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dissabte, 11 de novembre del 2017

El poder está en lo sutil, en lo invisible, no en lo visible.

El mundo exterior a la persona es lo que suele ocupar gran parte de la atención en la mayoría de nosotros, y es un exterior material, hay "cosas" ahí afuera que percibimos con nuestros sentidos. Vemos el exterior de las personas, su aspecto físico, oímos sus voces, vemos las calles, edificios, objetos grandes y pequeños, sólidos, están ahí, podemos verlos y tocarlos. Y puede parecernos que eso es todo, al menos lo más importante, lo evidente, lo material.

El mundo interior de la persona, sus emociones, sentimientos, ideas, puede ser entonces un mero reflejo automático de ese exterior sólido, un producto del contacto sensorial con el mundo externo: salimos a la calle y vemos que hace un día espléndido, por tanto sentimos una sensación de alegría; nos encontramos con esa persona especial que tanto nos atrae, sentimos entonces la excitación del encuentro, oímos en las noticias información sobre una tragedia, nos entristecemos, etc etc. Viviendo de este modo, nuestro mundo interior depende totalmente del contacto con el mundo exterior, con la realidad tangible. 

Quizá creamos que esos rayos son la electricidad, que la podemos ver, pero no es así: esa luz es la que emite el aire al ponerse incandescente, como pasa en las antiguas bombillas de incandescencia. Lo que fluye en el rayo son partículas subatómicas invisibles, los electrones, increíblemente pequeños, de hecho tanto, que se considera que ¡no tienen tamaño!  Lightning flashes during a thunderstorm. Wikipedia.

Pero si observamos con detenimiento, con afán de descubrir lo que no es evidente, ese mundo exterior sólido y tangible, si miramos qué es lo que hace que se mueva, que sea, ¿que encontramos? Por ejemplo, ¿qué es lo que hace a un día que "sea espléndido"? Pues una combinación de factores: que sea soleado, pero no demasiado caluroso, que el cielo esté despejado, el aire limpio y brillante, y que nuestro estado de ánimo nos permita percibir todo eso, pues una persona deprimida simplemente no se dará cuenta. Los factores ambientales a su vez, dependen de un delicado equilibrio de otros factores: el ángulo de inclinación de la Tierra en su órbita alrededor del Sol determina la intensidad de la luz solar, y eso determina la temperatura en la Tierra; la presencia o ausencia de nubes depende de la presión atmosférica, que a su vez depende de la circulación del aire  calentado por el Sol. La luz del Sol es el principal motor de los cambios atmosféricos, y sabemos que la luz es totalmente inmaterial.

Cuando cogemos un objeto pesado, pensamos que el objeto pesa porque "tiene mucha materia", y no es que sea falso, pero sí inexacto; ese mismo objeto en el espacio no pesa nada. Hay alguna acción sutil, inmaterial, llamada gravedad, que hace que nuestro cuerpo pese, o que un camión de gran tonelaje esté "enganchado" a la carretera con una fuerza de muchas toneladas. Vemos la luz, pero no vemos la gravedad, nadie ha conseguido aún "manejarla", sólo notamos sus efectos, y son inmensos, pues la Tierra gira en torno al Sol gracias a esa gravedad absolutamente sutil. 

Toda la realidad física que nos rodea está sujeta a la leyes de la Naturaleza, que son extremadamente precisas y sutiles. La energía eléctrica que mueve un tren de 1.000 toneladas a 200km/h es inmaterial, la vida de un árbol majestuoso depende de un delicado proceso químico, la fotosíntesis, que en sí combina moléculas, "cosas" increíblemente pequeñas, usando también energía eléctrica y la luz del Sol; si ese proceso se detuviera o simplemente se alterara mínimamente, el majestuoso árbol decaería inmediatamente y moriría. Nuestros sentidos, con los que nos comunicamos con el mundo, dependen de procesos muy exactos y también inmateriales.  

Volvamos al nuestro mundo interior. Es un mundo evidentemente sutil, inmaterial; si depende en buen grado de nuestro contacto con el mundo externo, de hecho, de forma indirecta, está también dependiendo de todos esos factores sutiles que mueven ese exterior.  Supongamos que, en buena medida, nos identificamos con nuestro mundo interior, con nuestra experiencia vital íntima; entonces nosotros mismos somos sutileza, inmaterialidad, que se conecta con la sutileza de la Naturaleza a través de lo que llamamos mundo material, del que nuestro propio cuerpo forma parte. Entonces los objetos materiales son sólo medios de expresión de lo sutil que subyace en ellos, y que los impulsa, incluso los crea y mantiene. Y nuestro cuerpo es también expresión de lo sutil, tanto a nivel bioquímico como a nivel de comportamiento. Esquemáticamente:

El mundo exterior, cuando trabajamos nuestra interioridad, incluye a nuestro cuerpo, y en parte a nuestra personalidad. Nuestro mundo interior, inmaterial, se relaciona directamente con el exterior, el cual a su vez se mueve y se mantiene por la acción de las fuerzas y leyes de la Naturaleza, de por sí también inmateriales.


Intentemos llegar aún más lejos. En el mundo físico sabemos que hay fuerzas sutiles, como la luz, la gravedad y la electricidad, que en última instancia dinamizan y mantienen todo funcionando; esas fuerzas sutiles siguen escrupulosamente una leyes que definen su comportamiento, y no se apartan de esas leyes ni un milímetro, jamás. Cualquier mínima desviación de alguna ley de la Naturaleza produciría una cataśtrofe colosal; por ejemplo, si la gravedad de repente se volviera un 1% más fuerte o más débil, ¡se desestabilizaría  el Universo!, o si variáramos la fuerza eléctrica en esa cantidad, ¡se colapsaría la materia!". Podemos pensar que hay otra "cosa" aún más sutil que todas las fuerzas inmateriales de la Naturaleza, y esa cosa  es su equilibrio preciso y mantenido, el hecho de ser tan exactas, y tan constantes (se sabe que han permanecido así desde que se creó el Universo) es de una sutileza aún mayor que las propias fuerzas.  

¿Cuál es la diferencia entre un estado depresivo y un estado de felicidad? ¿Es algo tangible? Los pensamientos, ¿son tangibles? Un neurocientífico nos dirá que los pensamientos son conexiones eléctricas entre neuronas, y por tanto nos volvemos a encontrar con sutilezas a nivel físico: electricidad y células increíblemente pequeñas (tenemos casi cien mil millones de neuronas en el cerebro). Pero aún hay más sutileza en nuestra interioridad: un cambio de actitud, un "darse cuenta" de la corriente de pensamientos negativos que nos invade, es de una sutileza mayor que los propios pensamientos, y cuando practicamos meditación, aprendemos a distanciarnos, esto es, a apartar de nuestra atención, de nuestra conciencia, las emociones y pensamientos negativos; ¿que hay más sutil que ese "darse cuenta de que estas pensando", o de esa conciencia simple de ser que experimentas? Y no obstante, ese nivel tan sutil es el que marca la diferencia, pues al darnos cuenta conocemos, y a partir de ahí, podemos actuar con conocimiento, podemos cambiar nuestro comportamiento en el mundo externo.

Mirando todo esto atentamente, podremos llegar a la convicción de que de hecho el mundo concreto, material, se mantiene y se mueve gracias a fuerzas absolutamente inmateriales y sutiles, y que esto se aplica tanto al exterior, como a nosotros mismos. Por ello, ignorar este mundo sutil, no atenderlo, es vivir como un autómata, arrastrado inconscientemente por las fuerzas invisibles que lo mueven todo, tanto si nos damos cuenta de ello como si no.




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