Transcribo a continuación una parte de una novela ocultista, "El Iniciado", de Cyril Scott, músico, escritor, poeta y ocultista británico de principios del siglo XX, que según creo está descatalogada en la versión en español; en mi opinión es un libro profundamente inspirador, que describe de forma simbólica el camino hacia la auto-realización del Ser. El ocultismo que estaba muy en boga en esa época tenía como fuentes al Hinduismo y al Cristianismo, creyendo en la existencia de un alma (Atman en el Hinduismo), latente en todo ser humano, esperando a ser descubierta y realizada, esto es, manifestada en el mundo. La vía de manifestación del alma es el corazón: el amor y la bondad incondicionales. Más para ello es menester primero abrir la mente, y limpiarla de toda ignorancia. El texto conviene leerlo sin prisas, con atención y mente abierta, atenta a cualquier impresión sutil que nos produzca, que debe ser captada e incluso cultivada.
Los dos caminantes se atrafagaron por muchas horas a lo largo de carreteras polvorientas, descansando ahora, ahora caminando de nuevo. Conforme Antonio se volvía más cansado, sus pensamientos se volvían pesimistas, diciendo para sí "pobre de mí, realizando tan largo viaje a pie, como un pordiosero, prescindiendo de toda comodidad, arrastrando mis piernas como si fueran piedras que aumentan de peso a cada paso".
Pero cuando mirara a su compañera, pateando bravamente a su lado, veía su cara calma y sin queja, aunque las líneas de su cara se habían profundizado por la fatiga. Y en respuesta a su mirada ella le correspondió con una sonrisa en la que el cansancio y el coraje parecían haberse fundido en uno, pero no habló, pues estaba demasiado cansada para ello.
Antonio pensó para sí: "¡ah!, si pudiera amarla como ella me ama a mí, mi cansancio sería aliviado por algo tan pequeño como una sonrisa, como veo que a ella le sucede. Sin duda debe de tener un corazón noble para seguir amándome después de estos largos años en que no le envié ni un mensaje. Y si ella no estuviera tan marchita por el paso del tiempo, ¿quien sabe si todavía podría haberla amado a cambio?"
Y volvió a mirarla de nuevo, pero esta vez sonriendo con una benevolencia en su mirada que hasta entonces no había mostrado, de forma que cuando ella le sonrió a cambio con un gozo furtivo en sus ojos, sintió que podía tocar el alma de ella como la mano de un músico toca un instrumento para producir bellos sonidos.
Entonces una consideración entró en su mente: "¿habré encontrado un juego para el viaje, uno que puede usarse en cualquier lugar, y no sólo con mi compañera actual? Es extraño que nunca pensara en ello antes, ha tenido que ser la mirada en los ojos de una agotada mujer que me ama, y a la que sin embargo no puedo pretender amar a cambio, la que me lo ha revelado. Aunque si hubiera sido de otro modo, y yo la hubiera amado a cambio, seguramente tampoco me habría dado cuenta de tal juego, pues estaría intoxicado por la pasión y el amor, y ciego a cosas más sutiles del corazón."
Decidió entonces jugar al nuevo juego, contemplándola con una mirada incluso más tierna que antes, tomando nota de su respuesta, pues de un modo u otro, el darla un momento de gozo, y observar el efecto en su rostro, le daba a cambio un poco de alegría, y abría como si dijésemos un poco las ventanas de su corazón para dejar entrar un pequeño rayo de un vasto e inconmensurable océano de felicidad que vibra afuera.
Y la observó de nuevo, esta vez con una sonrisa de compasión, y cogió su brazo para ayudarla a subir la pequeña ascensión del camino que andaban. Ella le miró en devolución con una mirada de tal dulzura, que por un momento su envejecimiento fue eclipsado por la profunda sensibilidad de sus ojos, así que él pensó para sus adentros: "¿quién sabe si no la amaré todavía un poco después de todo?, pues aunque esté envejecida, sus ojos son inexpresablemente tiernos, y su voz es tan suave como siempre antes lo fue". Y presionó su brazo un poco más y la ayudó tiernamente hasta la cima de la colina.
Cyril Scott: El Iniciado: el viaje en círculo.
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