La meditación no es religión ni creencia
Este es todavía un concepto que muchos mantienen, un prejuicio por el que se cierran a cualquier intento de mostrarles los que realmente es meditar. Es cierto que existe una meditación de tipo espiritual y religioso, pero se trata de una aplicación de la meditación a una faceta del ser humano, no de la meditación en sí. La meditación tiene muchas aplicaciones prácticas, por ejemplo en psicología, en la que se aplica para lograr transformaciones del modo de ser y del carácter de la persona, para adquirir cualidades deseables o para debilitar defectos. También tiene importantes aplicaciones en el ámbito de la salud, no sólo de la salud mental, también de la salud física, siendo útil en el tratamiento del estrés, de la ansiedad crónica, de la depresión, de las contracturas musculares y otras enfermedades psicosomáticas, y en general como medio de aumentar las defensas del cuerpo y el bienestar en general.La meditación, un valioso instrumento para educar la mente
Muy en general podemos decir que meditar es un entrenamiento sistemático, organizado, de la mente para que se transforme en un instrumento más estable, más eficaz. Conseguir transformar la mente tiene unos efectos extraordinarios en la persona, ya que todo lo que hacemos y todo lo que somos es producto de la mente. Tengamos en cuenta de que, cuando decimos mente, nos referimos a toda la mente, a todos sus sectores, no sólo al consciente, también al inconsciente, a sus sectores más profundos. La mente tiene una dimensión inconsciente, vegetativa, que se cuida de coordinar las funciones corporales, y tiene otra dimensión semi-inconsciente que se ocupa de la afectividad, las emociones, las ideas que surgen solas constantemente, la memoria, etc.El funcionamiento habitual de nuestra mente es fragmentado, vivimos con plena consciencia sólo una pequeña fracción de nuestra mente, y eso sólo por cortos intervalos de tiempo. Estamos pues sometidos al funcionamiento automático de nuestra mente profunda, inconsciente. Pero fisiológicamente, el cerebro y el resto del sistema nervioso es uno, no hay partes separadas, al contrario, todo está conectado con todo, así como el sistema nervioso, a través de una intrincada red de nervios, está conectado con todo nuestro cuerpo. No hay fragmentación a nivel físico, la fragmentación existe a nivel funcional. Pero la conexión es potencialmente posible; de ahí el poder de las enfermedades psicosomáticas: una idea negativa, un miedo constante, mantenido a nivel consciente, se va introduciendo en la mente insconciente, se refuerza y se instala, se hace más y más profundo, hasta que llega al nivel vegetativo, y ahí puede producir esttragos, como úlceras de estómago, ahogos (apneas), hipertensión funcional (las pruebas médicas no detectan la causa), problemas de la piel etc etc.
A nivel psíquico, nuestra personalidad, nuestro modo de pensar y de hacer, siempre es mental, tiene un origen mental, unas ideas, creencias o reacciones automáticas de nuestra mente. La naturaleza busca estabilidad, pues la vida es delicada, y a nivel mental la consigna es la misma: hay que construir una personalidad, unas ideas, que nos sirvan para afrontar los retos que se nos presentan con seguridad; si se nos presenta una situación nueva, con la que no podemos reaccionar de forma conocida, sentimos una desorientación, una incertidumbre que no obliga a pensar conscientemente qué hacer, una vez tenemos la idea, la probamos y aprendemos de los resultados. Todo el proceso es mental.
Si vamos más lejos, ya no nuestros modos de hacer, también nuestra forma de vivir los acontecimientos como positivos o negativos, de vivirnos a nosotros mismos, nuestras actitudes, todo eso son ideas que están en nuestra mente, que es la que lo interpreta todo, la que ve las cosas a nuestro modo, la que nos permite aceptar o no las ideas de otros, la que nos abre o cierra a experimentar emociones y sentimientos. Toda idea mantenida en la mente tiende a dirigirnos según lo que expresa esa idea.
Nuestra mente pues tiene un poder enorme sobre nuestras vidas; la posibilidad de modificarla, de transformarla con el fin de vivir mejor, con más satisfacción, con menos preocupaciones, con más plenitud y felicidad, existe, es posible, y una de las formas de hacerlo más efectivas es meditar. Para eso sirve meditar.
Toda meditación presupone un cambio profundo de nuestra mente
Hay numerosas técnicas y métodos para producir cambios en nuestra personalidad, debilitando la ideas negativas y reforzando las positivas, a ello se dedica, por ejemplo, la Psicología Positiva. Cuando estamos haciendo alguna cosa que nos gusta, y disfrutamos plenamente de ella, nos sentimos bien, temporalmente nos olvidamos de todo lo demás, de nuestros problemas y obligaciones, nuestra mente no atiende a lo negativo, está atendiendo a lo positivo, a lo que estamos haciendo. Estas son formas superficiales de transformar la mente, y el trabajo a nivel superficial no resuelve la raíz del problema. ¿Cuál es esta raíz del problema? Tal como hemos apuntado antes, la fragmentación a nivel funcional de la mente, nuestra desconexión con la mayor parte de nosotros mismos, nuestra ignorancia de nuestra propia dimensión total, de nuestra naturaleza real.Hace muchos años leí una novela en la que los protagonistas encontraban a un maestro de Yoga Vidya al cual siguieron; a medida que pasaba el tiempo, la práctica diaria, constante, les cambiaba profundamente, toda idea de negatividad se desvanecía como una sombra ante la luz, les invadía una sensación de dicha constante, incondicional, sin motivo, brotaba de ellos como el agua de una fuente entre las rocas, de amor incondicional a la vida y a todo lo que contenía. Sentí mucha curiosidad, y busqué por un tiempo información sobre ese Yoga, sin éxito. Mucho más tarde, encontré la palabra sánscrita avidya, "defecto en el conocimiento, ignorancia", y entonces supe que vidya significa lo contrario, "conocimiento sin defecto, sabiduría". De eso estamos hablando: vivir a través de sólo un pequeño sector de la mente, desconectado de todo lo demás, es avidya, también relacionado con maya, la ilusión nacida de la ignorancia. Trabajando en profundidad la mente, conectando sus sectores de forma consciente, ver claramente de donde salen nuestras ideas, prejuicios, emociones, visión de la realidad, y dejar de actuar sometido inconscientemente a ellas, como un autómata, ese es el objetivo de toda meditación.
Meditación a nivel superficial psicológico
Claro que no es necesario llegar a una transformación completa, profunda, de nosotros mismos, tampoco es recomendable para todo el mundo: hay que querer hacerlo. De igual modo que no a todo aficionado a correr le convendrá participar en ultramaratones por el desierto, buscando el límite de resistencia del cuerpo, no todo el practicante de meditación le interesará transformar su personalidad de forma radical, a muchos, a la mayoría, les será suficiente con conseguir algunos efectos beneficiosos para la salud y el bienestar. La meditación es también útil para estos fines. Su método es distinto a otros métodos: no busca eliminar defectos, sino aumentar el auto-conocimiento; no busca alcanzar algún ideal de personalidad, satisfacer pensamientos como "me gustaría ser de este modo", pues eso es sólo una idea más de la mente, un modo de ver, sino que busca ampliar nuestra visión, abrir nuestra mente a otras formas de ver, y desde ahí, lo que antes nos parecía importante, con la nueva perspectiva, pasa a ser de poca importancia, ya no nos preocupa, nos preocupamos menos, y sólo por esto ya vale la pena el esfuerzo de meditar. Tenemos otra forma de ver la vida, más amplia, más inclusiva e integrada, y esto de por sí sólo ya resuelve muchos problemas.La actitud y su educación a través de la meditación
Todos hemos ido adquiriendo unas actitudes, unos hábitos de vida, que se han instalado en nosotros de forma bastante inconsciente, a menudo son actitudes de verlo todo como problemas que tenemos que resolver, como retos que se nos presentan uno detrás de otro. La actitud es un modo que ser ha hecho habitual en nosotros de afrontar una situación, y como es habitual, es un condicionamiento, una limitación, nos condiciona. Pero puede cultivarse, educarse, aunque quizá nadie nos lo haya dicho antes, y puede hacerse a voluntad. Habitualmente cambiamos de actitud cuando algún factor externo nos induce a ello: encontrar a una persona que nos hace ver las cosas de otro modo, o leer un libro y ver alguna idea que tomamos como correcta, o sucede algo inesperado que nos hace replantearnos nuestra visión; dependemos de ese algo externo.La meditación puede cambiar nuestra actitud, haciéndola más positiva, independientemente de cualquier factor externo, y puede hacerlo porque trabaja directamente sobre la mente, transformándola. Aprovecha el hecho que la actitud, unas ideas fijas sobre una situación concreta, puede cambiar por la voluntad sin ayuda de ningún factor externo. Y esta afirmación, que puede creerse o no, se descubre como cierta por uno mismo a través de la práctica de la meditación, se ve que es así, claramente, y a partir de ese conocimiento, la mente puede empezar a regular su propia actitud, se hace consciente lo inconsciente, voluntario lo involuntario, dirigido lo que antes era automático. Es importante señalar que no se trata de ninguna sugestión, ni reprogramación de la mente, al contrario, es un descubrimiento del funcionamiento de uno mismo, y una desprogramación de hábitos automáticos. Ese es el camino que sigue el meditador.
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