Consideremos la conciencia de un pequeño pez: tiene la capacidad de percibir su medio ambiente, el agua en la que vive y está inmerso, pero no se percibe a sí mismo como algo aparte. Otros peces, al verlo, sí lo percibirán, pero no como un semejante, sino como parte del medio, como un detalle más del mar. En cierto modo es así: el pez es parte del mar, en él vive y muere, pero al mismo tiempo es algo más que mar, es un ser vivo individual, sólo que él no lo sabe. El pez es sólo cuerpo, no es mente, y como el cuerpo físico comparte naturaleza con el mar que lo contiene, cuerpo y mar son ambos materia, al no tener ningún mecanismo más sutil a su disposición, el pez necesariamente no podrá distinguir su propio cuerpo físico del resto del mar. Llamemos a este nivel de conciencia el nivel físico.
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El pez percibe su medio, pero no se concibe a sí mismo como separado de él |
Observemos ahora la conciencia de un ser humano; aquí debemos concretar más, ya que hay una gran diversidad de nivel desarrollo de la conciencia en la humanidad, desde individuos no mucho más evolucionados que el pez, hasta el otro extremo. Consideremos un individuo con conciencia poco evolucionada: como ser humano, tiene auto-conciencia, se percibe a sí mismo como separado del mundo; puede hacerlo porque tiene mente, y la mente es más sutil que el cuerpo físico. Su mente discrimina fácilmente entre su cuerpo físico y el resto de la materia del mundo. Pero al estar poco evolucionado, es incapaz de diferenciarse de sus emociones y pensamientos. Esa persona vive inmersa en un mundo emocional-mental, tal como el pez vive inmerso en el agua, y no tiene mecanismos de percepción suficientemente sutiles para diferenciar entre él mismo y sus emociones-pensamientos, se confunde con ellos, cree ser ellos, ese el nivel en el que tenemos un ego y nos confundimos con él. Esa persona es sus emociones-pensamientos. Llamemos a este nivel de conciencia el nivel mental.
En el caso de una persona más evolucionada, en cuanto a conciencia se refiere, hay un salto de percepción: consigue distinguir, discriminar entre el sí mismo y sus emociones-pensamientos, se vive como separado de ellos, como algo más que ellos. La vivencia del propio yo pasa a ser muy sutil, más sutil que el más sutil de los pensamientos o emociones, tan sutil que a veces pareces no existir en absoluto, ya que no puedes definirlo, ningún concepto mental puede definir esa yoidad sutil. Desde esa posición, percibes tu mundo emocional y mental de forma similar a como la persona menos evolucionada percibe su cuerpo: son tuyos, pero no eres tu. Ya no eres tus pensamientos y emociones, eres algo más sutil, pero no eres capaz de saber qué eres exactamente, sólo eres capaz de decir lo que no eres: ni cuerpo, ni emociones, ni mente. El ego es trascendido. Llamemos a este nivel de conciencia el nivel noético.
En cada nivel de conciencia, para percibirnos diferenciados de nuestro entorno, necesitamos una percepción más sutil que el propio entorno: para diferenciarnos del entorno físico, denso, necesitamos la mente-emoción que es mucho más sutil que la materia, y para diferenciarnos de las emociones-pensamientos necesitamos una percepción aún más sutil, que no es ninguna emoción ni pensamiento, es una especie de testigo-observador más allá de la mente. ¿Existen niveles de conciencia aún más sutiles? Si la respuesta es afirmativa, seríamos capaces de discriminar entre nosotros mismos y el observador-testigo noético, nuestra yoidad sería aún más sutil. Hay pocos individuos que afirmen haber llegado a ese nivel, pero existen, en diversas épocas y tradiciones, y a ese estado de percepción se le ha llamado de diversas formas: nirvana, unión con lo divino (Yoga, en su significado real, más allá de las posturas del Hatha Yoga), unión o experiencia mística, satori, etc. En ese nivel lo que sentimos que somos es indescriptible, inefable, pues está dos niveles por encima de la mente que usamos para describir las cosas. Hay teorías, como la teosofía, que defienden la existencia de niveles aún superiores, absolutamente ininteligibles desde un nivel mental. Actualmente, la humanidad en conjunto está lentamente evolucionando desde el nivel mental hacia el nivel noético.
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