Individualidad
La evolución de las especies ha dotado a la nuestra, la especie humana, de la cualidad de desarrollar un sentido de individualidad, de ser alguien separado del resto de nuestro entorno. A nivel fisiológico esta capacidad se relaciona con la región del cerebro llamada neocortex, que también tienen todos los mamíferos, pero en nuestra especie esta especialmente desarrollada.
Desde que nacemos ya tenemos un potencial de individualización, de ser "alguien" separados del mundo externo. A medida que la persona se desarrolla físicamente desde la niñez, adolescencia, hasta llegar a la edad adulta, se va formando la personalidad, un constructo psicológico. Entonces el potencial innato de individualización utiliza la personalidad para crear la ilusión de la existencia de un individuo separado, autónomo, un individuo frente al medio externo. Decimos ilusión porque la personalidad es un entramado más o menos inestable de ideas y recuerdos: la persona no es realmente su personalidad, sino que tiene una personalidad. Claro que aquí hay una cierta contradicción de términos: "persona" proviene del griego próposon, y se refería a la máscara que llevaban los actores del teatro dramático griego; claramente esta máscara conforma cómo el actor se muestra en la obra, la persona es la máscara, la personalidad, su actuación.
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Personas: máscaras del teatro griego |
Pero lo que realmente nos hace individuales no es la personalidad, sino la capacidad de ser individuos; somos individuos en tanto que tenemos la capacidad de serlo, la personalidad se construye, y se renueva día a día, como expresión de esa capacidad innata.
Meditación en la capacidad de individualidad
La mente tiene, entre sus muchas maravillosas cualidades, una especialmente curiosa: es capaz de observarse a sí misma, como en un espejo, usando la funcionalidad que llamamos atención, la capacidad de enfocar la mente en un objeto, ya sea físico ya sea mental. La atención normalmente está o bien atendiendo a nuestros pensamientos o bien al exterior si estamos realizando una actividad que así lo requiere. Pero puede entrenarse para atender a la propia mente, profundizando más allá de la personalidad, hasta alcanzar el fondo de la mente.
Para una persona "estándar", esto es, muy ocupada con la interminable lista de ocupaciones, preocupaciones (pre-ocupación: ocuparse con anterioridad, con anticipación), problemas, etc., desviar la atención de los pensamientos puede ser difícil. Es por ello que el primer paso ha de ser calmar la mente, dejarla relajarse, pero sin perder la atención; de esta forma liberamos la atención de sus ataduras. Hay muchos métodos útiles para alcanzar este primer estadio, no nos detendremos en ellos, sólo mencionaremos uno de los más antiguos y efectivos, además de simples: la respiración abdominal consciente, en la que enfocamos la atención en el proceso de respiración, que ha de ser lenta y relajante.
Mindfulness
Si conseguimos cierta habilidad en detener la mente y así y todo mantenemos la atención activa, sin caer en somnolencias, estamos preparados para empezar con el siguiente estadio más avanzado: dirigir la atención hacia el fondo de la mente, buscando conectar con nuestra potencialidad de individualización, tratando de "verla" con nuestra atención, de vivirla en directo, sin intermediarios. Es un proceso que puede durar meses o años, pero a nuestro favor tenemos que esa posibilidad existe, y así ha sido informado por innumerables testimonios.
Incluso sin completar completamente la conexión atención-individualidad profunda, la práctica ya produce efectos notables. Al entrenar de tal forma la atención, ésta se potencia de tal modo que podemos dirigir, o dejar de dirigir, su foco a voluntad, independientemente de los pensamientos o sucesos externos. Cuando somos capaces de dirigir la atención a voluntad, podemos estar atentos a cualquier cosa, interior o exterior, sin pensar en ello: es el estado denominado mindfulness. Actualmente hay mucha literatura acerca de mindfulness, y se habla de meditación mindfulness, pero realmente mindfulness (atención plena) es un estado de la persona, no una meditación: se puede acceder al estado de mindfulness mediante cualquier técnica de meditación, una vez se ha trabajado lo suficiente. Tampoco expondremos aquí los beneficios de tal estado, pues como ya hemos comentado hay numerosísima literatura al respecto. Mindfulness también se ha descrito como un fin, como una meta, pero de hecho sostengo que es meramente un paso intermedio en el proceso del auto-conocimiento y la auto-realización, un estado que ha de conseguirse antes de acceder a niveles más profundos de auto-conocimiento.
Conectando con el Yo profundo: auto-realización
Si la persona realmente tiene una necesidad imperiosa de saber, de conocerse a sí mismo hasta las últimas consecuencias, se puede seguir trabajando, profundizando la atención, buscando el origen del individuo, buscando vivir, sentir, sólo la capacidad pura de ser alguien, más allá de ningún contenido intelectual. Es un proceso muy curioso, pues como hemos comentado es la propia mente la que dirige su foco de atención más allá de ningún objeto, ya sea físico o mental. A priori parece una contradicción que la mente sea capaz de conocer una potencialidad primaria que no se relaciona con nada, pero con entrenamiento y constancia puede alcanzarse la meta, y así lo han hecho numerosos buscadores de la verdad, de diversas tradiciones.
Esa capacidad de ser alguien es de por sí un Yo en potencia, pero un Yo que no se apoya en nada, un Yo creador, que a partir de las experiencias de la vida se rodea de una personalidad a través de la cual se expresa. Pero el Yo interior no es su expresión, no es ninguna expresión, es pura "yoidad".
Efectos de la auto-realización
Cuando la mente conecta con este Yo potencial, progresivamente la persona se da cuenta, conoce, que ella es alguien independientemente de las circunstancias externas, no necesita identificarse con nada exterior para ser alguien. De hecho, absolutamente todo lo que existe pasa a ser externo al Yo: la persona se centra en el Yo profundo, y desde ahí "ve" su mundo interior y el mundo exterior. Como consecuencia, se experimenta una libertad absoluta de pensamiento y acción, pues al no identificarse con nada se logra independencia de todo. Además, eres alguien, y ese alguien es indestructible, pase lo que pase: se consigue una estabilidad mental y emocional fuera de lo común. La mente está calmada siempre, no sólo durante los minutos diarios de meditación; como consecuencia también las emociones son suaves y positivas, no caben emociones negativas en una mente calmada y una atención entrenada. No hay miedos, desaparecen, pues la persona ha realizado que es alguien indestructible, más allá de su cuerpo y mente.