Ya he comentado en algunos artículos anteriores la influencia que está teniendo el pensamiento budista en Occidente, sobre todo de la mano de Mindfulness, pero también está teniendo cierta aceptación las corrientes no dualistas basadas en el Vedanta. Tanto el budismo como el Vedanta diluyen el concepto de individuo, considerando que en última instancia solo existe una mente luminosa sin contenidos, un vacío lleno de potencialidad, o bien que sólo existe conciencia, respectivamente. Estas son las dos tendencias orientales predominantes en el pensamiento espiritual, no religioso, actualmente con más peso en Occidente. Probablemente sea así debido al rechazo intelectual que se ha producido respecto a las religiones tradicionales, como efecto, ya que en esta visión, en última instancia, no existe ningún sujeto personal, por tanto no puede existir ningún Dios, así como ninguna alma.
Aún así, sabiendo que es nadar contra corriente, he de defender aquí la existencia real de un sujeto personal, más sutil que la personalidad psicológica. Y no lo hago por creencias, sino por experiencias personales, apoyadas en lecturas de textos diversos, muchos de ellos también orientales, en la línea del Yoga.
Diría que la evolución tiende precisamente a engendrar sujetos, o individualidades, cada vez más sutiles. Así, desde la explosión primigenia del "Big Bang" que creó el Universo, se pasó de una especie de "sopa cósmica" de radiación indiferenciada, donde el tiempo y el espacio no tenían todavía un significado, hasta el complicado aspecto actual, con galaxias, estrellas, sistemas solares y planetas, todos ellos entidades físicas definidas, individuales. Después se creó la vida a partir de la materia inanimada, indiferenciada, tenemos pues otro paso hacia una individualidad más definida: cada ser vivo lo es. Más adelante en la historia de la evolución aparece la conciencia, cuando el ser vivo adquiere un sistema nervioso suficientemente evolucionado para ello. La conciencia permite al ser vivo ser un sujeto que observa el exterior, lo separa del medio ambiente a un nivel más sutil, no sólo tiene una forma física diferenciada, también tiene una cognición, todavía muy simple, que lo separa más sutilmente del medio ambiente. Sólo que ese ser todavía no "sabe" que él es algo aparte del medio. Conforme el sistema nervioso evoluciona, aparece la mente individual, con un poder enorme de separación: el ser vivo cataloga todo lo que observa, lo ve todo como objetos separados: un árbol, una nube, otro animal, una presa, etc. Finalmente, llega a apercibirse a sí mismo como separado, con una existencia propia.
Ya en la especie humana, la evolución del sujeto individual prosigue, generando una individualidad cada vez más sutil: el individuo se piensa a sí mismo, llega a ser un concepto, un yo psicológico, una personalidad que habita un cuerpo. Practicando meditación, el sujeto aprende a separar el observador de sus pensamientos, avanzando otro paso en la evolución de la individualidad más y más sutil: ¿qué o quien es ese "observador" más allá de los pensamientos, y de las emociones? Y al llegar aquí es cuando encontramos la negación del individuo que defienden el budismo y la no dualidad Vedanta. Todo el curso de la evolución, de creación de una individualidad más y más sutil, llega a un punto en el que simplemente se pierde la individualidad, así lo afirman. Pero hay otro punto de vista: la individualidad sigue evolucionando, llega a tal sutilidad que puede parecer que no exista, ya que se ha quedado sin atributos, no puedes definirla con conceptos, pues los ha trascendido, pero aún así, existe, es. Sigue habiendo ahí "alguien" que experimenta, que vive los acontecimientos, pero desde un nivel no físico, extraordinariamente sutil. Pero no por ser tan sutil es débil: al contrario, ese sujeto, cuando se realiza, es extraordinariamente estable, no le afecta ningún acontecimiento externo, no depende de nada para ser, no es ningún objeto, ningún concepto, es simplemente un sujeto, es pura subjetividad.
Cuando la persona medita durante largo años, practicando constantemente, pero sólo en la línea de desarrollo de la conciencia en sí, ampliándola, su desarrollo tiende a llevarlo a una no dualidad, a no identificarse a él mismo como un ser con existencia separada, a ver sólo el todo, el Ser total único. Y es lógico que así sea porque somos lo que desarrollamos, y si se trabaja sólo en esta línea, se avanza sólo en ella y no en otras. De la misma forma, si meditamos en la naturaleza última de la mente, y sólo en ese aspecto, podemos llegar al fondo de la mente, que es pura claridad sin objetos, y de ese modo tampoco desarrollamos nuestra conciencia de sujeto.
Pero también podemos trabajar en la línea de buscar, de reflexionar y meditar, sobre el sujeto de todas las experiencias, sobre el punto central de nuestro campo de conciencia. En vez de limitarnos a ampliar nuestra conciencia hasta el infinito, expandiéndola, podemos también profundizarla, llevándola hasta su centro, más allá de pensamientos y conceptos: ¿quién es consciente? Este es el camino de la realización del sujeto último. Y no es incompatible con los otros, sino complementario: podemos, y creo que es lo mejor, trabajar nuestra conciencia tanto en forma expansiva, amplia, y también profundizando, llegando al fondo, a su origen, a ese foco puntual que es nuestra individualidad más profunda. De este modo nuestro desarrollo es completo, y además sigue el curso natural de la evolución, que ya hemos visto que tiende a crear individualidades más y más sutiles. Sabremos entonces que sí, que sólo hay un Ser total, pero que también es cierto que lo vivimos a través de nuestra individualidad, que es el producto de la evolución.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada