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divendres, 11 d’agost del 2023

Saber por experiencia directa

Conciencia, percepción, conocimiento y conciencia plena

He estado releyendo uno de los libros de Antonio Blay, que fue un investigador pionero de la naturaleza humana y de su potencial interior poco conocido en su momento, concretamente su "Despertar y sendero de realización", del año 1978, y he encontrado pasajes muy reveladores sobre conceptos relacionados con la conciencia, la percepción, el conocimiento y la conciencia plena o mindfulness, que actualmente son objeto de estudio, investigación y entrenamiento en todo el mundo, y así y todo seguimos teniendo grandes lagunas de comprensión. Vamos a intentar en este artículo utilizar la experiencia directa de Blay y sus escritos para mejorar nuestra compresión y poder mejorar también nuestra práctica de la relajación, la meditación y la conciencia plena.

Pensamiento compulsivo

Es sabido que la educación que hemos tenido las personas que hoy en día somos adultas ha sido preferentemente intelectual, racional, al menos desde que acabamos la educación infantil; teníamos que superar exámenes de asignaturas como matemáticas, historia, literatura, geografía, y otras que intentaban resumir todo el conocimiento de la humanidad parcelándola en temas separados. La sociedad también funciona así, parcelada en profesiones, en especialidades, y además somete al ciudadano a presión continua parecida a los exámenes: hay que "ganarse la vida", hay que afrontar hipotecas, resolver problemas de todo tipo, familiares, personales, de la vivienda, de la comunidad de vecinos, del trabajo ... Todo este modo de vivir potencia al máximo el pensamiento racional, que está continuamente evaluando situaciones, analizando y buscando problemas y soluciones, hasta tal punto que llega un momento que ya no se sabe parar: incluso cuando no hay nada que hacer, cuando se puede descansar, la inercia del pensamiento sigue buscando problemas ... o recordando problemas pasados, nos hacemos adictos al pensar.

Conciencia y pensamiento compulsivo

La conciencia no está bien definida como concepto, no se ha conseguido todavía, aunque todos tenemos una noción de lo que es.  Aquí nos referiremos a la capacidad de ser conscientes por un lado, y por otro a los contenidos de conciencia, o campo de conciencia. 

La capacidad de ser consciente equivale a la capacidad de darse cuenta, de percibir mentalmente; los sentidos, por ejemplo, proporcionan información sensorial, pero si no hay una capacidad de consciencia sensorial que se conecte con los sentidos, la información suministrada no sirve de nada, o de bien poco. Es importante notar el uso de la palabra ser en  la frase capacidad de ser consciente: lo somos o no lo somos. El campo de conciencia está formado por todos los contenidos de la conciencia en un momento dado, incluidos los recuperados de la memoria cuando recordamos algo y lo traemos a la conciencia actual. 

¿Cuáles son los contenidos habituales de nuestra conciencia? Para una persona con pensamiento compulsivo, la práctica totalidad de su campo de conciencia está condicionado por lo que piensa: si está solucionando un problema, su conciencia se llenará de los datos relativos a ese problema, si está preocupada, su campo de conciencia estará ocupado por su preocupación. Si alguna cosa de forma fortuita le llama la atención y entra en su campo de conciencia, no durará mucho ahí, pues su pensamiento compulsivo se encargará de volver a dirigir su atención de nuevo a sus cuitas, problemas y asuntos. 

Somos nuestros contenidos de conciencia

En el sentido existencial, o sea, hablando sobre lo que vivimos y expresamos, somos nuestros contenidos de conciencia, y no podemos ser otra cosa. Todo lo que no esté en nuestro campo de conciencia o bien no existe para nosotros, o bien es inconsciente; teniendo en cuenta que aquello que llamamos inconsciente se "llena" de contenidos antiguos que fueron en su día conscientes, vemos que todo lo que sabemos, conocemos, decidimos, percibimos y creemos, está, ha estado o estará contenido en nuestra conciencia. 

Pero resulta que nuestra conciencia no es lo mismo que nuestro pensamiento; esto se hace evidente cuando un día nos damos cuenta claramente de que estamos pensando, lo observamos, nos hacemos conscientes de nuestro propio proceso de pensar.  O sea que nuestro campo de  conciencia puede incluir al proceso de pensar. También nos puede suceder quedar absortos contemplando un paisaje, o una obra de arte, o escuchando música ... en esos instantes estamos plenamente conscientes de aquello, pero no pensamos nada, sólo percibimos, estamos presentes. O sea que habitualmente nuestro campo de conciencia está supeditado a nuestro pensamiento, pero la capacidad de ser consciente no está limitada a lo que pensamos. Por ello, es posible trasladar el foco de la conciencia fuera del pensamiento. Ello puede hacerse en dos direcciones:
  1. Expandiendo la conciencia de forma inclusiva: sigue incluyendo los pensamientos pero no de forma exclusiva, sino compartida con otros objetos de conciencia
  2. Trasladando la conciencia: apartamos los pensamientos y la dirigimos a objetos sin pensar en nada concreto, sólo "observando". Más que expandir la conciencia, lo que hacemos es concentrarla en un objeto.

Expansión de consciencia

Cuando nos hacemos conscientes de aspectos de la realidad a los que estábamos cerrados nuestra campo de consciencia se expande; para la persona que tenia una conciencia muy encerrada, absorbida en sus pensamientos, tal expansión de conciencia es como una relajación, como un descanso, pues la atención deja de estar crispada en el pensar, retroalimentándolo, y la compulsión a pensar sin parar se relaja. Es por ejemplo lo que sucede cuando se practican






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