Antes de nada, decir que en este artículo, entendemos por "energía" la capacidad potencial de generar una acción, de movilizar, de crear. Sin energía nada se mueve, nada puede hacerse, y nada puede existir. Hablaremos del amor desde un punto de vista "técnico", como una energía que nos mueve a relacionarnos con el mundo, analizando cómo lo expresamos las personas. Para ello, definimos tres niveles de expresión, dependiendo del nivel de auto-conciencia de la persona. Este tratamiento analítico es muy importante, pues las personas somos seres mentales, y necesitamos entender qué nos pasa y porqué, más aún en un tema tan importante como el amor. Reflexionar en lo que se expone a continuación, puede elevar nuestra visión de los que somos, y hacernos más felices a nosotros y a nuestro entorno.
Nivel 1. Afectividad y sexualidad habituales
Habitualmente cuando hablamos del amor, nos referimos a su aspecto afectivo. que es cuando sentimos atracción por algo o alguien que vemos como deseable, como bueno o hermoso, o que simplemente despierta en nosotros el deseo de cuidarlo, de tenerlo cerca, de estar por él, despierta de alguna nuestra bondad activa, queremos hacer cosas buenas por él. Este seria el aspecto "dar" del afecto, también está el aspecto "recibir", por el cual esperamos recibir afecto de "quien debería tenernos afecto", por ejemplo nuestros padres, familia, pareja, amigos. A menudo se mezcla el identificar el amor no sólo con este aspecto afecto, sino también, en mayor o menor grado, con el aspecto sexual, biológico. Tenemos aquí toda la variedad de casos típica de la humanidad: desde personas cerradas a su afectividad que prácticamente sólo viven el amor a través del sexo y nada más, pasando por otras que lo balancean en más o menos, hasta personas cerradas al sexo que quieren vivir el amor principalmente en su faceta afectiva, bondadosa. Entre estos extremos se mueve actualmente la mayor parte de la humanidad (escrito a principios de siglo XXI, para conocimiento del que lo lea mucho tiempo después, si es que estos textos sobreviven).
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Nivel básico: el amor se expresa como afecto-sexo hacia otras personas |
Incluso una persona determinada no siempre está fija en una posición concreta de esta escala afectividad-sexualidad, sino que se mueve entre esos dos extremos dependiendo de la otra persona con la que se relacione y de las circunstancias.
Vemos que el amor en esta manifestación habitual es siempre dual: nosotros y el objeto amado, damos y recibimos afecto y/o sexo. Es siempre relativo a un objeto, nos relacionamos con algo externo a través del amor. Si no tenemos ese objeto al que amar, no podemos amar a nada; el objeto puede ser cualquiera, incluso un trabajo o un club de fútbol. Por ello, podemos verlo como una energía que nos hace relacionarnos con el mundo, pero no es una relación intelectual, fría, sino emocional, transformadora, enérgica.
Nivel 2. Vivir directamente nuestra afectividad personal
Algunas personas desarrollan la consciencia de su propia afectividad, se dan cuenta claramente de que su afectividad hacia cualquier objeto externo es su afectividad, surge de ellas mismas. Al darse cuenta de ello claramente, hasta cierto punto se independizan de los objetos externos de afectividad. Este es un cambio de perspectiva importante: la persona vive de modo directo su afectividad, independientemente de si se dirige a tal objeto o a tal otro. Cuando no se es auto-consciente de la propia afectividad, la persona es dependiente del exterior: si la persona amada no nos corresponde, sufrimos, o si no podemos dar afecto a quien queremos, también sufrimos. Incluso siendo correspondidos, si no lo somos en la medida deseada, o en la forma deseada, también sufrimos.
Se dice que el amor es la energía primordial del Universo (“Dios es amor” -1 Juan 4:8-); cuando esa energía queda parcialmente atrapada en nosotros, no puede circular y vivificarnos, sufrimos. Siempre es nuestra mente la que actúa abriendo o cerrando el flujo del amor, decidiendo si en tal situación, con tal persona, deberíamos ser amados o deberíamos dar amor, y en que forma y medida. Pero nuestra mente tiene la capacidad de percibir claramente el origen de nuestra afectividad, y es de nosotros mismos, de nuestra interioridad; es entonces cuando nos volvemos capaces de relajar ese control de la mente, de soltar ... y nos volvemos capaces de vivir nuestra afectividad directamente, con cierta independencia del exterior.
Se dice que el amor es la energía primordial del Universo (“Dios es amor” -1 Juan 4:8-); cuando esa energía queda parcialmente atrapada en nosotros, no puede circular y vivificarnos, sufrimos. Siempre es nuestra mente la que actúa abriendo o cerrando el flujo del amor, decidiendo si en tal situación, con tal persona, deberíamos ser amados o deberíamos dar amor, y en que forma y medida. Pero nuestra mente tiene la capacidad de percibir claramente el origen de nuestra afectividad, y es de nosotros mismos, de nuestra interioridad; es entonces cuando nos volvemos capaces de relajar ese control de la mente, de soltar ... y nos volvemos capaces de vivir nuestra afectividad directamente, con cierta independencia del exterior.
Afectividad y ego
Hay personas que llegan a este conocimiento buscando protección de las decepciones que han tenido con el amor, del dolor que han soportado, o de la incertidumbre inherente a depender de objetos externos que pueden fallarnos; esas personas son lo suficientemente conscientes e inteligentes para analizar la situación de relación que ha salido mal, y son capaces de irse hacia su propia afectividad interior, para vivirla directamente, sin depender de nadie, soltando ataduras externas. Por ello, tienen más facilidad para "querer y dejar de querer, o dejar ir" a los demás; en el aspecto sexual, pueden ser más promiscuas sin sentirse superficiales por ello, al contrario, están viviendo su propia sexualidad más intensamente. Ya no sufren si el objeto exterior desparece o deja de ser "adecuado", y esto es claramente una ventaja... para ellas, porque para los demás, si todavía están en el nivel anterior de dependencia, pueden ir sembrando dolor a su paso, al romper relaciones con suma facilidad. Además, al tener más conciencia y conocimiento, ven a la otra persona que sufre de desamor como alguien perdido en la ignorancia, como alguien que vive erróneamente el amor, y no se compadecen en absoluto, piensan "ya se le pasará, y quizás aprenda algo de esto".
Vemos que no todo son ventajas en esta forma más interior de vivir el amor: puede ser que estas personas utilicen a los demás como instrumentos para vivir intensamente su afectividad y sexualidad, o sea, que los utilizan para su gozo personal. También suele suceder que estas personas no se entreguen a sí mismas en la relación amorosa: pueden dar mucho afecto, pero interiormente guardan una "distancia de seguridad"; en realidad, hay un miedo actuando, el miedo a entregarse totalmente y a ser dañado en consecuencia, y de ahí el querer conservar una independencia: te doy mi afecto, si, pero no a mí mismo. Esto es típico del ego, que siempre está a la defensiva, a veces de formas muy sutiles.
Aquí de nuevo tenemos toda la gama de posibilidades humanas: personas muy afectivas con todo el mundo pero más cerradas en su aspecto sexual debido a sus ideologías (recordemos que la mente actúa como un "grifo" del amor, abriendo o cerrando su flujo), o bien usando a los demás como meros objetos sexuales si es que su ideología le indica que eso es lo correcto. Se puede caer en esta visión egoísta del otro como mero instrumento para vivir la propia sexualidad. También algunos "seguidores informales" del Budismo creen que al obrar así están siguiendo la doctrina del "no apego", una de las vías del Budismo para liberarse del sufrimiento, aunque lo tienen mal entendido, no es eso, es un concepto más profundo, en este blog hay varios artículos sobre el amor y el apego, por ejemplo: sobre el amor y el apego.
Hay personas que llegan a este conocimiento buscando protección de las decepciones que han tenido con el amor, del dolor que han soportado, o de la incertidumbre inherente a depender de objetos externos que pueden fallarnos; esas personas son lo suficientemente conscientes e inteligentes para analizar la situación de relación que ha salido mal, y son capaces de irse hacia su propia afectividad interior, para vivirla directamente, sin depender de nadie, soltando ataduras externas. Por ello, tienen más facilidad para "querer y dejar de querer, o dejar ir" a los demás; en el aspecto sexual, pueden ser más promiscuas sin sentirse superficiales por ello, al contrario, están viviendo su propia sexualidad más intensamente. Ya no sufren si el objeto exterior desparece o deja de ser "adecuado", y esto es claramente una ventaja... para ellas, porque para los demás, si todavía están en el nivel anterior de dependencia, pueden ir sembrando dolor a su paso, al romper relaciones con suma facilidad. Además, al tener más conciencia y conocimiento, ven a la otra persona que sufre de desamor como alguien perdido en la ignorancia, como alguien que vive erróneamente el amor, y no se compadecen en absoluto, piensan "ya se le pasará, y quizás aprenda algo de esto".
Vemos que no todo son ventajas en esta forma más interior de vivir el amor: puede ser que estas personas utilicen a los demás como instrumentos para vivir intensamente su afectividad y sexualidad, o sea, que los utilizan para su gozo personal. También suele suceder que estas personas no se entreguen a sí mismas en la relación amorosa: pueden dar mucho afecto, pero interiormente guardan una "distancia de seguridad"; en realidad, hay un miedo actuando, el miedo a entregarse totalmente y a ser dañado en consecuencia, y de ahí el querer conservar una independencia: te doy mi afecto, si, pero no a mí mismo. Esto es típico del ego, que siempre está a la defensiva, a veces de formas muy sutiles.
Aquí de nuevo tenemos toda la gama de posibilidades humanas: personas muy afectivas con todo el mundo pero más cerradas en su aspecto sexual debido a sus ideologías (recordemos que la mente actúa como un "grifo" del amor, abriendo o cerrando su flujo), o bien usando a los demás como meros objetos sexuales si es que su ideología le indica que eso es lo correcto. Se puede caer en esta visión egoísta del otro como mero instrumento para vivir la propia sexualidad. También algunos "seguidores informales" del Budismo creen que al obrar así están siguiendo la doctrina del "no apego", una de las vías del Budismo para liberarse del sufrimiento, aunque lo tienen mal entendido, no es eso, es un concepto más profundo, en este blog hay varios artículos sobre el amor y el apego, por ejemplo: sobre el amor y el apego.
Esta utilización de los demás para vivir la propia afectividad sucede debido a que la persona vive el amor de forma egocentrada. Tanto en el nivel 1 como en el nivel 2 la relación amorosa está supeditada a la conveniencia personal; esto puede ser sutil, siendo necesario estar muy auto-consciente para detectarlo: puede ser que una persona esté siendo afectuosa con otras no como expresión natural de su ser, sino como medio de sentir esa afectividad en su interior, de disfrutar ella del dar afecto, y del recibir afecto a cambio.
Al vivir la afectividad directamente, podemos expresarla en cualquier situación, en cualquier momento; tenemos la libertad absoluta de vivirla siempre, de experimentar estados afectivos positivos de forma continuada, de hecho, son parte integrante de nosotros mismos, no necesitamos desearlos ni provocarlos, los somos. Se vive directamente un estado de felicidad como algo muy real. Y se establecen relaciones afectivas que se viven desde esa profundidad, como una expresión gozosa de nuestro ser. Puede entregarse totalmente, sabiendo que nunca va a salir dañado, pues al haber soltado toda expectativa de ser correspondido, de dar y también de recibir a cambio, no tiene nada que perder. Sólo se puede amar así cuando se vive más o menos centrado en el Ser, cuando el ego personal está muy debilitado, y todas las protecciones del ego se han soltado por innecesarias. Es en este nivel que podemos escribir la palabra Amor con mayúsculas, pues es cuando realmente lo somos y lo expresamos, sin filtros ni barreras. Este es el amor incondicional, o sea, el que se expresa sin condiciones, y también es el amor sin apego del Budismo, pues das sin atarte, que no es lo mismo que dar sin entregarte: ahora puedes entregarte totalmente sin atarte.
La persona puede llegar a experimentar este estado cuando se da cuenta de que en el nivel anterior, el de disfrutar directamente de los estados afectivos, hay egoísmo, hay una utilización de los demás para provocar esos estados, y por tanto es un amor imperfecto, tanto si lo ha visto en sí mismo, como si lo ha visto en otros.
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Interiorización: el afecto se vive en sí mismo, con cierta independencia de los objetos externos |
Nivel 3. Vivir la esencia de la afectividad
La persona puede profundizar más su auto-conciencia en el aspecto afectivo, buscando conectar con la esencia de su afectividad. Así como en el nivel anterior se vivían los estados de afectividad personal, más o menos independientemente de los objetos externos, en este nivel se vive la afectividad en sí, impersonal, trascendiendo totalmente la dualidad sujeto-objeto. En el nivel básico se depende del exterior, en el nivel siguiente, se depende de los estados afectivos interiores, se disfruta del hecho de amar, y por ello la persona no se entrega, es un gozo personal, una especie de sensualidad amorosa, de estar enamorado de la emoción del amor. Cuando vivimos la esencia misma de la afectividad, soltamos todo, incluso esos estados afectivos personales, que se trascienden, al igual que se suelta el ego, aquel que desea vivir la afectividad pero tiene miedo a ser dañado si se abre demasiado y se entrega.![]() |
Afectividad unificada, no hay dependencia alguna |
La persona puede llegar a experimentar este estado cuando se da cuenta de que en el nivel anterior, el de disfrutar directamente de los estados afectivos, hay egoísmo, hay una utilización de los demás para provocar esos estados, y por tanto es un amor imperfecto, tanto si lo ha visto en sí mismo, como si lo ha visto en otros.
Amor-energía-consciencia
El amor es una energía de relación, y para manifestarse necesita medios, nosotros somos el medio. La forma de manifestación concreta depende de nuestra mente y de nuestro nivel de conciencia; si estamos muy condicionados por la mente, por sus ideas fijas de "cómo deberían ser las cosas", nuestra expresión del amor estará igualmente condicionada. Sólo cuando relajamos nuestros controles, ideologías, miedos, y conectamos nuestra mente con nuestro ser interior, el amor-energía puede expresarse entonces a través nuestro de forma limpia, directa, tal como es en esencia. Es ese amor que es capaz de cumplir fácilmente e incluso superar la definición de San Pablo, que de otra forma nos parece inalcanzable, sólo reservada a personas santas:
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. San Pablo. Primera Carta a los Corintios.
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