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dilluns, 2 d’abril del 2018

La teoria del fluir (flow): similitudes con mindfulness.

La teoria de la personalidad en flujo con la acción y con la vida (flow) fué desarrollada por Mihaly Csikszentmihalyi (no intenteis pronunciarlo, puede ocasionaros parálisi de lengua) en las últimas décadas del siglo XX, coincidiendo en el tiempo con los principios del mindfulness de Jon Kabat-Zinn. Mientras que mindfulness ha tenido un éxito y un desarrollo práctico espectaculares, la teoria del flujo ha quedado como eso, como una teoria sin demasiada aplicación práctica. No obstante, creo que tienen elementos importantes en común; reconocer los puede ser un primer paso para idear técnicas mejoradas de mindfulness-fluir con la acción. En este artículo divulgativo realizamos un primer acercamiento.

Encontrar la felicidad en la acción

Nuestro vivir es el resultado de muchas interacciones con el medio; muchas de ellas escapan a nuestro control, y reaccionamos a ellas lo mejor que podemos. Y la percepción que tenemos tanto de las circunstancias como de nuestras reacciones conforman el contenido de nuestra conciencia. Se creía que la felicidad se alcanzaba consiguiendo cosas externas, los famosos "salud, dinero y amor", pero desde las últimas décadas del siglo XX esa idea cambió, y se pasó a considerar los contenidos de la conciencia en más detalle. 
Las personas que saben controlar su experiencia interna son capaces de determinar la calidad de sus vidas, eso es lo más cerca que podemos estar de ser felices. 
Eso no significa que buscar conscientemente la felicidad sea la clave, no hay que buscarla por la via directa, sino que llega como efecto secundario de un cierto entrenamiento de la conciencia.

Pregúntese a sí mismo si es feliz, y dejará de serlo.
- John Stuart Mill -
Lo que se necesita es 1º) entender como funciona nuestra conciencia, para después 2º) poder controlar sus contenidos, que en sí son información; cuando esta información está altamente organizada y ordenada, y además la utilizamos activamente para conseguir unos objetivos realistas, o para superar un reto, entonces tenemos el control activo de nuestra conciencia y de nuestra experiencia, que pasa a ser una experiencia óptima, y si realmente nos involucramos totalmente en ella, llegaremos a experimentar el denominado estado de flujo: fluimos en nuestra actividad. 

Actividades placenteras y actividades que disfrutamos

El placer es una sensación de satisfacción que experimentamos cuando las necesidades del cuerpo son cumplimentadas, o bien cuando un deseo es conseguido; descansar, comer, tener sexo, son ejemplos de actividades que pueden proporcionar placeres. Una vez la actividad placentera se acaba, se termina también su efecto, la estructura de la conciencia no cambia, seguimos siendo los mismos. En cambio una actividad con la que disfrutamos pertenece a una categoría distinta: el disfrute exige una atención a lo que estamos haciendo más intensa de lo habitual, y la actividad que disfrutamos puede además ser más o menos placentera, eso es secundario. Podemos disfrutar de una conversación interesante, de la lectura de un libro, o de enfrentarnos a un reto que nos exige activar toda nuestra capacidad, son actividades que nos exigen atención. 

La vida hay que disfrutarla, no es suficiente con sólo experimentar placer de vez en cuando para tener una vida plena; el placer es una fuente de experiencias positivas, pero no nos llena lo suficiente (volveremos a este punto en el siguiente apartado); por ello, lo que necesitamos es aprender a encontrar disfrute en lo que hacemos cada día, consiguiendo entonces, literalmente, disfrutar de la vida. 

Orden versus desorden en la conciencia y en la personalidad

Cuando la información que recibimos entra en conflicto con nuestras metas y deseos pueden surgir emociones negativas que captan nuestra atención, y nuestra conciencia "se llena" de negatividad, desorganizando la personalidad, que es un sistema complejo en un equilibrio delicado, un tipo de equlibrio común a todos los sistemas vivos denominado equilibrio homeostático. La conciencia absorta en emociones negativas, en información que contradice lo que deseamos, rompe ese equilibrio. Se hace necesario recuperarlo, y hay diversas estrategias para ello, estrategias de afronamiento de las dificultades, que van desde de hecho no afrontarlo, sino inhibirse, cerrarse a la experiencia, hasta en el otro extremo convertir la dificultad en una oportunidad de crecimiento personal; en este último caso la personalidad sale reforzada, el sistema biológico se vuelve más capaz, como cuando el sistema inmunológico aprende a rechazar un virus: la persona se vuelve más capaz, y su personalidad, más compleja, más madura y evolucionada. Otras formas de afrontamiento y de recuperación del equilibrio es recurrir a las experiencias homeostáticas, reconstituyentes de la estabilidad física y psíquica como dormir bien, tener una buena comida, u otras experiencias gratificantes; estas estrategia no obstante no nos hacen crecer, ayudan a recuperarse, pero seguimos siendo los mismos, incluso puede ser que renunciemos a madurar y nos conformemos con que el placer superficial, siempre temporal, sea la única fuente de satisfacción y equilibrio en nuestras vidas.

Poner atención plena en la acción como medio de reorganizar la conciencia

Cuando nos involucramos totalmente en lo que estamos haciendo, toda la atención está en la acción, y es retirada de nuestros pensamientos; como consecuencia, nos fundimos con la acción, dejamos de ser conscientes de ser seres separados de la acción que llevamos a cabo. En la teoria del flujo, para que esto sea efectivo se supone que la acción debe de cumplir algunos requisitos, como por ejemplo ser lo suficintemente compleja para exigir nuestra atención;  en cambio en mindfulness la persona se entrena en prestar atención incluso a activitades triviales, como pasear o lavar los platos. El flujo busca la acción absorbente de por sí que tiene una meta definida, como la del jugador de ajedrez, o la del pintor, mientras que mindfulness busca ser capaz de involucrar la atención a voluntad en la acción escogida sin más.

El elemento común en los dos sistemas, el flujo y muindfulness, es esta atención apartada de los pensamientos personales, la fusión de la conciencia con la acción. Tal conciencia enfocada no atiende a frustraciones personales, a deseos insatisfechos, a emociones negativas, no está por todo eso, nos olvidamos de pensar en nosotros mismos, y paradójicamente nos permite expandir nuestra personalidad, trascender sus límites: seguimos siendo alguien que está haciendo algo con plena conciencia, sin necesidad de estar pensando en nosotros todo el tiempo. 

Salir reforzado de las situaciones difíciles

En un estudio efectuado con personas que sobrevivieron a condiciones extremadamente duras, como prisioneros en campos de concentración, se identificó una condición psicológica común: sus egos parecian estar ausentes, en el sentido de que no se veian como seres en un entorno hostil con el que se enfrentaban, más bien intentaban encontrar una forma de armonizarse con ese entorno, de funcionar todo lo bien que pudieran en él. Esta actitud en la teoria del flujo es parte fundamental, como ya se ha comentado, y en mindfulness está relacionado también con una de sus características básicas: la aceptación de lo que está sucediendo; en efecto, la no aceptación implica un luchar contra ello, y eso impide fluir con ello, mientras que la aceptación es requisito para integrarte en lo que sucede, y desde ahí, hacer todo lo posible para funcionar bien a pesar de las dificultades. El concepto de aceptación de mindfulness es frecuentemente mal entendido para los principiantes, es posible que la presentación que se hace en la teoria del flujo sea más conveniente.

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