El problema de la identificación de la persona con ideas
Hay un proceso automático que se da con mucha frecuencia entre nosotros que es el siguiente: yo descubro una idea, que puede ser de fabricación propia o creada por otros y aceptada por mi, que veo como correcta, como cierta; entonces esa idea queda adosada, incorporada, mezclada con mi personalidad, con mi noción de Yo. Es un proceso natural de la psique humana, de hecho el propio ego es una mezcla de ideas entrelazadas entre sí, así que este proceso forma parte de la creación y mantenimiento del ego.
El problema es que las ideas, por buenas que nos puedan parecer, son siempre parciales, contienen una verdad parcial, un punto de vista. Pero nuestro ego necesita sentirse estable, busca Ser; al basar su existencia en ideas parciales, se mete en problemas, pues cualquier acontecimiento externo que niegue la idea aceptada producirá un sentimiento de destrucción de la estructura del ego, que se siente como de destrucción propia, debido al mecanismo de identificación. Este es un proceso exacto, es así como sucede.
Quizá parecerá que exagero, pero el problema planteado es, o puede ser, grave o muy grave; dependiendo del nivel de identificación que tengamos, de lo bien o lo mal estructurada que esté nuestra psique, y de los acontecimientos externos, la negación de ideas que hemos integrado en nuestro sentido del yo mismo puede ser desde meramente un malestar pasajero hasta una catástrofe, bien para nosotros, bien para aquel que haya sido el culpable de negar nuestras creencias.
Esto se ve claramente cuando uno se ha formado una idea de cómo debe de ser su vida: pues he de tener un buen trabajo, unas buenas amistades, una familia estable, etc. Si esa idea se integra con nuestro sentido de ser, y por lo que sea no llega a cumplirse, incluso parcialmente, nos sentimos negados, fracasados, y caemos en depresión, uno de los males más extendidos en las sociedades desarrolladas. En cambio en los países que mantienen conflictos armados permanentes, donde la vida es muy dura, es prácticamente desconocida la depresión psíquica; las personas que han de sobrevivir dia a dia no planean nada, no piensan en vidas idílicas, y por tanto no pueden identificarse con esas ideas, que lo único que harían sería añadir más sufrimiento al que ya tienen.
También se ve claramente en el proceso de identificación con las ideologías; en este caso hay un cuerpo estructurado de ideas, más bien dogmáticas, pero que siguen siendo parciales, y que son aceptadas e integradas profundamente en la personalidad. Pensemos por ejemplo en las religiones, y también en las ideologías políticas, económicas, o morales. Y pensemos también cuantas desgracias, conflictos, guerras y horrores hemos sufrido debido a la aplicación ciega de ideologías. En el caso extremo, la identificación es tan fuerte que cualquier individuo que no comulga con la ideología es visto como un peligro, como un enemigo de nuestra misma existencia, como alguien que ha de ser convertido o destruido. Por tanto es un tema muy serio.
La solución
¿Porqué sucede esta identificación? Es expresión de una ley natural: la evolución biológica ha creado seres complejos, formados por miles de millones de células individuales, que tienden a ser auto-conscientes, a ser "alguien". En el curso actual de nuestra evolución, la identificación es con la mente más que con el cuerpo. Hay una demanda interior, natural, de ser alguien, pero ¿quien? Es esta tendencia a satisfacer la demanda de ser alguien la que nos lleva a construir un ego a partir de ideas: yo soy Fulano de tal, soy ingeniero, soy agnóstico, soy ... De hecho no somos nada de todo eso, deberíamos decir: ahora mismo tengo un nombre, una profesión, una creencia, ... pero son variables, si me pregunta dentro de diez años quizá haya cambiado todo eso.
Si cuando yo me encuentro con una idea, en vez de aceptarla e incorporarla a mi ser, medito sobre la verdad en sí, mi intuición de verdad, de la cual esa idea es sólo una forma, un aspecto parcial, entonces mi visión se amplia, y podré aceptar otras ideas distintas, y en el caso de que la idea original se vea disminuida o negada no afectará mi sentido de ser, no necesitaré defenderla, ni me sentiré ofendido o rebajado. No habrá malestar, ni resentimiento, ni frustración.
Y esta actitud tendrá un segundo efecto, tan importante o más que el primero: al actuar así, me iré descubriendo como un ser que está más allá de las ideas, por buenas que parezcan. No me confundiré con cosas, con estados, con ideologías. Me daré cuenta de que yo soy independiente de todo eso, de que yo simplemente, soy, sin más. Y ya no sufriremos, ni haremos sufrir más, por las ideas parciales. El mismo ego se debilitará, no desparecerá, pero perderá fuerza, y ya no podrá tomar el control, más bien lo controlaremos nosotros, y lo usaremos como un medio de expresión de nuestro ser.
No puedo dejar de repetir la importancia de esta des-identificación: si la educación reglada incluyera en sus programas el desarrollo de esta visión, de este modo de ser libre, no ligado a ideologías, y lo hiciera bien, creyendo en lo que hace, poniendo los recursos necesarios, imagine el lector la transformación social que veríamos en sólo unos pocos años. El efecto que tendría en los conflictos que ahora tenemos por todo el mundo. Sería revolucionario.
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