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diumenge, 4 d’agost del 2019

Amor liberado de la mente: Ser-Amor

En una conversación entre amigos en la que participaba, en un momento dado uno de ellos, que estaba pasando por una época de cierta confusión, se preguntaba "¿qué es el amor?". Al instante esa pregunta me recordó vivamente un cuento corto que había leído tiempo atrás en el libro 101 cuentos clásicos de la India, del autor Ramiro Calle, que resumo de memoria brevemente: 

Eran dos peces en el inmenso océano, uno joven e inquieto, el otro ya entrado en años. El joven se preguntó en voz alta: "qué es el mar?". El viejo le miró con asombro, y le contestó "pobre pez ignorante: estas en el mar, vives en él y morirás en él, sostiene tu existencia en todo momento, incluso tu cuerpo está hecho de agua de mar ... tu eres parte del mar, eres el mar, siempre lo has sido y lo seras ¡y tu me preguntas qué es el mar!
Photo by Matt Alaniz on Unsplash
 
Cambiemos mar por amor y tendremos un símil para responder a la pregunta sobre el amor; aunque claro, es un poco más complicado, no sólo somos amor, no sólo "vivimos en un océano de amor sin darnos cuenta" (aunque esto es rigurosamente cierto), también somos algo más, también somos mente

La mente forma ideas, conceptos, proyectos, sueños, imaginaciones ... que pueden materializarse o no. Actúa en nosotros captando la realidad objetiva (suponiendo que exista tal cosa) e interpretándola, creando nuestra realidad subjetiva, nuestra visión particular del mundo y de nosotros mismos. Esta realidad personal puede llegar a ser muy cerrada, la persona cierra su mente a otras formas de ver el mundo, cree firmemente que la realidad es como ella la ve y no de otra forma, y como consecuencia es incapaz de percibir nada que sea demasiado distinto a su concepción cerrada. 

Respecto al amor, es usual creer que no lo tenemos, sino que nos lo han de dar (y recíprocamente, lo hemos de dar) como si fuera un objeto, un regalo, que hay que buscarlo, que hay que encontrarlo. Y a menudo buscamos a ciegas, pues ni siquiera sabemos exactamente qué es lo que estamos buscando. Nos hacemos una idea sobre lo que es, o sobre lo que creemos que debería ser, y después la realidad contradice nuestra idea, y nos sentimos confusos, incluso nos cerramos temporalmente al amor, dañados como nos sentimos al frustrarse nuestra búsqueda de algo que no ha sido como lo imaginábamos. 

En realidad el Amor es totalmente independiente de la mente: todas nuestras concepciones mentales sobre él son simples representaciones, tal como un cuadro del mar lo es del mar real. Podemos tener diversos cuadros del mar en casa, cada uno con un aspecto distinto, o quizá no tengamos ninguno, pero el mar sigue siendo el mar, y sigue estando ahí independientemente de si pensamos en él o no, de si tenemos imágenes de él o no. Y es inmenso, como el Amor con mayúsculas. Para ver claramente la verdad de esta afirmación es necesario relajar la mente, soltar nuestras pre-concepciones y pre-juicios, y enfocar la mente en ver y percibir nuestra capacidad de amar, y nuestra capacidad de sentir el amor. Este vivenciar nuestra capacidad de amar sin condicionamientos mentales poco a poco va abriendo nuestra visión, se sueltan las limitaciones y condicionamientos mentales, y nos damos cuenta de que el Amor tiene mas que ver con el Ser que con el hacer: nuestro Ser es, independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer, y el Amor es intrínseco al Ser. Después con la mente hacemos, manifestamos, imaginamos, "hacemos el Amor" expresión que suele usarse exclusivamente para referirse al acto sexual pero aquí lo usamos en sentido amplio (de ahí el Amor en mayúsculas), de manifestar amor por cualquier canal, como por ejemplo compartir una tarde con amistades, jugar con tu hijo, escuchar atentamente a quien quiere ser escuchado, o escribir unas líneas con el ánimo de que sean útiles para alguien, todo eso son actos de amor, se relacionan no con el ser sino con el hacer. 

Así pues los "problemas con el amor" vienen de la confusión básica de identificarse con el hacer, con las acciones, con lo que nos sucede, con nuestras ideas personales, con no saber vivir directamente el amor que ya tenemos y somos, y eso viene de no haber trabajado nuestro aspecto "simplemente Ser" y en cambio habernos volcado en el aspecto "hacer: soy lo que hago, lo que me hacen y lo que me sucede". El Amor no tiene problemas, eso es cosa de la mente, de hecho los problemas son creaciones de la mente. Desde el punto de vista de la mente racional no se entienden las palabras del Nuevo Testamento (Corintios, 13), se le ponen mil problemas, se cree que es imposible un amor así, e incluso se cree que no es recomendable:
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor ...
Pero si distinguimos el Ser-Amor del amor como realización mental entonces cobran significado, pues la envidia, jactancia, rencor, etc son productos de la mente, no tienen nada que ver con el Amor. Esas emociones negativas se solucionan en la mente, y se solucionan superando las pre-concepciones y abriéndose a lo que somos realmente.
El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido

A través de la meditación paciente y constante, podemos ir abriendo nuestra mente al Ser-Amor que somos momento a momento. El efecto en la persona es realmente extraordinario: dejamos de buscar y de pedir lo que ya somos y tenemos, ahora y siempre. Nuestra mente, ahora abierta, se llena de Amor incondicional, de Ser, constantemente, independientemente de las circunstancias, pues ninguna circunstancia puede afectar al Ser, en todo caso lo hará sobre nuestro hacer; la mente pasa a ser utilizada para modular nuestra expresión de afecto, que fluye de nosotros de forma natural como el agua de un manantial inagotable, adaptándola a las circunstancias y a las personas de la forma que veamos más adecuada para ellas. Pero incluso si las circunstancias o las personas que nos rodean son adversas a esa expresión, a la realización del Amor, no afectará en absoluto a nuestra vivencia interna de serlo, eso es tan inamovible como el océano.

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