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diumenge, 24 de desembre del 2017

Amor, conocimiento y conciencia plena

Es frecuente, creo, oír decir a un/a niño/a "yo no me casaré nunca", y lo dicen sinceramente, con convencimiento, aunque el adulto que lo oye se lo toma de forma condescendiente, siendo consciente de que lo dice porque no sabe que en un futuro cambiará totalmente de mentalidad y verá las cosas de forma muy distinta; quizá sea cierto que nunca se casará, pero por motivos distintos a los que tiene ahora. También puede suceder que ese/a niño/a nos diga "siempre te querré" y, aunque sea bonito y emocionante escucharlo, sabemos que, por el mismo motivo del cambio personal inevitable que lo transformará en otra persona adulta, distinta, que eso no tiene porque ser cierto; ese mismo infante que nos promete amor eterno quizá será el mismo que nos ingrese en una residencia de ancianos y se olvide de ir a vernos porque estará muy ocupado. 

No son mentiras esas afirmaciones, pero tampoco son ciertas, porque hablan del futuro, de cómo sentirá la persona en el futuro, pero desde el desconocimiento no puede saberse el futuro, ni en general, ni tampoco en el aspecto particular de lo que sentiremos, de lo que seremos. Si uno es consciente de su desconocimiento, entonces al menos ya no se arriesgará a decir tales afirmaciones, en todo caso se limitaría a decir "yo ahora no me casaría con nadie" o bien "yo ahora te estoy queriendo".  Hemos puesto el ejemplo de una persona de corta edad, pero el principio es aplicable a cualquier edad, pues las personas no somos estáticas, sino dinámicas, cambiamos, la vida nos cambia, y lo hace de forma impredecible. Por ello, jurar amor y fidelidad eternas hacia alguien es como jurar que nunca cambiarás, la cual cosa es totalmente incierta, y muy arriesgada.

De hecho tales afirmaciones tienen otra fuente de imprecisión, que es la falta de auto-conocimiento, de auto-conciencia, de la persona; ya no es falta de información sobre el futuro, sino además falta de conocimiento sobre el presente, sobre quien es en realidad la propia persona, sobre el significado de lo que siente y piensa. En la práctica, esto significa que si alguien nos dice "te quiero" probablemente no sabe exactamente de lo que está hablando, ni siquiera sabe quien está hablando; puede ser que confunda amar con una emoción, con un "contigo me siento bien", con unas "necesidades" cubiertas, ... Por otra parte el "yo" implícito de la frase "(yo) te quiero" no se conoce bien a sí mismo, y mucho menos al otro, hay un conocimiento muy superficial, mezclado con ideas e imaginaciones. Al no tener el conocimiento, nuestro amor es forzosamente superficial, temporal, condicional, poco fiable. Frases típicas en reuniones familiares o en Navidades, como "os queremos", "es tiempo de paz y amor", etc. son pronunciadas sin saber que es amar y sin estar en paz.

Entonces, ¿se puede amar de verdad sin conocimiento, sin conciencia plena del significado de amar, de quienes somos, y de quienes son los demás?  Tiene validez que digamos, o nos digan, que amamos, sin ser conscientes de que significa amar, ni de quienes somos en realidad? Desde luego que no, en todo caso, será un amor parcial, incompleto, inmaduro, infantil, inconstante, será como mirar a través de unos cristales empañados, no vemos con claridad. Es ese "amor" que puede debilitarse, incluso convertirse en odio cuando la persona cree que la han traicionado por no comportarse como esperaba. En ese estado de inconsciencia se pueden pronunciar palabras muy bellas, muy poéticas, muy emocionales, pero no habrá una base sólida para esas palabras, sólo creencias, parcialidad.
El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Corintios 13:4-7
Este amor que se cita en la Biblia es bastante inusual en la realidad cotidiana pero es un concepto común a todas las tradiciones: en el sufismo se habla de "el amor que nunca cesa por ninguna causa o razón y que se sustenta a sí mismo sin consideraciones de recompensa o beneficio", el monje Zen Thich Nhat Hanh explica en este vídeo que el amor es bondad, alegría, compasión e inclusividad, si falta alguno de esos elementos entonces no estamos amando "de verdad". Amar así exige ser plenamente consciente de nuestra bondad intrínseca, de la unidad de todo lo que existe, sólo entonces trae consigo alegría y compasión incondicionales, y es inclusivo, deja de ser "amo a esa persona porque me complace", pasa a ser "yo amo", indistintamente. Y el amor, la bondad, la inclusividad y la alegría son uno, van juntos, son inseparables de por sí, excepto si nuestra mente, que es una especialista consumada en separar, cree que no es así; nuestras creencias son las que nos impiden verlo, vivirlo. Si yo creo firmemente que sólo puedo amar a quien me corresponde de la misma manera, me cierro a la realidad, me impido vivirla. Por ello, cultivar la conciencia plena, trascender nuestras creencias, conocernos a nosotros mismos en profundidad, es seguramente el único camino para llegar a la alegría y la bondad incondicional, al amor en sí, y a nosotros mismos en esencia.






dissabte, 23 de desembre del 2017

Fluir con la vida: aprovechando las lecciones de la realidad

La función categorizadora de la mente

Poner etiquetas calificativas a todo lo que nos rodea, como por ejemplo "es una persona egoísta", "es una buena persona", "es un hotel confortable", "es un restaurante caro", etc, es una de las funciones cognitivas de la mente, que lo evalúa y categoriza constantemente todo en función de nuestro punto de vista particular, de nuestras ideas, o de la utilidad que le vemos a la cosa para nuestro uso particular. Es una función básicamente ego-centrada, hecha desde una visión muy particular de cada uno sobre la cosa que etiqueta. También, las creencias del tipo creer que una cosa "es así", o que se comportará de un modo determinado,  las podemos considerar también como otro tipo de etiquetas más sutiles; por ejemplo, más allá de etiquetar a una persona simplemente como buena, mala, etc quizás mantenemos una creencia sobre sus reacciones ante ciertas situaciones, como "estoy seguro de que si le pido ayuda me la prestará", o "creo que opinaría lo mismo que yo". 

El poner etiquetas proporciona una sensación de conocimiento sobre lo que nos rodea, y por tanto de seguridad, pues lo que no conocemos es difícil de prever y de controlar; y esa la sensación de seguridad contribuye al denominado equilibrio homeostático vital, o homeostasis, un estado vital en el que todo el ser vivo está equilibrado, estable, a todos los niveles, desde los básicos celulares hasta el nivel del sistema nervioso, un estado de bienestar que por cierto la mayoría de los occidentales han dejado de percibir conscientemente, estando su atención absorbida por los eventos exteriores y por sus propios pensamientos. En efecto, cuando estamos sanos, si quitamos la atención de los pensamientos y se la prestamos a la sensación corporal de homeostasis, sentimos el bienestar del cuerpo, y sentimos el placer simple de estar vivos. 

Mantener este equilibrio vital de bienestar es el objetivo último del etiquetaje mental, el de tenerlo todo controlado. Paradójicamente resulta ser una fuente de malestar, de desequilibrio emocional, pues como veremos a continuación las creencias y las etiquetas mentales producen con frecuencia emociones negativas. ¿Porqué sucede así? Antes de entrar en el terreno de las emociones vamos a analizar un poco más las creencias y las etiquetas.

Creencias y etiquetas positivas, negativas y neutras

Hemos dicho que el proceso de etiquetar mentalmente es ego-centrado, su utilidad no es ser útil a los demás si no a uno mismo, a la propia integridad y seguridad, a la utilidad de cada cosa que nos rodea. Por ello, las etiquetas pueden verse como positivas (la cosa nos es útil, nos beneficia), negativas (la cosa nos perjudica, o puede hacerlo) y neutras (ni es útil ni es una amenaza). Entonces, tener confianza en algo o alguien es tener una o diversas creencias positivas respecto a la cosa o la persona, y el estado de estar confiado proporciona bienestar, es un estado cognitivo-emocional positivo; algunos autores relacionan el estado emocional de confiar con el amor (Bisquerra, 2015) aunque no estamos de acuerdo en ello, ya que se puede amar a sin confiar, y se puede confiar sin amar: un hijo muy amado que nos dice que la próxima evaluación estudiará más pero no confiamos en que lo haga y por ello lo vigilamos, o un médico más bien antipático pero bueno en su oficio y por tanto al que confiamos nuestra salud a pesar de que no le tengamos aprecio serian dos contraejemplos. Más bien creemos que la confianza se relaciona con la emoción bienestar-felicidad.

¿Y qué decir de la desconfianza? Puede derivarse tanto de las creencias negativas como de las neutras: desconfiaremos de aquello que hemos etiquetado como perjudicial, y quizá también de lo que etiquetamos de forma neutra; cuando un taller al que tenemos etiquetado como "un taller más" (por tanto de forma neutra) nos presente una factura elevada, desconfiaremos, más o menos, de que sea justa, cosa que seguramente no ocurriría si fuera un taller de nuestra plena confianza. Evidentemente, si tenemos etiquetado al taller como "de poca confianza" dudaremos mucho más de la factura, incluso si su importe no es demasiado elevado, pues hay un pre-juicio negativo actuando. 

Etiquetas y creencias negadas: emociones sentidas

Supongamos que algo o alguien se comporta de forma contradictoria con las etiquetas que le habíamos asignado; si realmente nos creíamos nuestras etiquetas, al ser negadas por la experiencia directa seguramente hará su aparición la emoción de la sorpresa, que puede ser positiva o negativa: en general si la etiqueta era negativa, la sorpresa será positiva, y viceversa. Creemos que en ese restaurante  no se come demasiado bien, pero en la cena de empresa nos toca visitarlo, y descubrimos que estábamos equivocados, pues la cena ha sido estupenda, ahí hay una sorpresa positiva, que puede inducir un cambio de creencia, un transitar de la desconfianza a la confianza. Invitamos a comer a un hermano y a su pareja, ésta tiene una creencia negativa sobre la calidad de nuestras comidas, que además ha divulgado, pero descubre que estaba equivocada, que se come bien en nuestra casa, sólo que la sorpresa en su caso es negativa, pues contradice todo los que ha estado diciendo sobre nosotros, y la deja en una posición incómoda; se esperaba, se quería una comida de poco calidad, y se obtiene lo contrario.

La sorpresa es una emoción que suele durar poco, y su energía se convierte a menudo en otras formas emocionales negativas, especialmente cuando la creencia era firme, cuando había una confianza que se ve destruida, y entonces pueden aparecer la ira, la tristeza e incluso la ansiedad. Aunque no forzosamente: en una persona equilibrada emocionalmente, la sorpresa, tanto la negativa como la positiva, conduce a la curiosidad, el deseo de saber, de corregir el error, que es una emoción positiva, pues se quiere observar de nuevo la situación para descubrir la realidad, ya que la sorpresa ha sido el resultado de darse cuenta claramente que el el concepto previo era erróneo; no se siente una pérdida, sino una oportunidad para mejorar nuestra imagen del mundo, y esto es fundamentalmente positivo.  

Fluir con la vida

La realidad nunca debería generarnos emociones negativas, esto sólo sucede cuando hay una resistencia a aceptarla. La aceptación, como estado emocional, es positiva, pues considera los hechos no como negativos (o positivos), sino como simplemente hechos, neutros, de los cuales podemos aprender, quizá responder, dentro de nuestras limitaciones. El estado cognitivo que conduce, o predispone, al estado emocional de aceptación (que no de resignación, emoción negativa relacionada con la tristeza) es el de ser muy conscientes de nuestras emociones, teniendo claro lo que se ha dicho hasta aquí, pare reconducir, si es necesario, las reacciones emocionales negativas: al notar que aparecen, introducimos consciencia en el proceso, razonamos, nos decimos a nosotros mismos que teníamos un concepto erróneo, inexacto, y que tenemos una oportunidad para mejorarlo, no nos resistimos a la vida, sino que fluimos con ella.ç




dissabte, 2 de desembre del 2017

Ideas, ideologías y conciencia plena

Introducción

A continuación tenemos unas reflexiones sobre la ideación (crear y mantener ideas sobre cosas), las ideologías (conjuntos coherentes, "empaquetados" de ideas sobre algo) y del efecto de la conciencia plena aplicada a la ideación. Teniendo en cuenta que, según Buda, somos lo que pensamos, reflexionar sobre lo que ideamos y nos creemos no es en absoluto una pérdida de tiempo.

Ideas creativas, e ideas limitativas

Una idea es una representación mental de algo. Las ideas se forman en la mente como respuesta a estímulos, o a través de un proceso interior de razonamiento intelectual. 
 
Tener una idea comúnmente significa formar una idea que puede ser la solución a un problema; es por ello un acto de creación de conocimiento: en una situación que nos plantea una duda sobre cómo proceder, obtenemos iluminación, vemos una posible línea de actuación. Es por tanto un suceso fundamentalmente positivo. 

Hay otro tipo de generación de ideas que no se enfoca a resolver problemas sino a formarse una imagen exacta de algo; no se resuelve nada, sino que se intenta entender algo porque si, por exigencia intelectual. En este proceso se utilizan y asocian conceptos y experiencias previos para entender mejor esa cosa. Cuando lo que tenemos delante es simple, tenemos grandes posibilidades de que nuestra ideación sobre ello sea realmente útil, esto es, que sea precisa,  revisable e imparcial:

  • Idea precisa: la que define sobre qué trata claramente la idea, y qué propone, sin ambigüedades. Una  idea poco precisa también es poco útil, pues el objeto al que se aplica no está bien definido, o bien la representación mental está incompleta. Por ejemplo yo puedo tener una idea sobre lo que es una molécula orgánica, pero como no soy especialista en Química orgánica, mi idea será muy imprecisa: no se exactamente a qué me estoy refiriendo. 
  • Idea revisable: toda idea es sólo una representación mental de la realidad, no es la realidad, sólo la intenta representar; por ello, tomarse una idea como verdad absoluta es un error de base. Las ideas, todas las ideas, son parciales, y la persona debe de estar siempre en disposición de revisarlas, completarlas, refinarlas e incluso descartarlas si no se ajustan a la realidad. Muchas veces se procede al contrario: se niega la realidad, lo que es, para defender la propia idea parcial. Por ejemplo, una persona que se ha educado en un ambiente de austeridad, con una idea de renuncia a querer poseer muchas cosas y tener mucho dinero, puede juzgar como superficial a otra persona que tenga un coche caro, incluso después de hablar con ella, y comprobar que no lo es; la resistencia a cambiar el prejuicio mantenido durante toda la vida puede llevar a mantener el juicio de superficialidad.
  • Idea imparcial: siempre que observamos alguna cosa con pre-juicios, corremos el riesgo de ser sesgados en nuestra apreciación de la cosa. Nuestras ideas previas, que siempre son parciales y nunca verdades absolutas, pueden inclinarnos a idear lo nuevo en función de lo ya conocido y creído, y entonces la ideación en vez de ser un acto creativo pasa a ser un acto de etiquetado, de poner una etiqueta a algo en base a conceptos previos. El ejemplo anterior de la persona austera es un ejemplo también de parcialidad en el juicio, al prejuzgar como superficial a una persona sólo por sus posesiones. 
Cuando nos formamos una idea sobre algo complejo, con muchos matices y facetas, va a ser muy difícil que cumplamos los requisitos anteriores; si además mientras formamos la idea estamos afectados por estados emocionales, aún va a ser más difícil, y esto es lo que suele suceder cuando formamos ideas sobre personas.

Iba llegando gente a la reunión, casi no quedaban asientos vacíos, uno de ellos estaba a mi izquierda; en eso que entra en la sala una compañera de mi mismo departamento, ve el asiento libre que está a mi lado y se dirige a él. Siento una satisfacción de que se así, pues podré comentar cosas con alguien de mi propio departamento, es más fácil compartir opiniones. Cuando llega a mi lado, y yo ya estoy haciendo sitio, se detiene, vacila, y finalmente pasa de largo, para sentarse en otro sitio libre, al lado de otro compañero de otro departamento. Me quedo sorprendido. La reunión empieza y finalmente nadie ocupa el asiento libre a mi lado, es de los pocos que quedan libres. Sin que pueda impedirlo, me asaltan pensamientos como "cual es el motivo de que haya dudado y haya decidido pasar de largo?,  "sea cual sea, no puede ser bueno", "quizás soy un tipo aburrido, por eso el asiento libre ha quedado vacío", "o simplemente no le caigo bien", etc etc. Al acabar la reunión me he quedado con una idea imprecisa, parcial, negativa, sobre lo sucedido, y decido, en posteriores reuniones, no sentarme nunca al lado de esa compañera, no por ningún tipo de venganza, sino para no forzarla a aguantar una compañía que ha mostrado querer evitar. - Relato de un conocido -
Este relato, visto en tercera persona, evidencia una ideación claramente defectuosa, de la que resulta una imagen limitante, distorsionada, de la realidad. Es fácil verlo así cuando no te afecta personalmente, pero no lo es tanto cuando tu eres el protagonista, debido a que ahí entran en juego las emociones. En efecto, en el sujeto que vivió esa experiencia, había primero un deseo, una expectativa de esa compañía durante la reunión, deseo que fue frustrado; de la frustración, emoción negativa, surge el deseo de saber el porqué de la situación frustrante, y de ahí surge ese carrusel de pensamientos negativos, seguramente condicionados por experiencias previas también negativas. Si en ese suceso no hubieran participado las emociones, probablemente no se hubiera producido ninguna rumiación mental sobre el asunto, pero al entrar en juego las emociones negativas, el sentirse mal, la mente quiere saber por qué sucede. Como consecuencia, se forma una idea fija, que dirige el comportamiento de la persona: desde ese momento evitó a su compañera en las reuniones, y con el tiempo, ese comportamiento se reforzó hasta extenderse a todo tipo de situaciones, no solo a las reuniones. Se había establecido una actitud negativa infundada, inconsciente, hacia una persona.

Quizá el lector considere que a él no le sucede el formarse opiniones tan a la ligera; hay que tener en cuenta que a veces este proceso puede ser muy sutil, poco perceptible, casi inconsciente, pero así y todo, afectar a nuestro comportamiento.  

Conciencia plena durante la ideación

Si hemos desarrollado suficientemente nuestra conciencia del aquí y ahora, seremos capaces de darnos cuenta de nuestros estados emocionales mientras se forman las ideas en nuestra mente, como reacción a sucesos externos, especialmente en la relaciones humanas. El proceso de querer entender, formando ideas de lo que ocurre a nuestro alrededor, es innato al ser humano, sucede, sin que sea necesario decidirlo. Por ello, frecuentemente es un proceso automático, inconsciente o semi-consciente, y será conveniente percatarse de él cuando sucede, haciéndolo más consciente. Al darnos cuenta de ese proceso, podemos monitorizarlo, evitando caer en prejuicios emocionales, vigilando el ser precisos e imparciales, y sobre todo no tomando nuestra idea como verdad absoluta, más bien como una percepción parcial que puede ser útil o no.

Ideologías


En este sentido es conveniente recordar los peligros de las ideologías: ideas preconcebidas y pre-aceptadas como ciertas por el grupo que "se acoge" a la ideología. Se caracterizan por ser conjuntos cerrados de ideas, no revisables, parciales como todas las ideas, pero absolutistas en su propósito de dibujar realidades, esto es especialmente cierto en las ideologías radicales, que precisamente se definen por no ceder en sus posiciones y además por querer transformar la sociedad para que se adapte a su visión, son ideologías revolucionarias. Hay muchas personas que defienden "sus" ideologías como si fueran las únicas correctas, produciendo rechazo en otras personas, y enfrentamientos entre grupos e individuos que pueden ser desde sólo verbales hasta extremadamente violentos. 

La ventaja de las ideologías es que son un conjunto de ideas, normalmente elaboradas por intelectuales, bastante coherente, sin contradicciones internas, y por ello proporcionan un marco mental prefabricado, sólido, a la persona que al tomar contacto con la ideología, le resuena a verdad, a realidad, y automáticamente (insistimos, automáticamente) se "adhiere" mentalmente a ella. 

La desventaja es la que ya hemos comentado: siendo toda idea forzosamente parcial, la ideología también lo es, sólo que aquí la persona toma como absolutas no una idea propia, sino un conjunto de ideas coherentes prestadas, que además con compartidas por un grupo numeroso de personas "que piensan como tu"; tiene por tanto más fuerza que un única idea personal, y se hace mucho más difícil que la persona se haga plenamente consciente de las limitaciones de "su" ideología. Entra además en la aceptación de una ideología el componente emocional: cualquier intento de discusión o negación de la ideología puede provocar una reacción emocional, al tener la ideología más poder de provocar la identificación de la persona con sus ideas, debido a su coherencia y pertenencia a grupos amplios, que  una idea personal, no compartida. La persona queda cerrada a visiones distintas de la realidad que no concuerden con su ideología, por tanto, queda cerrada a la realidad y a otras muchas personas. Es lo que sucede a esta militante radical feminista (como ella misma se define), aunque empieza a ser consciente de ello:

Me da miedo caer en la endogamia intelectual. Hace años estoy rodeada de pura gente que piensa casi idéntico a mí, y cuando alguien llega con su opinión diametralmente opuesta, me dan ganas de vomitar. Cuando algún amigo de la infancia me dice que “esa puta que se embarazó para amarrarme” o cosas así, más que ganas de debatir o compartir puntos de vista, me dan ganas de vomitarle en la cara y no volver a verlo. Jamás. Dejo así de exponerme a situaciones que me permitan analizar distintos puntos de vista, y voy cayendo en un fanatismo loco donde sólo yo tengo la razón. - http://serfilosofista.blogspot.com.es/2015/08/las-exageraciones-del-feminismo-primera.html

Ideología con conciencia plena

Viendo las cosas con plena conciencia, podemos aprovechar las ventajas de las ideologías y al mismo tiempo evitar sus inconvenientes. Podemos usarlas para mejorar nuestra imagen de la realidad, enriqueciéndola, pero sin caer en generalizaciones y absolutismos, y mucho menos en identificaciones personales.

A continuación tenemos dos posiciones antagónicas: primero, la defensa del capitalismo desde una ideología capitalista:

En efecto, ese “monstruo” conocido como “mercado” del cual populistas y socialistas nos llaman a temer, no es otra cosa que una abstracción de nosotros mismos y nuestras valoraciones; el mercado es simplemente el modo de denominar al momento y el lugar en el que nosotros, las personas de carne y hueso, podemos intercambiar libremente con otros para nuestro propio beneficio quedando sujeto nuestro éxito en el intercambio a nuestra capacidad de beneficiar a los demás. La propaganda anticapitalista nos ha hecho perder de vista esto último: el mercado es el conjunto de personas que compiten para cooperar. - https://www.elcato.org/en-defensa-del-capitalismo -

A continuación, el ataque al capitalismo desde una ideología anti-capitalista:

En una realidad regida por el capital solo un puñado se encuentra en el centro de la dominación y la posesión. De alguna manera puede decirse que en el corazón del capitalismo late una fuerza destructiva que nos conduce inevitablemente al caos y el colapso, y de ahí a la nada y el vacío. En vista de que su única meta es acumular y no distribuir la riqueza, los recursos que producen riqueza deben ser controlados, por lo tanto, la guerra es inevitable. La riqueza puede comprar mucha de la representación que necesita para obtener las leyes necesarias para más acumulación y concentración de riqueza. Esto significa que conforme la concentración de la riqueza se incrementa, la democracia se degrada y al final se destruye. - http://pijamasurf.com/2012/08/6-argumentos-para-acabar-con-el-capitalismo/ -
Probablemente el lector se sentirá identificado, más o menos, con alguna de las anteriores posiciones, en el sentido de coincidencia de opiniones. Pero ya hemos comentado que una cosa es sentirse cercano a una ideología y otra es hacerse una idea precisa, imparcial y revisable de la realidad, o en otras palabras, poseer sabiduría, no simples opiniones parciales. Desde una mirada imparcial se hace obvio que ambas opiniones dicen verdades parciales, y que todavía nadie ha sido capaz de idear un sistema económico que aproveche las ventajas del sistema capitalista evitando sus peligros; reconocer esto es abrir la puerta a más conocimiento, es constructivo, pues busca la mejora de lo existente desde la imparcialidad. Cerrarse en cualquiera de las posiciones anteriores es poco o nada constructivo, más bien es negacionista: se niegan otros aspectos de la realidad. 

Política e inconsciencia

Para acabar con el tema, advertir que con las posiciones políticas pasa lo mismo, pues la política está siempre inspirada por la ideología del partido político del que se trate. Desde el momento que el político profesional se cree que su ideología es "la mejor", es poco consciente de la realidad. Da un poco de miedo pensar que personas claramente inconscientes a la realidad estén gobernando, esperemos que en un futuro cercano esto cambie, como quizá está sucediendo en Gran Bretaña con la iniciativa de llevar mindfulness a la política. Mientras tanto, tenemos que convivir con bastante inconsciencia política:


«Una cosa es ser solidario, y otra es serlo a cambio de nada». M. Rajoy
«Los paros laborales convocados para hoy en toda Catalunya son por motivos políticos, y por tanto son "de corte nazi"».  Rafael Hernando
«Con la renta básica garantizada todo el mundo querrá venir, tienes que poner francotiradores». José Carlos Díez.
«La concejala de Ciudadanos María Fernández Trujillo ha dimitido de su cargo como presidenta de Onda Cádiz; yo entiendo que no se pueda compatibilizar todo y que diera un paso a un lado».  David Navarro. Respuesta de María Fernández:  «Navarro es un "miserable" y un "machista"  por vincular mi dimisión con mi maternidad