistencias no basadas en el miedo a la transformación, sino en las inercias: la persona sigue obrando como siempre, haciendo lo de siempre, sin ser capaz de variar su rutina habitual para introducir el nuevo elemento que es la práctica de la atención plena, por simple inercia.

Etapas de todo proceso de transformación personal

Siguiendo a A. Blay, un psicólogo que creó su propia línea de trabajo para la transformación y crecimiento personal, para transformar nuestra personalidad a pesar de las resistencias internas, debemos pasar por las siguientes etapas de cambio, aceptación e integración:
  1. Percepción de la posibilidad de cambio, de nuevas perspectivas
  2. Tomar conciencia de ello
  3. Asumirlo
  4. Actuar en consecuencia de lo asumido
  5. Ser eso, serlo.
Vemos cada fase.

Percepción: percibimos algo cuando nuestra mente recibe información de ese algo a través de un canal de transmisión de información. Habitualmente ese canal es sensorial (los cinco sentidos) y la información proviene del exterior de nuestro cuerpo, pero también puede provenir de nuestro propio cuerpo (como en la propiocepción o la interocepción) o de realidades no físicas (percepción extrasensorial), aunque esta última no está aceptada por la ciencia. Cuando asistimos a talleres de mindfulness percibimos los efectos de la práctica: relajación, centramiento, calma, sensación de estar muy despiertos, etc. 


Tomar conciencia: es incorporar a nuestra conciencia una experiencia, implica percepción pero además aceptación de lo que percibimos tal como lo percibimos, o sea es aflojar nuestras posibles resistencias a aceptar lo que percibimos. Con ello obtenemos un conocimiento directo, vivencial,  de la existencia de ese algo percibido, independientemente de nuestras ideas previas. Por ejemplo en un taller de relajación y conciencia plena, en un ejercicio concreto de observación de los pensamientos propios, al terminarlo y comentar los estados de los asistentes, hubo quien resultó confundido, y preguntó "pero entonces, ¿quien soy yo?", pero fue una pregunta realizada con cierta angustia, con cierto miedo a lo que se había percibido, con una resistencia a aceptar que el yo personal no se limita a lo concebido anteriormente; aquella persona quedó confundida, y no integró la experiencia en su conciencia, al contrario, dudó y se cerró a ella.


Asumir: significa literalmente tomar para uno mismo lo percibido, hacerse cargo de ello, responsabilizarse de algo.  Se refiere a lo que percibimos e incorporamos a nuestros esquemas mentales, aceptándolo plenamente en nuestra vida: aquello es, y está en nuestra vida, es parte de ella.

Por ejemplo en tu trabajo recientemente te han ascendido, ahora eres el jefe de tus antiguos colegas, lo sabes pues percibiste el mensaje, escuchaste el nombramiento, te has hecho consciente de ello, lo sabes, pero no te lo esperabas, no estabas preparado para ello, así que lo sabes pero todavía no lo has asumido, el hecho no lo has aceptado plenamente, no te has responsabilizado de tu nuevo cargo, y en consecuencia no estarás actuando aún plenamente como jefe hasta que no lo asumas, todavía no eres jefe de hecho, sólo sabes que te nombraron jefe. El asumir algo puede ser parcial: lo sabes, pero no acabas de aceptarlo del todo, tienes una aceptación parcial debido a resistencias mentales.

Para asumir el cambio totalmente debemos superar los condicionamientos y resistencias que tengamos, y eso pasa por un proceso de tomar conciencia de esas resistencias. Del mismo modo, en la práctica de la atención plena se produce una profunda transformación personal que hay que percibir, aceptar y asumir para que se estabilice.

Actuar en consecuencia: es un ajustar nuestra acción cotidiana al conocimiento asumido que tenemos, actuando como corresponde a lo que hemos aceptado y asumido en nuestra vida. En el ejemplo anterior decíamos que en tu trabajo recientemente te han ascendido, ahora eres el jefe de tus antiguos colegas, aunque no estabas preparado para ello, todavía no lo has asumido. En el momento que lo asumes (te responsabilizas de ello) es cuando puedes empezar a actuar en consecuencia, esto es, a actuar como jefe. Al asumir tu jefatura, las trabas mentales de no aceptación plena caen, y puedes actuar como corresponde al cargo. En la práctica de la conciencia plena, seria vivir instante a instante con plena conciencia, aplicando lo percibido, aceptado y asumido no sólo durante las sesiones de trabajo, sino con continuidad.

Serlo: Decimos que somos algo cuando estamos actuando siempre conforme a un conocimiento aceptado y asumido, y eso significa 1) conocemos  2) asumimos  y 3) actuamos en consecuencia. Es por tanto una combinación de saber y actuar. En el ejemplo anterior, cuando te han nombrado jefe de tus antiguos colegas de trabajo, debes asumirlo, y partir de ahí dejar de actuar como colega y empezar a actuar como jefe; cuando ese saber-asumir-actuar se estabiliza y asienta en ti,  eres el jefe, no "haces de" sino que lo eres. De parecida forma, cuando actúas de forma habitual con conciencia plena, eres conciencia plena.

En cada fase de la transformación personal podemos experimentar bloqueos que nos impidan avanzar; esquemáticamente:

Aceptación

Aceptar una realidad , en el sentido de permitir que esa realidad percibida entre en nosotros, que pase la puerta de nuestra interioridad, es clave para poder vivirla plenamente e incorporarla a nuestro vivir. ¿Por qué no aceptamos una experiencia percibida? Porque choca frontalmente con lo que nosotros pensábamos acerca de lo que somos. Una idea aceptada choca con una realidad percibida momentáneamente que niega la primera; la idea aceptada lleva con nosotros probablemente toda la vida, mientras que la nueva realidad percibida acaba de llegar, y como decíamos antes, quizás sólo se experimenta durante unos instantes, en el transcurso de un taller de conciencia plena. Esos breves instantes de percepción de una realidad distinta a menudo no son suficientes para debilitar y sustituir la antigua idea aceptada: esto es la inercia de la antigua idea, la resistencia a ser movida o cambiada.

Por esto es importante la práctica continuada, día a día: al insistir en vivirse a uno mismo de forma distinta a la aceptada, se va haciendo más y más evidente que eso es real, y se aflojan las inercias a quedarse con las antiguas ideas sobre uno mismo. Tampoco se crea que es necesario un gran esfuerzo: entre diez y veinte minutos diarios, mantenidos durante dos a tres meses, bastan para asentar la experiencia de vivirse a uno mismo de forma distinta a lo aceptado anteriormente. Mucho menos de lo que hace falta para aprender a tocar un instrumento, para aprender a conducir, y por supuesto para obtener una titulación, que precisan años.

El tiempo previo de vivencia puede incluso reducirse si la persona empieza a practicar con una actitud realmente abierta a lo que venga, o sea, con una actitud inicial de aceptación, de curiosidad, de ganas de experimentar sin condiciones lo que traiga la práctica. Entonces las inercias se reducen al mínimo, y la persona se transforma interiormente con facilidad.

La aceptación de lo vivido es de hecho una parte básica de la práctica de la atención y conciencia plena: por eso se llama de conciencia plena, pues al introducir la aceptación abierta de lo percibido, es cuando realmente nos volvemos conscientes de lo percibido: cuando no hay barreras mentales autoimpuestas. 

Conclusiones

Siempre que vayamos a realizar una práctica o un taller de mindfulness-conciencia plena, si queremos realmente aprovechar sus muchos beneficios, es importante que acudamos a la práctica con una actitud previa de aceptación de lo que se va a experimentar, sabiendo que interiormente tenemos unas inercias al cambio, a las experiencias que niegan nuestras ideas previas, y que esas resistencias se superan aplicando aceptación de lo que de va a experimentar. Y recordar que para superar las propias inercias se necesita cierta constancia en la práctica, cierto tiempo de práctica cotidiana, pues se trata de movilizar unas inercias que han estado con nosotros muchos años, y no se pueden mover en cuatro días. Con este conocimiento y la actitud adecuada, cosecharemos mucho más beneficios de nuestra practica.




dijous, 7 de març del 2019

Deseos y aspiraciones con atención plena


Es conocido que la práctica de la atención plena, o Mindfulness, provienen de la tradición budista, y que ésta señala al deseo como fuente de sufrimiento. Pero no todos los deseos son generadores de sufrimiento. A continuación distinguimos cuáles son esos deseos perturbadores del bienestar, y como Mindfulness puede ser de gran ayuda para minimizarlos.

Tipos de deseos
Una clasificación adecuada para nuestro propósito es la siguiente:

  • Deseos no saludables: socava el bienestar propio y/o ajeno, produciendo lo que el budismo suele llamar "sufrimiento". Ahí tenemos las motivaciones que llevan a algunas de las cosas más horribles y horribles que hace la gente.
  • Deseos saludables: puede contribuir al bienestar psicológico, la felicidad y la paz. El deseo expresa algunos de los aspectos más bellos y nobles de la vida humana.
  • Deseos compulsivos: no dirigidos a voluntad, te dirigen incluso contra tu voluntad, y por lo tanto no es fácil soltarlos;a menudo van acompañados de dependencia, tensión o presión para conseguir lo deseado. La libertad, el libre albedrío y la capacidad de elegir sabiamente, se comprometen fácilmente a manos del deseo compulsivo. Si no puede satisfacerse, el deseo compulsivo puede fácilmente convertirse en frustración e ira y en todo caso geenra sufrimiento.
  • Aspiraciones: La aspiración es un tipo especial de deseo que se caracteriza por la apertura a una posibilidad que se ve como buena (deseable) pero sin generar una necesidad o condicionamiento de que realmente suceda. Esto no significa que no actuemos de acuerdo con nuestras aspiraciones, sino que no lo hacemos de forma compulsiva. La aspiración a menudo surge de la parte no discursiva de la mente (aquella relacionada con el razonamiento lógico y la argumentación), y está asociada a la quietud interior y la relajación: a veces, solo durante largos periodos de reflexión profunda y contemplación, las personas descubren en qué quieren de verdad basar su vida.

Podemos encontrarnos con combinaciones de los tipos anteriores. Ejemplos:



Saludables No saludables
Aspiraciones Desear ayudar a los demás siempre que sea conveniente hacerlo.
Desear ser mejor persona sin obsesionarse ni pensar que ahora no lo eres. 😊
Aspiraciones con buenas intenciones pero equivocadas, como querer ofrecer ayuda para sanar enfermedades sin tener la habilidad necesaria, dañándolo con nuestras buenas intenciones mal dirigidas. 😕
Compulsivos Desear mejorar más y más indefinidamente la forma física, «enganchándote» al ejercicio físico intenso, viéndolo como una necesidad personal.
Desear mejorar la vida de los demás de forma forzada, incluso a pesar de su resistencia, y sufriendo por ello. 😕
Deseos dañinos no controlados:
Beber en exceso.
Tener envidias y rencores (desear la desgracia ajena para sentirse mejor con uno mismo) 😭



Las expectativas generan compulsión
Frustración generada por deseos compulsivos
Las aspiraciones pueden degenerar en compulsivas; una forma es a través de la expectativa: el esperar resultados favorables en respuesta a nuestros esfuerzos por hacer realidad la aspiración. Por ejemplo aspiramos a tener unos hijos sanos y felices, hacemos todo lo posible, pero debido a circunstancias adversas no se satisfacen nuestras expectativas, y sufrimos por ello, pues esperábamos conseguirlo. La auténtica aspiración mantiene una apertura a la posibilidad pero sin generar una necesidad de que se consiga realizarla, es un ideal deseable; esto no significa que no actuemos de acuerdo con nuestras aspiraciones, significa que no nos aferramos a su consecución. Ya de por sí es plenamente satisfactorio tener una aspiración saludable, y actuar de forma coherente y constructiva con ella, sin depender del resultado. 
 

Tensión-compulsión y aspiración-relajación
Puede ser útil establecer una relación entre estos conceptos. Cuando experimentamos un deseo compulsivo de alguna manera estamos cerrando nuestra mente en torno a ese deseo; nos aferramos a él y a su consecución, y rechazamos la idea de no conseguir realizarlo. Siempre que nos aferramos a una idea, cerramos nuestro campo de percepción, al no querer considerar la posibilidad de negar la idea, o su consecución. Hay ahí una tensión, un forzar. En cambio cuando aspiramos algo hay una relajación, es un desear abierto a toda posibilidad, incluso la de que sea prácticamente imposible realizar la aspiración. Al soltar la mente nuestro campo de percepción es abierto, y de hecho es la forma de captar mejor todas las posibilidades que realmente existen. Podemos pues decir que las aspiraciones además de no tensarnos nos mantienen más conectados a la realidad total, pues nos mantenemos receptivos y abiertos incluso a la posibilidad de no ser posible conseguir realizar nuestras aspiraciones, sin sentir frustración por ello; si sentimos frustración es señal de algún tipo de cerrazón compulsiva de la mente.

Amor y deseos saludables
Amor bondadoso en
la tradición Budista

El amor es un generador de deseos de todo tipo, tanto saludables como no saludables, tanto compulsivos como aspiracionales. Cuando el amor nos dirige a desear algo o alguien para nuestro beneficio fácilmente generará deseos en principio saludables pero compulsivos, pues de forma automática se produce en nosotros la idea de que ese algo o alguien es muy importante o incluso necesario para nuestro bienestar, o nos imaginamos una necesidad que convierte el deseo de amar o ser amados en compulsivo. Hay también deseo compulsivo en el amor por los hijos e hijas, como ya hemos visto. De nuevo, un amor bien dirigido será capaz de generar aspiraciones bondadosas en vez de deseos compulsivos: la aspiración bondadosa es aquella que, por amor, por bondad, nos moviliza a actuar para el bienestar, pero sin exigencias compulsivas.

Mindfulness para evitar la compulsión
La sensibilidad y la conciencia más abierta que proviene de la práctica de la atención plena ayudan a percibir cuando nuestros nuestros deseos son saludables; también ayuda a percibir cuando la aspiración se convierte, a través de las expectativas, en deseo compulsivo. A través de la práctica de la auto-observación con plena atención llegamos a ser capaces de darnos cuenta cuando se produce la tensión física y mental, la presión y el malestar que vienen con el deseo compulsivo, incluso cuando son sutiles, que es el caso con los deseos saludables y las aspiraciones cuando se mezclan con expectativas.

Expectativas y mindfulness
Una expectativa es una idea respecto a un resultado futuro, fruto de acciones nuestras; al ser una idea, tiene la fuerza de toda idea: podemos caer en la identificación con nuestra propia idea, creer que nosotros, de alguna manera, somos en parte esa idea. De esa forma cuando la expectativa no se cumple, la idea es negada, y nosotros mismos podemos sentirnos negados, de ahí el sufrimiento, pues toda negación de nosotros mismos provoca sufrimiento. La práctica de la atención plena lleva nuestra conciencia al presente, tendemos a divagar menos sobre el futuro, debilitando así las possibles expectativas sobre acontecimientos futuros. Hacemos lo que creemos correcto aquí y ahora, no para conseguir un posible resultado futuro que cumpla nuestras expectativas.

Aspiraciones y mindfulness
La verdadera aspiración en el sentido de no generar necesidades, condicionamientos o expectativas suele tener un claro matiz impersonal: es como si nos sobreviniera sin esfuerzo por nuestra parte, està ahí como un impulso limpio, inegoísta, un impulso a obrar para realizar algo beneficioso, y al mismo tiempo no nos condiciona, no nos añade ni quita nada, deja nuestra libertad intocada. Aquí «impersonal» significa no pensar en uno mismo, que no equivale a no ser uno mismo, de hecho es todo lo contrario: cuando simplemente somos, no necesitamos pensar sobre nosotros. Al simplemente ser momento a momento, relajamos los pensamientos compulsivos acerca de nosotros mismos y nos abrimos a captar verdaderas aspiraciones.