Debates sobre lo que es la meditación
Hace poco tiempo, en una charla sobre mindfulness aplicada a la educación, una profesora preguntó si las prácticas simples que estábamos describiendo, como las de atender plenamente a lo que estamos haciendo en el momento presente, era meditar, a lo que contesté que no, que para mí meditar es un buscar una trascendencia, una espiritualidad, mientras que las prácticas que estábamos describiendo estaban orientadas a fines mucho más prácticos, como son desarrollar la atención, calmar las emociones, mejorar el clima escolar ... inmediatamente otra profesora intervino para expresar su desacuerdo con esta clasificación.
En realidad, hay cierta confusión con la definición de meditación, e incluso un poco también con la de mindfulness, y en este artículo intentaremos poner un poco de luz en el tema; vaya por delante que no es nuestro propósito crear polémicas o discusiones: se puede definir lo que es meditar desde diversos puntos de vista, y de ahí vienen las discusiones, pues cuando se defienden definiciones que parten de bases distintas pocas coincidencias se encontraran, y querer llevar la razón en una definición particular contra otras igualmente válidas que se basan en premisas distintas es una tarea que no puede tener nunca éxito, incluso aunque fuera deseable imponer el criterio propio.
¿Cuál será pues nuestra base para definir lo que es meditar y lo que no es meditar, y por que tomaremos esa base y no otra? Lo definiremos en base a la motivación de la persona que medita, y no en base a la técnica concreta; será un responder a la pregunta ¿qué buscamos? ¿qué queremos conseguir?. Y, ¿por qué escogemos esta base de definición y no otra? Por su simplicidad, especialmente para las personas que se acercan al mindfulness, al Yoga, y a otras tradiciones, y necesitan definiciones claras y simples, sin tecnicismos.
Meditar para trascender
La trascendencia no trata de cambiar marcos mentales, sino de adquirir
un punto de vista más elevado, con más amplitud, desde el cual observas
todas las ideas con desapego, de forma ecuánime, sin identificarse con
ninguna de ellas. No buscamos un marco mental óptimo para triunfar en el
trabajo, o en nuestras metas personales, al contrario, soltamos,
aflojamos nuestro aferrarnos a ideas, y quedamos en libertad, desligados
de cualquier idea, ideología, visión concreta.
En la trascendencia de todos los
marcos mentales, que pasan a verse como relativos, soltamos también toda
identificación con ellos, en mayor o menor grado, pues la trascendencia
también tiene grados, siendo muy poco usual que una persona haya
trascendido al 100% todos los marcos mentales. En todo caso, al
trascender las ideas, se trascienden también las identificaciones, y es
un proceso que puede ser especialmente duro, al menos al principio, pues
sientes que tu propio yo se debilita, se disuelve, ese yo compuesto de
ideas, opiniones, tendencias, ideales, sueños, todo eso, se ve en
perspectiva, se suelta, se afloja, y hay una vivencia de disolución de
uno mismo.
Es un proceso que nunca ha de
emprenderse a menos que se sienta la verdadera necesidad de hacerlo; y
la única manera de sentir esa necesidad de desprendimiento total es a
través del deseo de conocer la realidad tal como es, incluso a ese
precio de perderse a uno mismo. Porque la realidad en sí misma es trascendente,
no puede conocerse estando limitado, cerrado, dentro de un marco mental
personal determinado. Cuando en la persona se despierta esa necesidad,
ese anhelo de saber, de vivir la realidad total, esa fuerza es tan
grande que es capaz de arrasar con todo lo que antes se vivía, que era
una realidad parcial, nuestro pequeño mundo personal.
La técnica concreta que utilicemos no afecta a esta definición: pueden ser prácticas simples, como atender a la respiración durante un minuto, o difíciles, como permanecer media hora plenamente consciente en total silencio mental: la persona usa esas técnicas para entrar en estados meditativos, en los cuales la visión de la realidad trasciende la común. La práctica de mindfulness también queda comprendida como una técnica (o conjunto de técnicas) que pueden usarse en el contexto de la meditación o fuera de él.
Prácticas meditativas de desarrollo personal
En cambio si la persona no está interesada en esa visión más impersonal de la realidad en que las ideas sobre uno mismo y el mundo son vistas como relativas, sino que más bien lo que busca es funcionar mejor en el mundo, con todas las variantes posibles, ser más eficiente en el trabajo o en los estudios, ser más feliz, mejorar la satisfacción personal con la vida, ser más estable emocionalmente, etc etc entonces el realizar las prácticas que sean para lograr esos objetivos no lo consideramos meditar, sino un trabajo personal, interior, de desarrollo. Creemos que esta clasificación tiene la ventaja de clarificar mucho el panorama de tradiciones y técnicas, evitando confusiones.
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Buscando mindfulness en Google aparecen multitud
de imágenes en las que se adopta una asana de Yoga,
con apariencia de estar meditando. |
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¿Meditando para vender más? |
Por ejemplo, es una imagen frecuente la de niños/as en edad escolar practicando mindfulness como si fueran yoguis en meditación profunda. En realidad, buscar una trascendencia a esa edad es desaconsejable, pues la personalidad aún está en formación, y es prematuro comenzar a debilitarla sin dejar primero que haya cumplido su función: nadie debería meditar, en el sentido de buscar una trascendencia, antes de los 21 años, que es la edad en la que se cree que se completa la formación de la personalidad. Se puede y es altamente recomendable usar técnicas adaptadas de mindfulness, yoga, y otras tradiciones con el fin de ayudar a un desarrollo sano y equilibrado de la personalidad, al desarrollo personal. Lo mismo se puede decir en el ámbito de la empresa, en el que se busca, casi siempre, más eficiencia laboral, una motivación muy diferente de la trascendencia: en general no se medita en la empresa, lo que se hace es usar técnicas tomadas de las tradiciones meditativas, convenientemente adaptadas, con fines prácticos (recuerdo ahora las palabras de un profesional de este tipo de prácticas en empresas, que lo califica como "
mindfulness aterrizado"), buscando un desarrollo personal en la línea de resistencia al estrés, concentración, etc. Habrá quien quiera considerarlo meditación, en nuestra clasificación no lo es con toda claridad.
Claro que también podemos relajar el concepto de trascendencia, y considerar que buscar un funcionar mejor es buscar un trascender las propias limitaciones personales, es una trascendencia no espiritual, sino material; visto así, las prácticas meditativas de mejora personal se consideran meditación, pues buscan una trascendencia. Vemos pues que no hay una línea clara definitoria, no puede haberla, lo que sí se define claramente son las dos posiciones extremas: la espiritualidad que implica una trascendencia del yo personal como objetivo principal, o bien la mejora del yo personal sin ningún interés por trascenderlo.
En este sentido, es perfectamente posible encontrar personas que trabajan seriamente las prácticas de mindfulness y tienen una personalidad fuerte, y un ego muy bien definido, pues es precisamente eso lo que buscan. O quizá sólo practican mindfulness para soportar mejor el estrés ... antes de acudir a una reunión de negocios en la que van a realizar una absorción hostil de otra empresa, o acudir al campo de batalla en el caso de mindfulness militar.
Si el lector se extraña de que una práctica originalmente espiritual pueda usarse para fines que no tienen nada en absoluto de espirituales, tenga en cuenta que las muchas tradiciones espirituales consideran que para trascender nuestro ego primero ha de controlarse la mente, y por eso abundan las prácticas para entrenar el control mental; se puede, y así se ha hecho, aprovechar ese control mental no para trascender, sino para fines absolutamente materiales, egoístas, incluso poco éticos.
Entre los extremos
Pero como todas las clasificaciones no ha de tomarse como excluyente de situaciones intermedias, las hay. Al meditar con el objetivo de la trascendencia, como efecto colateral se obtienen beneficios relacionados con el crecimiento personal: ecuanimidad, paz mental y emocional, mejor salud, más empatía, y muchas otras. Y en el otro extremo, al ejercitarse para la mejora personal usando técnicas basadas en tradiciones meditativas, hasta cierto punto puede ocurrir un cierto nivel de trascendencia de la idea del propio yo, y de otros puntos de vista egocentrados, y esto también está documentado. De forma que entre los dos extremos, meditar para la trascendencia y practicar ejercicios meditativos orientados estrictamente a la mejora personal, encontramos todos los matices posibles, dependiendo de la persona, de las prácticas realizadas, del tiempo dedicado, de quien te dirige la práctica, y de otros factores. De forma que decir si alguien está realmente meditando o no, quizá sólo esté claro en esos casos extremos. En muchos casos podríamos decir que se medita de forma superficial, sin un objetivo claro de trascendencia, siendo el objetivo otro más práctico.
Recuerdo una conversación con un maestro de Yoga Kundalini (una variante que se interesa especialmente por las energías del cuerpo y su conexión con la energía universal), un hombre con dedicación exclusiva al Yoga, del cual es realmente un erudito; comentando sobre el fenómeno de mindfulness lo etiquetó rápidamente, con un semblante que denotaba desacuerdo: "
mindfulness es quitar toda la vertiente espiritual a la meditación". Y no le faltaba razón, pues el mindfulness que se está practicando en muchos sitios es precisamente eso, como hemos explicado, sólo que nosotros consideramos que, sin espiritualidad, sin trascendencia, no es meditación, es un entrenamiento mental.