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divendres, 13 de juliol del 2018

Aprender a bucear en el profundo lago de la mente

El misticismo clásico compara la mente con un lago situado en un lugar donde continuamente sopla el viento de los estímulos emocionales: la ira, el miedo, la codicia, la obstinación, ... siempre está actuando uno u otro, y la superficie del agua nunca está en calma, al contrario, siempre está agitada; como mucho, en algunos instantes sólo está rizada por vientos sutiles, pero en otros hay verdaderas tempestades.

La meditación, complementada con la decisión de llevar un cierto tipo de vida centrado, apacible, agradable, es capaz de detener esos vientos emocionales hasta dejar la superficie del lago totalmente plana, hasta que ni una onda la perturbe.  La mente se vuelve cristalina, y a través de ella se percibe el fondo: la base en la que se sustenta nuestra personalidad.  Y es una base sorprendentemente estable, agradable, benéfica, llena de energía positiva, de vida. El misticismo cristiano la llama el Cristo en nuestro interior, el hinduismo le llama Atman, o el Ser. Más allá del nombre dado, sólo es posible entender de qué estamos hablando por experiencia propia, viviéndolo en primera persona.

La imagen del lago no obstante es valiosa como metáfora de lo que nos vamos a encontrar. En la superficie nuestra conciencia es la habitual, fijada en los objetos externos, siempre sujetos a cambios; desde ahí lo vemos todo como separado: tenemos diferente aspecto, edad, patrones de comportamiento, diferentes ambiciones. La mayoría de nosotros no vemos más allá de este nivel superficial debido a la constante agitación de la superficie. En este estado es todo un reto estar conectado con otras personas, ya que toda nuestra atención está absorbida en las cosas que nos hacen parecer distantes, separados de ellos, y únicos.  

Si nos sumergimos en el lago de nuestra mente, justo por debajo de la superficie, los vientos exteriores nos afectan mucho menos y ganamos en claridad; es un nivel bastante desconocido en el cual empieza a disiparse la visión de separación. Como más profundizamos, más vemos las diferencias con los demás como algo superficial, y en cambio vemos las semejanzas, y nos damos cuenta de que todos somos iguales en un 99% de nuestro ser. A medida que aprendemos a bucear más profundo en la mente, captamos la sensación de unidad de la vida, de ser uno con el todo. Esta percepción es profundamente transformante, ya no tiene sentido sentirse solo, sentirse aislado, la vida cobra sentido, no es necesario marcarse metas ambiciosas para sentirse realizado, eres vida, ya estas realizado, completo.  Te vuelves sostenible: no necesitas nada para sentirte bien, completo; comprar muchas cosas, viajar  mucho, ganar mucho dinero, hacer muchas actividades, no parar en todo el día para sentirte ser, todo eso se ve como superficial e innecesario, ya estás bien siempre, ya eres completo.

Las personas a menudo nos proponemos dominar alguna habilidad, y le dedicamos muchas horas, en busca de la satisfacción personal de estar dedicado a algo en lo que quieres desenvolverte bien, y conseguirlo, y ello nos da una cierta sensación de realización personal.  Hay quien dedica horas cada día en el gimnasio, buscando tener un cuerpo escultural, o tener una gran  resistencia sobre la bicicleta, hay quien entrena para correr maratones, otros están horas jugando en Internet escalando ránquings, buscando estar lo más arriba en las listas. Esas actividades son muy exigentes: si las dejamos a un lado por unas semanas, perdemos rápidamente todo lo conseguido en meses y meses de esfuerzo. Y en todo caso con la edad también se pierden facultades y tu nivel descenderá irremediablemente. 

En cambio, con ese nivel de esfuerzo dedicado a aprender a calmar la mente y bucear en sus profundidades, cualquiera puede experimentar por sí mismo la unidad de la vida y de la existencia,  que es la auténtica realización de la persona, que hace superficial e innecesaria cualquier otra pseudo-realización. Es un logro perenne, nunca se pierde, incluso dejando de practicar por un tiempo, lo que has conseguido es tuyo, no se va, y se mantiene a cualquier edad.

La Psicología ha estudiado la mente desde una perspectiva científica, pero ¿hasta que punto podemos entender la mente con métodos científicos? Mientras nos identifiquemos a nosotros mismos con la mente no podemos ser objetivos con ella; creemos que debemos obedecer a su continuo movimiento, y lo único que podemos hacer es tener un buen bote (que vendría a ser la personalidad) para remar en esa superficie, y no naufragar cuando llega la tormenta emocional. 

Pero la meditación nos da otro punto de vista: vemos claramente que nosotros no somos la mente. La mente es un mundo interior, un mundo en el que podemos aprender a movernos. Nuestra mente individual es como un pequeño remanso en ese gran lago, y podemos cuidar de que esté calmo, transparente. Y podemos sumergirnos en el lago y ver sus profundidades, por debajo de las adversidades superficiales. Esta es una habilidad potencial de todos nosotros, está al alcance de todos. 
Bucea profundamente en el Océano de la Belleza de Dios, si desciendes lo bastante profundo, allí encontrarás las gemas del Amor ... Sri Ramakrishna


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