Idiomes | Idiomas | Languages

divendres, 2 de juny del 2017

Un cuento breve

Los cuentos son muy útiles para abrir la mente, de forma metafórica, subliminal, a verdades que pueden pasar desapercibidas cuando estamos situados, como es habitual, en nuestro nivel mental analítico. Con este cuento sobre un peregrinaje, intentamos mostrar una búsqueda que mucha gente está realizando toda su vida, muchas veces de forma inconsciente. Al final del artículo, desvelamos la metáfora oculta en el relato.



Hace mucho tiempo, en una generación antigua, en un distante país montañoso, existía la costumbre de peregrinar a lo largo de un camino que recorría todo el país. De trecho en trecho, una vez aquí, otra vez allí, el peregrino iba encontrando fuentes donde saciar la sed, sólo que esas fuentes eran muy irregulares en su obsequiar con la anhelada agua al cansado caminante; sucedía a menudo encontrarse con fuentes de las que sólo podías beber gota a gota, otras eran más generosas, pero el refrescante chorro no solía durar demasiado, pasando de repente a ser un mero goteo o incluso una ausencia total de agua. 

Alto de La Cruz de Fuentes
Rutas de Cantabria
senderismocantabria.wordpress.com

Siendo así, encontrabas peregrinos que, al encontrar una buena fuente, habían dejado de andar, por miedo a no encontrar otra más allá en el camino. Algunas de esas fuentes habían sido generosas en el pasado, pero ahora ya no;  se veía a algunos peregrinos aferrados a esas fuentes que sólo les obsequiaban con un lento goteo, y les veías sedientos, casi deshidratados, aprovechando hasta la última gota de la fuente, y no seguían su camino ya que pensaban "mejor esta escasez que la ausencia total de agua que puedo encontrar si sigo adelante, al menos no muero de sed; además, esta fuente fue generosa conmigo en un pasado no tan lejano, por lo que es posible que algún día el agua vuelva a brotar con fuerza, tal como recuerdo que así fue".

Uno de esos peregrinos, ya con muchos  meses de peregrinaje en sus piernas, había tenido todas esas experiencias en diversas ocasiones: fuentes caudalosas que se habían secado por completo, se había aferrado a fuentes casi secas con vanas esperanzas hasta que se cansó de esperar y siguió su camino, largas caminatas sin encontrar más que fuentes secas, todo eso lo había ya vivido. Y sucedía que llevaba ya muchas horas caminando sin encontrar agua, padeciendo esa sed que había sido casi una constante desde que empezó su peregrinaje, mucho tiempo atrás. Su mente frecuentemente retrocedía en el tiempo, recordando las mejores fuentes que había encontrado en su camino, cada una había sido especial, el sabor del agua era distinto en cada sitio, pero siempre exquisito, tal como sabe el agua fresca al sediento, no hay mejor placer que saciar la sed cuando realmente se padece sed.

Ese peregrino experimentado llegó a otra fuente, y comprobó que sólo manaban algunas gotas intermitentes. Tuvo un momento de desesperación, de rendición y de gran cansancio, pero entonces sus sentidos, aguzados por los largos meses de solitario peregrinaje en las montañas, captaron un murmullo lejano, muy tenue; cerró los ojos y se concentró en él, no fuera que su imaginación le estuviera engañando. Y al concentrarse más en aquel murmullo tan lejano, lo captó más claramente, e incluso su olfato pareció que detectaba el frescor del agua que el viento transportaba, desde algún sitio lejano. De hecho, se dio cuenta de que ya había percibido ese murmullo tiempo atrás, mientras caminaba, pero no le había prestado más atención. Convencido de que estaba notando la presencia de agua, se esforzó en sentir de donde venían las sensaciones, y notó que venían de las montañas, pero no en el trayecto del camino, sino más arriba, hacia las cumbres. Vaciló un momento, pues salirse del camino era entrar en lo desconocido, pero su sed, su anhelo de agua, y sus aguzados sentidos, todo junto, le decidieron a salirse del camino. 

Avanzó pues campo a través, y a medida que avanzaba, el terreno se veía más húmedo, y el murmullo lejano se hacía un poco, pero solo un poco, más audible. Al cabo de un rato el peregrino tuvo miedo de perderse en la montaña, de no encontrar la anhelada agua, y de perecer, así que volvió a su mente la última fuente que había encontrado, y su escaso pero constante goteo, que ahora le parecía más deseable que nunca. Así que presa del miedo dio media vuelta y volvió al camino, y a la paupérrima fuente. Mientras apuraba gota a gota de agua, sintió pena de sí mismo, pensando "pobre de mí, he vuelto a caer en aferrarme a este misérrimo goteo que me permite vivir, pero manteniéndome siempre sediento, y temeroso de no recibir nada si me alejo, buscando saciar mi sed por completo". Y al verse a sí mismo de esa manera, comprendió que no iba a seguir más ese camino, que pasara lo que pasara, su camino iba a ser otro. Y se decidió firmemente a no ceder más por miedo, o por pereza, o por conformismo, o por una falsa esperanza de que las cosas cambiaran y de repente abundara al agua en todas las fuentes de forma permanente. 

Volvió a alejarse del camino, algunos peregrinos lo vieron adentrarse en el bosque, y le llamaron, avisándole de que no se alejara, que se perdería y de buen seguro perecería, pero no les hizo caso, y le tomaron por loco. A medida que se adentraba en el húmedo bosque la sensación de frescor, de humedad, le tonificaba, aunque todavía tenia ansias de beber agua. Y llegó a un remanso donde había una pequeña balsa natural con agua cristalina, a donde sin pensarlo dos veces se lanzó literalmente, bebiendo, refrescándose, experimentando un gozo que nunca había sentido. Tuvo entonces el pensamiento de quedarse allí, de abandonar su caminar; pero él aún era un peregrino, y sus sentidos detectaban el murmullo de una corriente que ahora no estaba tan lejana. Y supo en ese instante que toda la agua de todas las fuentes del camino que había dejado atrás procedía, a través de la tierra, de ese río de montaña del que todavía estaba lejos, pero ya no tanto como antes. Y que esa balsa en la que se bañaba también estaba llena gracias a ese mismo río, que era la fuente de todas las fuentes, sin  limitaciones, constante. Así que con espíritu de peregrino, decidió seguir adelante, hasta llegar al origen de todo el agua, y el final definitivo de toda sed.


En este cuento el agua simboliza el amor, en todas sus manifestaciones, familiar, de pareja, amistad, ideales, ...  Todos somos peregrinos en el camino de la vida, aunque a menudo nos paramos, dejamos de avanzar, por varios motivos, como puede ser el conformismo o el miedo a salir perdiendo, nos quedamos en zonas de confort que frecuentemente son, de hecho,  de bastante poco confort. Las diversas fuentes simbolizan el amor que recibimos del exterior, que es inconstante, variable, dependiendo de las circunstancias;  por este motivo hay tanto conformismo, un cesar de buscar lo realmente valioso, creyendo que es un ideal inalcanzable, nos quedamos al lado de esa fuente, apegados, sin energías para saciar de verdad nuestra sed, o vamos saltando de fuente en fuente, buscando un poco más. Hace falta valor para adentrarse en terreno desconocido, alejarse del camino trillado, para buscar la fuente última, que es el Ser, de donde brota todo amor y todo ser concreto. El Ser se realiza en nuestra mente individual a través de la meditación. Siempre está disponible, sólo hay que ir a buscarlo.



 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada