Los seres vivos se desarrollan de forma programada
Una semilla es, puede ser, potencialmente, un árbol; tiene esa posibilidad de desarrollo, siempre que se rodee de un medio ambiente adecuado, que le provea de lo necesario. Si se da el caso, el proceso es automático, no es necesario que nadie lo vigile, las instrucciones de desarrollo del árbol están inscritas en los genes de la semilla, unas instrucciones extremadamente precisas y complejas, ya que un árbol, como todo ser vivo, es un sistema realmente complicado. La semilla contiene mucha información precisa y compleja, podemos decir que ahí hay una inteligencia actuando, la de la Naturaleza.El desarrollo de un ser humano es muy parecido al del árbol, en vez de semillla tenemos un embrión, que se desarrolla de una forma también programada. Además del cuerpo físico, se desarrolla también de forma automática, empezando desde el nacimiento, una personalidad; el cerebro interactúa con el mundo, especialmente con la sociedad en la que la persona vive, y se va ajustando a él. A través de esa personalidad la persona interactúa con su entorno. Es importante notar que la adquisición de la personalidad es también un proceso programado: no decidimos tener una, se nos da de forma prefijada. Claro que sí es cierto que hemos desarrollado técnicas de mejora y ajuste de la personalidad, pero su existencia viene predefinida.
La personalidad también se genera automáticamente
Este automatismo de la Naturaleza nos conduce prácticamente al 100% toda nuestra vida; incluso aunque creamos que tomamos decisiones constantemente de forma autónoma, independiente, tanto las tradiciones espirituales como la ciencia nos dicen que eso es una ilusión, en realidad, lo que pensamos y lo que decidimos está condicionado a procesos cerebrales automáticos casi totalmente. Si pensamos que somos lo que hacemos, debemos saber que en un grado muy elevado somos como autómatas, con reacciones programadas que residen en el inconsciente. No nos extenderemos más sobre este punto, si el lector tiene interés, hay mucha información en la red, también libros divulgativos sobre neurociencia, que lo explican en detalle.Entonces, ¿somos autómatas biológicos? Bien, hay un factor distintivo, misterioso, que sigue siendo un desafío para la ciencia en este siglo XXI: la conciencia. Como función cerebral no se la entiende bien todavía. Hay además diversos niveles de conciencia, y hasta cierto punto esos niveles son independientes de la actividad cerebral, hecho que confunde a los investigadores científicos que pretenden explicarlo todo a través de las funciones cerebrales. Exploremos brevemente estos estados o niveles de conciencia.
Conciencia de ser alguien
La conciencia parece ser un aspecto de la mente que nos da acceso a un conocimiento directo, a una vivencia intensa, de aquello que somos conscientes cobra una realidad vívida para nosotros. Hay también mucha información sobre la conciencia, en este mismo blog se encontraran artículos, pero no es nuestra intención aquí insistir en la naturaleza de la conciencia, lo que nos interesa es el aspecto evolutivo, su papel en la evolución. En los animales superiores ya hay una conciencia a nivel sensorial, también de auto-percepción corporal. En las personas además hay una auto-conciencia de ser alguien, un individuo, separado del resto. La aparición de esta auto-conciencia es también programada, no escogemos en un momento dado ser alguien, se despierta en nosotros esa conciencia de forma automática. Está totalmente conectada con la personalidad. En la mayoría de nosotros, sentimos, creemos que somos nuestra personalidad. De hecho nuestra conciencia de ser alguien está fragmentada: en parte nos creemos nuestro cuerpo, en parte nuestras emociones y reacciones, en parte nuestras ideas, creencias y memorias de hechos pasados. La proporción de cada fragmento es variable según la persona, y varia con la edad.Evolución de la conciencia de ser
Hay numerosos testimonios, de épocas y lugares distantes, que atestiguan haber experimentado estados de conciencia de ser independientes de todo lo anterior, estados de una gran lucidez, muy vívidos, que se experimentan como muy reales, en los que la persona no está identificada con nada en particular, ni siquiera con su personalidad o pensamientos; de hecho son estados de pura conciencia, de pura lucidez, sin pensamientos. En esos estados se experimenta, por fin, libertad, en el sentido de no estar condicionado por reacciones cerebrales automáticas, se deja de ser un autómata biológico, se es libre de actuar o no, de pensar o no. A partir de aquí, comento mi propia experiencia en estos estados, lo que voy a decir no es literatura, no es un extracto de cosas leídas o oídas, sino experiencia personal.La conciencia pura de ser aparece al principio como en ráfagas, tienes momentos de gran lucidez sin pensamiento, de simple y pura presencia; suelen durar unos segundos, y la mente vuelve a ponerse en marcha, volviendo al estado de conciencia habitual, semi-automático. Estos flashes le ocurren, creo, a todo el mundo, al menos algunas veces, pero siendo tan breves la tendencia es a no prestarles la atención que sin duda merecen. Recuerdo haber tenido algunos cuando era niño, momentos de una gran presencia, que no he olvidado jamás, siendo tan intensos. Cuando decides entrenarte para vivirlos más y mejor, vas consiguiendo, con el tiempo, que aparezcan cada día durante el período de tiempo que dedicas a meditar; es necesario entonces estar muy atento y darles a esos momentos toda la importancia que tienen. Con ello, se van haciendo más largos, pasas de sólo unos segundos a quince, veinte segundos de conciencia pura, y sólo eso ya es transformante, ya empiezas a notar un sutil cambio en ti mismo que se expande a todo el resto del día. Con los años, empiezas a vivir ese estado sin estar meditando, sin buscarlo, te viene durante el día, experimentando una paz extraordinaria, y empiezas a darte cuenta que, sin pensar en nada en concreto, sin opinar ni juzgar constantemente, sin identificarte con nada, te sientes ser alguien, de hecho, la sensación de ser alguien es más nítida que nunca, es independiente de todo, nada exterior le afecta. Y al mismo tiempo, no eres nada en concreto. Es un proceso de desarrollo, progresivo. Es lo que se conoce por auto-realización, iluminación, realización del ser, etc, aunque los nombres no son importantes, la experiencia sí lo es.
Meditando en ello, en esa conciencia profunda de ser que se va reforzando, que se va despertando, he tenido la intuición de que es un paso más en la evolución del ser humano, es la siguiente fase a la que todos estamos avanzando, cada uno a su paso, a su propio ritmo.
De forma parecida a como la semilla se desarrolla automáticamente cuando está en contacto, rodeada, del medio ambiente propicio, que la nutre, la conciencia pura de ser está en forma latente en nosotros, y brota, se desarrolla automáticamente cuando le procuramos sustento, cuando le prestamos atención, eso es lo que necesita para crecer, nuestra atención.
Siendo un poco poéticos, la semilla se desarrolla en el campo, sumergida en la tierra, rodeada por ella, siempre que esa tierra sea fértil, y se den las condiciones adecuadas, humedad, luz solar, temperatura, etc; la conciencia de ser se desarrolla en la mente, sumergida en el fondo de la mente, siempre que esa mente sea fértil, y se den las condiciones adecuadas. Una mente fértil para el cultivo de la conciencia de ser es calmada, centrada, atenta, que junto con el Sol de nuestra atención y voluntad de auto-conocimiento y auto-desarrollo, hacen brotar una conciencia transformante, de libertad, de ser, y no hay en ello nada de mágico, de sobrenatural, es natural, tan natural como el árbol que brota de la semilla.
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