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divendres, 3 de novembre del 2017

La conciencia absoluta en los antiguos Upanishads


Los Upanishads son una colección de libros espirituales en la tradición hindú escritos en sánscrito por diversos autores en un período muy amplio de tiempo, estando datados los más antiguos alrededor del siglo VI antes de Cristo. 

Una de las traducciones más respetadas es la del autor Eknath Easwaran; según él, un "upanishad" podría significar un "sentarse a los pies de", esto es, a los pies de un sabio para una sesión de instrucción espiritual, que usualmente se habían retirado de la vida mundana para dedicarse exclusivamente a la meditación y a la enseñanza. Lo que ofrecen estas escrituras es universal e intemporal, igualmente relevante hoy en día que hace 2.500 años.



A continuación ofrecemos un resumen traducido del Upanishad Aitareya, según Easwaran.

Introducción

Quizá la mayor contribución del los Upanishads es el abrirnos los ojos a lo que realmente significa ser un ser humano. La constante tarea de los sabios es despertarnos a la naturaleza sagrada de nuestro entorno, de las criaturas vivas, de nuestros semejantes, y finalmente de nuestra propia realidad interna. Esta visión exaltada del ser humano fue anunciada por un monje ingĺés anónimo del siglo XIV que nos ha legado un gran documento místico, The cloud of Unknowing:

Entre tu y lo exterior a ti yace todo el Universo creado. Si, incluso el Sol, la Luna, las estrellas. Están sobre ti, espléndidas en el firmamento, e incluso así no pueden compararse a tu exaltada dignidad como ser humano ... No hay nada superior a ti en la Naturaleza excepto Dios mismo.
¿Cómo puede ser así? ¿Cómo puede este minúsculo, frágil cuerpo cuyo tamaño es menos que insignificante, ser tan importante? Porque, como los Upanishads y todos los grandes místicos afirman, nosotros no somos este frágil cuerpo, sino que somos lo que causa que se mueva, respire, y esté vivo: conciencia. En este Upanishad se afirma que todo es conciencia. Y la misma conciencia es la vida de todo.

Este Upanishad lo explica a través de una historia sobre la evolución, un mito; para el pensamiento moderno este relato aparece como muy Lamarckiano porque equipara la fuerza de la evolución al deseo; pero si atendemos al hecho de que los sabios entienden el deseo precisamente como eso, como una fuerza, más que como una simple emoción, el mito no es tan implausible. La fuerza titánica de la evolución nos sugiere algún tipo de guía, de motivo; cuando los sabios, o los filósofos griegos, lo etiquetan como "deseo", lo que hacen es conectar la vida en el aquí-y-ahora con ese maravilloso proceso cósmico por medio del cual el Uno se manifiesta a sí mismo como muchos. En los primeros párrafos sobre la creación este Upanishad recuerda al Génesis de la Biblia, una coincidencia notable, pero después se distancia, introduciendo los conceptos de la espiritualidad hindú: purusha, apana, prajna i Brahman

Un gran sabio de la India contemporánea que en su visión exaltada de la realidad coincidía mucho con los Upanishads, Sri Ramana Maharshi, contestó a una pregunta relativa a la felicidad y al Ser de un distinguido filósofo en estos términos:

La felicidad es la verdadera naturaleza del Ser; felicidad y Ser no son diferentes. No hay felicidad en ningún objeto de este mundo. Debido a nuestra ignorancia imaginamos que la felicidad se deriva de los objetos. Cuando la mente se cree eso, experimenta miseria. En verdad, cuando sus deseos son satisfechos, la mente se vuelve a su propio hogar y disfruta de la felicidad del Ser.

Upanishad Aitareya

Antes de que el mundo fuera creado, sólo existía el Ser, el Yo (Yo soy). 
Entonces el Ser pensó "voy a crear el mundo", y sacó todos los mundos de sí mismo. 
El Ser pensó entonces, "vamos a crear guardianes para estos mundos" (NOTA: aquí, las leyes y principios de la naturaleza).
De las aguas originó el espíritu (Purusha).
Y del espíritu creo las formas. 
Así vinieron estos guardianes a la existencia.
El Ser les provocó entonces hambre y sed.
Los guardianes pidieron al Ser: danos un lugar donde vivir y alimentarnos.
El Ser creó la vida animal y les envió allí. 
Ellos dijeron: "no es lo que deseamos"
El Ser creó la forma humana.
Ellos dijeron: "¡perfecto! la forma humana es perfecta para nosotros.
El hambre y la sed dijeron al Ser: "danos un lugar".
El Ser contestó: "entrad en los guardianes y compartid la vida con ellos".
Así que el hambre y la sed de comida, bebida y placer nos acompañan en la vida.
(. . .) 

El Ser meditaba sobre las aguas, "vamos a traer alimento para ellos".
Y el alimento apareció en la forma de materia.
Pero el alimento trató de escapar, con miedo, y el ser (humano) intentó capturarlo con el habla.
No lo consiguió, las palabras no servían. 
Meramente repitiendo el nombre de la comida no se sacia el hambre. 
Trató de capturarlo con el aliento, pero no pudo.
Meramente oliendo la comida no se sacia el hambre.
Trató de capturarlo con el oído, pero no pudo.
Meramente escuchando la comida no se sacia el hambre.
Trató de capturarlo con la mente, pero no pudo.
Meramente pensando en la comida no se sacia el hambre.
Trató de capturarlo con el sexo, pero no pudo.
Con la unión sexual no se sacia el hambre.
Trató de capturarlo con apana (NOTA: energía vital relacionada con prana),y por fin lo consiguió. 
Así que es apana lo que trae el alimento, y es apana lo que vive en el alimento. 
(. . .) 

La vida empieza en el ser humano fruto de la sexualidad.
Y empieza dentro de la mujer. Éste es el primer nacimiento.
El ser que ha nacido y la mujer son uno hasta el segundo nacimiento.
Cuando envejece, arroja su cuerpo, para nacer de nuevo. 
Este es el tercer nacimiento.
(. . .)

¿Quien este Ser sobre el cual meditamos?
¿Es el Ser por medio del cual nosotros vemos, oímos, olemos, gustamos?
¿A través del cual pronunciamos palabras?
¿Es el Ser la mente a través de la cual percibimos, entendemos, sabemos, pensamos, recordamos, deseamos, actuamos y amamos?
Estos son simples siervos del Ser, que es pura conciencia (prajna). 
El Ser es todo en todo lo que existe.
La conciencia pura lo guía todo.
El mundo reposa en la conciencia, y la conciencia es Brahman (NOTA: aquí, la realidad última del Universo, el absoluto)

 







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