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divendres, 3 de març del 2017

El amor como motivación última

La motivación es un fuego interior.
Si alguien intenta encender ese
fuego en ti, probablemente
arderá muy brevemente.

Básicamente, estamos motivados acerca de algo cuando tenemos una razón para actuar de cierta manera relacionados con ese algo. Por ejemplo, hay muchas motivaciones para trabajar treinta y cinco o más horas a la semana, como disfrutar haciendo algo útil para otros, o expresar nuestras potencialidades a través de un trabajo bien hecho, o incluso simplemente por dinero, de hecho, esta última posibilidad a menudo es más una necesidad que una motivación.


Uno de los significados de la palabra amor es tener un placer por, tener una disposición muy positiva hacia algo. Por
eso puede suceder que hagamos alguna cosa simplemente porque amamos hacerlo:  el amor es una motivación para obrar, para actuar; cuando estamos haciendo algo en lo que realmente disfrutamos, podemos decir que nos encanta hacerlo, no son necesarias más motivaciones.  Incluso las personas que trabajan para ganar mucho dinero, suele decirse que lo hacen porque "aman el dinero". Reflexionando un poco, podemos ver que incluso las personas que trabajan simplemente por vivir, por necesidad, también están motivadas por un deseo de vivir bien, de no caer en la pobreza, y es así porque se aman lo suficiente a sí mismo, o a su familia, o a ambos, para actuar de esta manera.

Por lo tanto, consideremos un momento esta afirmación:
en última instancia, toda motivación se basa en el amor por algo, tal vez por amor propio, por nosotros mismos, o por nuestra familia, amigos, o por un trabajo bien hecho, por el poder, por amor al dinero y a las cosas que podemos comprar con él, por una ideología, etc. Sin amor no hay ninguna motivación para actuar.

Dejadme ir más lejos, al ámbito social: todas las cosas que nos rodean son creadas con alguna motivación, que bien podría ser el amor; el edificio donde vives se construyó a base del trabajo de muchos, motivados para hacerlo, y ahora te permite  disfrutar de un hogar cálido y seguro, también las calles, los transportes, las tiendas, los muchos servicios a nuestra disposición, están destinados a crear un ambiente agradable a la sociedad, para cuidar de nosotros mismos y de los demás, podemos ver aquí actuando el amor, una voluntad y energía creadoras orientadas al bienestar propio y ajeno.


Reflexionando de esta manera, el lector puede darse cuenta de cuán implicado está el amor como motivación última en todas las obras y acciones humanas. Incluso en las aparentemente malas, siempre hay una motivación de cuidar de algo, de alimentar algo, de amar alguna cosa, sólo que en estos casos concretos las ideas equivocadas que se tienen en la mente lo distorsionan enormemente.

Ahora vamos aún más lejos: ¿cuál es la motivación, si la hay, de la vida en sí misma? La ciencia, pragmáticamente, dice que no hay motivación, las cosas simplemente sucedieron ... aunque es increíblemente improbable que la complejidad de la vida surja y evolucione sin ningún motivo, pero la ciencia, por su propia naturaleza, tiene que mantener esa posición, el científico se basa en el método científico, si no, dejaría de ser científico. Pero aquí no tenemos ninguna restricción para reflexionar. ¿Podemos pensar en el amor como motivación última para la vida? ¿Por qué nuestros miles de millones de células están trabajando juntas, cooperando de manera increíblemente sofisticada y exacta, para mantener nuestro cuerpo vivo instante a instante? ¿La vida no tiene motivo, es desmotivada? Tratemos de considerar, por un momento, que el amor pueda ser también la motivación de toda vida; para captar la sutileza de esta idea, hay que hacerlo con una mente abierta, sin pre-juicios, simplemente observando las resonancias que se producen al contemplar el concepto, meditando sobre ello, en una actitud mindfulness, de conciencia sin pensamientos, sin juicios, y con aceptación.

Del mismo modo, toda la creación, desde la gran explosión llamada Big Bang hasta el Universo actual, es una evolución desde la "nada" hasta el cosmos que tenemos y en el que vivimos. ¿Sin motivación alguna? ¿Creación increíblemente compleja, evolución al azar? De nuevo, así debe afirmarlo la ciencia, es obligatorio para cualquier científico pensar de tal manera, pero una vez más, nosotros podemos tratar de considerar que hay una motivación subyacente, una motivación primaria, la misma en todo el cosmos. Se expresa de innumerables formas particulares, partículas elementales cooperando para formar átomos, moléculas, materia, seres humanos cooperando para formar desde famílias hasta sofisticadas sociedades y organizaciones. Un impulso primordial, el amor, motiva toda la dinámica del cosmos. Tratemos de meditar en ello, con la disposición mental adecuada, y veamos a donde nos conduce.

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