Montando por primera vez en moto, la sensación de aceleración, de agilidad, de potencia que se despliega con un gesto, con un simple giro de muñeca.
Besando por primera vez a una chica, cuanta suavidad y excitación, cuanta torpeza también, que intensidad de momento.
Escuchando el último álbum de Springsteen en mi primer coche, al salir del trabajo, conduciendo hacia la carretera de les aigües en Barcelona, adonde voy a correr. Sensación de disfrute.
En la playa, echado en la arena boca abajo, introduzco perezosamente la mano en la arena caliente, entorno los ojos, y me adormezco, suelto, me relajo totalmente.
Caminando hacia la cima del Puigmal, con buena compañía, a paso rápido, amenaza con llover, y llueve, es granizo de hecho, pero no te importa, sois jóvenes, estáis disfrutando de la montaña, no pasa nada, todo está bien.
Hablando por teléfono con papá, su voz está cambiada, está enfermo, parece grave, preocupante, decido que iré a verle el fin de semana, sin saber que será demasiado tarde, que esa es la última vez que oiré su voz, por teléfono.
Esperando a la puerta del colegio a mi hijo, ya salen, la satisfacción compartida, él de volver a casa, yo, de que vuelva a casa. No hace falta nada más.
El silencio entre nosotros. Incómodo. Frustrante. La no comunicación. Nada que decir, nada que compartir. Darse cuenta de ello. Entristecer por ello. Preguntarte el porque. El como se llega a eso.
Peinar canas. Las rodillas a veces hacen ruidos cuando te levantas. Algunas manchas en la piel. La imagen que te devuelve el espejo, prefieres no insistir demasiado en verla, es como si te estuvieran borrando de la escena. Recuerdos. Más recuerdos. Sensación de estupor, ¿que ha pasado? ¿que me ha pasado? ¿Como se ha ido todo tan lejos, tan rápido? Parece imposible. Pero es así.
Yo Llegando a casa, montando por primera vez en moto, besando por primera vez, caminando hacia la cima, en la arena, hablando por última vez con papá, esperando a la puerta del colegio, dándome cuenta de la incomunicación, peinando canas, sintiendo estupor. Yo. Es lo único que es constante en toda la historia. El sujeto. No el cuerpo, ni las emociones, ni la mente, que han cambiado centenares, miles de veces, sino el sujeto central que ha vivido todas las experiencias.
Me concentro en ese sujeto central. Es lo que da consistencia a toda la vivencia. El hilo conductor, común a todo. No es nada en concreto, pero sin él no hay nadie que viva las experiencias. Es como un foco central de conciencia, de darse cuenta. Miro ese foco. Me fundo con él. Y al fundirme con él, todo lo demás se ve como una unidad: mi cuerpo, emociones, pensamientos, y todo lo que lo rodea, el mundo, son uno, lo son ahora, y siempre lo han sido. Y esa unidad es dinámica, está en flujo continuo, en movimiento. Todo lo que he sido, lo que he sentido, forma parte del todo. Y, de alguna forma imposible de describir con palabras, al menos para mi escasa habilidad literaria, también todos los instantes de tiempo son uno. Desde el sujeto central no hay separación de ningún tipo, ni estas separado del mundo, ni el pasado está separado del presente, solo hay un ahora eterno. Sólo puede ser así porque el sujeto último está más allá del espacio y del tiempo. Es pura conciencia intemporal, inmaterial. Pero ahora me parece lo más real, en medio de toda la impermanencia.
Es Ser.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada