Por conciencia plena entendemos un estado de la persona en el que hay una atención total, no analítica y no reactiva.
Separamos el acto de atender del de pensar: sólo atendemos, no
pensamos. Si vienen pensamientos, los dejamos pasar sin atenderlos. Y
abrimos el campo de atención a todo lo que acontece en general, instante
a instante, sin reaccionar a lo percibido. Incluyendo a lo que nos pasa
a nosotros: estado físico, emocional y mental. De ahí llamarle "plena", pues lo atiende absolutamente todo tal como viene, sin prejuicios ni filtros ni resistencias.
Pero la conciencia va de la mano del conocimiento y de la capacidad de percibir, esto es, de la sensibilidad. No podemos ser conscientes de lo que no percibimos. Ni plenamente conscientes de lo que desconocemos. El desarrollo de una auténtica conciencia plena pues necesita de una sensibilidad perceptiva aumentada y de un conocer amplio. Pero no es necesariamente un conocer intelectual, teórico, se necesita un simple conocer de la existencia de algo para ser capaz de dirigir la atención a ese algo e incluirlo en la conciencia.
Así, si por ejemplo si no sé lo que es la emoción llamada abulia, si un día la experimento, me será más difícil darme cuenta de que estoy en ese estado emocional y de lo que significa, seré quizás consciente de que estoy triste, pues la abulia es un tipo de tristeza, pero sin darme cuenta de los matices de esa tristeza, y seguramente no seré capaz de identificar las causas del estado negativo. En la educación para la inteligencia emocional se anima a conocer todo el espectro de emociones, a saberlas identificar, como ayuda importante para reconocerlas cuando aparecen y poder gestionarlas mejor. El conocimiento de lo que es aquello que percibimos nos hace más conscientes de lo percibido.
La atención plena a nosotros mismos, a nuestro cuerpo, a nuestras emociones y pensamientos, con la práctica aumentará nuestra sensibilidad, nos daremos cuenta realmente de lo que nos sucede instante a instante. Pero quizá no lo entendamos bien, y en ese caso seremos parcialmente conscientes, no plenamente. Hay una dimensión de la persona, aparte de la social, corporal, emocional, etc, que está muy relacionada con la atención plena: la espiritualidad; acceder a esa dimensión nos proporciona inteligencia espiritual.
Espiritualidad
La dimensión personal más alta a la que tenemos acceso es la denominada dimensión espiritual; abrirnos a esa dimensión nuestra es lo que conocemos por despertar espiritual, o incluso iluminación. Conceptos que hasta hace poco en la historia de la humanidad se consideraban restringidos a unas pocas personas muy especiales, casi siempre gente retirada de la vida normal, recluida en monasterios, con dedicación exclusiva a la vida contemplativa. En la actualidad la práctica de la conciencia plena, cada día más común y en expansión, nos acerca bastante a ese despertar espiritual pero sin tener que renunciar a la vida activa, social. No son equivalentes la conciencia plena y la espiritualidad, sino que la primera desarrolla habilidades en nosotros que nos ponen a las puertas de la espiritualidad, nos lo ponen fácil.
Una de las definiciones de "despertar espiritual" es:
El despertar ocurre cuando ya no vives en un mundo de sueños donde filtras todo a través de tu ego y te enfocas en el futuro y el pasado. En cambio, tienes una conciencia casi simultánea de tu yo individual y la conexión entre eso y todo lo demás.
Y una de las practicas de la conciencia plena, la práctica del monitoreo abierto, cumple esa definición, pues en ella nos enfocamos en el presente, momento a momento, y además abrimos nuestra percepción a todo lo que aparece, tanto en el exterior como en nuestro interior, simultáneamente.
El despertar espiritual también se define por sus efectos, y muchos de ellos aparecen también en la práctica de la atención plena:
- Inocencia con sabiduria: Las personas espiritualmente despiertas ven el mundo de una manera muy inocente, impactados por la maravilla, la belleza y la complejidad de los fenómenos que otras personas dan por sentado y no prestan mucha atención. Pero a la vez sabia, pues conocen lo que observan y quieren conocerlo aún más. La actitud de "mente de principiante" de la práctica de la atención plena refuerza esta actitud.
- Todo es consciencia: Para la persona despierta, incluso los fenómenos naturales que no están biológicamente vivos (como las nubes, el mar o las piedras) y los objetos hechos por el hombre (como muebles o edificios) parecen brillar al atenderlos, parecen cobrar vida. Al prestar plena atención a un objeto inanimado, parece más real.
- Paz interior: se establece una paz imperturbable, incluso si las cosas "no salen bien" en tu vida, no caes en una montaña rusa emocional de ira, frustración o desesperación. Las emociones negativas surgen pero duran poco. La paz interior es como una lupa para las emociones positivas y una manta empapada en agua sobre el fuego de las negativas. La disminución de pensamientos erráticos no deseados que conseguimos con
la práctica de la atención plena ayuda a conseguir paz interior. - Intuición aumentada: ¿Alguna vez has pensado en un viejo amigo que hace tiempo no ves y después encontrarte con él? ¿O escuchaste sonar tu teléfono y sabías quien era antes de mirar? Muchas personas han experimentado el conocimiento intuitivo. La espiritualidad acrecienta la intuición.
- Bondad y compasión: Las personas que están en el proceso de un despertar espiritual comienzan a notar una empatía más completa y una compasión más orientada a la acción que se siente normal, natural y gratificante. E incluye la auto-compasión, un sentido de humanidad común, una amabilidad. La compasión es, o debería ser, un elemento básico en la
práctica de la atención plena. - Trascender el miedo a la vejez y a la muerte: cuando se ve que la conciencia trasciende al cuerpo físico, el deterioramiento y la pérdida de este cuerpo se siente menos trágica. Ver la muerte como un proceso natural permite la paz y elimina el miedo.
- Autenticidad: se diluye la necesidad de ajustarse a las normas culturales o seguir siendo políticamente correcto. En cambio, surge una necesidad de expresar en palabra y acción lo que sientes como correcto. Nos damos cuenta de que no se trata de complacer a los demás evitando expresar opiniones impopulares.
- Bienestar aumentado: las personas espiritualmente despiertas tienen un nivel de bienestar que parece ser más consistente, más estable. Saben que hay una conexión mente-cuerpo, que se traduce en una conexión felicidad-salud.
En palabras de Eckhart Tolle, "encuentras la paz no reorganizando las circunstancias de tu vida, sino dándote cuenta de quién eres en el nivel más profundo". Ese dándote cuenta es tomar conciencia de, es prestar atención plena a nosotros mismos.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada