Idiomes | Idiomas | Languages

dijous, 13 d’abril del 2017

El desapego auténtico es el desapego respecto a uno mismo

Con la introducción de las ideas budistas en Occidente, que empezaron en los años 70 del siglo XX, y que están experimentando en este siglo XXI una expansión muy grande de la mano del mindfulness (conciencia plena), se está introduciendo en nuestro bagaje ideológico el concepto de desapego, que habitualmente se relaciona con la idea de ser capaz de vivir felizmente sin depender de nadie más, sin apegarse a nadie.

El problema precisamente es la conceptualización, que nosotros los occidentales realizamos de forma automática con todo lo que se nos presenta, todo absolutamente todo queremos definirlo con palabras, y si puede ser, con pocas y precisas, para que quede claro de qué estamos hablando. Pero existen también las cosas sutiles, las que se resisten a una definición rápida, "de diccionario", cosas subjetivas que requieren meditar en ellas, vivirlas, antes de querer comprenderlas por medio de unas cuantas palabras definitorias. Creo que con el desapego estamos, muchos, cayendo en ese error.

Porque hay un desapego elevado, trascendente, inegoísta, que nos abre a la vida, que es realmente el que define el budismo, y hay otro desapego egoísta, que nos cierra, intrascendente, que es que corremos el peligro de aplicar si nos basamos en ciertas definiciones facilonas que encontramos a menudo. 

El primero proviene de la falta de ego, o al menos de un ego debilitado, y es aquel que tiene el que practica el desapego de sí mismo; no es un desapego de los demás, si no de sí mismo. Esto significa que no se toma muy en serio sus ideas sobre si mismo, sus emociones, sus "necesidades", pues sabe que todo ello es muy relativo, en último término ilusorio, fabricado por su mente. Es un desapego que proviene de la falta de ego. Una persona así es libre de amar a quienquiera sin miedos, sin cerrarse, al contrario, puede darse completamente, incondicionalmente, pues su propio ego no está interfiriendo con sus miedos y sus necesidades ilusorias. 

En cambio el segundo es justo lo contrario: proviene de un ego muy activo, de hecho, es un refuerzo del ego: la persona ha captado la idea de que desapegarse es bueno para ella, pues depender de alguien la hace más vulnerable, más débil. Revistiendo esta idea con una espiritualidad "new age" la persona se convence a sí misma de la sabiduría de su elección: "no atarse a nadie". Es otra forma de auto-protección del ego, que es un ser muy asustado, que siempre está buscando auto-afirmarse y protegerse. En última instancia, es una deformación del desapego original basado en el miedo a ser dañado, a ser dependiente, y como todo lo que esté basado en el miedo, es una aplicación errónea.

La diferencia entre los dos enfoques es sutil, difícil de resumir en pocas palabras, no se puede tener auténtico desapego por decisión, si se hace así, caemos en la trampa del ego. El auténtico desapego no se practica, ni se piensa, ni se decide, es una consecuencia natural de la falta de ego, y este ego debilitado no se consigue así como así, no hay recetas mágicas, ni caminos rápidos para conseguirlo, sino todo lo contrario, necesita de un trabajo continuado sobre uno mismo, de muchos años. Debilitar el ego es trabajo de toda una vida, no de un fin de semana. Esto es especialmente importante de recalcar para personas jóvenes, con poca experiencia ya no solo en meditación sino en la vida, que deciden ser desapegados porque lo ven como positivo, y caen automáticamente en el desapego egoísta: soy desapegado porque mantengo mi independencia, mi libertad, sin ataduras.

La persona que ha trascendido su ego, aunque sea sólo parcialmente, puede amar en profundidad, puede entregarse, y puede ser rechazada, ignorada, pero no dañada, pues no hay nada en ella que pueda dañarse, todo lo vulnerable se ha dejado atrás. Por eso, si la dejan, sea por que ya no la desean o por otras circunstancias como la muerte del ser querido, sufre, claro que sufre, es un ser humano, pero no se toma el sufrimiento como algo personal, no puede hacerlo pues su ego está inactivo: no se apega a su sufrimiento. Pero no nos engañemos: sufre. Por tanto, este desapego trascendente (del ego) nada tiene que ver con la especie de anestesia contra el sufrimiento que se aplica a si mismo el que decide desapegarse porque lo ve como una buena idea para sí mismo. 

En conclusión, desde mi humilde experiencia, no recomendaría a nadie practicar el desapego como quien practica un ejercicio gimnástico, basado en unos cuantos principios e instrucciones. El desapego auténtico, genuino, vendrá por sí solo como resultado de la práctica de la bondad, del control de la mente, de la debilitación progresiva del egoísmo, de amar y darse a los demás incondicionalmente, esa es la forma de debilitar el ego. De otra forma, forzando las cosas por la vía rápida, queriendo obtener el fruto sin plantar el árbol, por así decirlo,  lo que obtenemos es todo lo contrario, es reforzar el ego, que se sentirá más protegido, más difícil de dañar por los demás, o sea, justo lo contrario del concepto original.

 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada